viernes, 26 de diciembre de 2003

La Coraza de San Patricio



Hoy me alzo
con poderosa fuerza e invoco a la Trinidad
con trinitaria fe
profesando la unidad
del Creador de todo lo creado.

Hoy me alzo
con la fuerza del nacimiento de Cristo gracias a su Bautismo
con la fuerza de su Crucifixión y su Muerte,
con la fuerza de su Resurrección y Ascensión,
con la fuerza de su descenso el Día del Juicio.

Hoy me alzo
con la fuerza del amor del Querubín,
obediente a los Ángeles,
al servicio de Arcángeles,
con la esperanza de la resurrección para encontrar consuelo,
con los rezos de los Patriarcas,
las predicciones de los Profetas,
las enseñanzas de los Apóstoles,
la fe de los Confesores,
la inocencia de las santas Vírgenes,
los hechos de los hombres de bien.

Hoy me alzo
con la fuerza de los cielos:
la luz del Sol,
el brillo de la Luna,
el esplendor del fuego,
la velocidad del trueno,
la rapidez del viento,
la profundidad de los mares,
la permanencia de la tierra,
la firmeza de la roca.

Hoy me alzo
con la fuerza de Dios que me guía:
su grandeza que me apoya,
su sabiduría que me guía,
su ojo que me cuida,
su oído que me escucha,
su palabra que me habla,
su mano que me defiende,
su camino para seguirlo,
su escudo para protegerme,
su Eucaristía para librarme
de las trampas del demonio,
de la tentación de los vicios,
de aquellos que me desean el mal
lejos o cerca
solo o en compañía.

Invoco hoy todos estos poderes para que se alcen entre mí y estos males,
contra todos los crueles e infames poderes que deseen el mal para mi cuerpo y para mi alma,
contra las invocaciones de los falsos profetas,
contra las nefastas leyes de la paganía,
contra las falsas leyes de la herejía,
contra las artes de la idolatría,
contra los hechizos de brujas y nigromantes y hechiceros,
contra todo conocimiento que corrompa el cuerpo y el alma.

Cristo que me proteja hoy
contra el veneno, contra el fuego,
contra morir ahogado, ser herido
para que así venga a mí abundante consuelo.
Cristo conmigo, Cristo antes de mí, Cristo tras de mí,
Cristo en mí, Cristo bajo mí, Cristo sobre mí,
Cristo a mi diestra, Cristo a mi siniestra,
Cristo cuando duermo, Cristo cuando descanso,
Cristo cuando me levanto,
Cristo en el corazón de todo hombre que piense en mí,
Cristo en la boca de todo hombre que hable de mí,
Cristo en todos los ojos que me ven,
Cristo en todo oído que me oiga.

Hoy me alzo
con poderosa fuerza e invoco a la Trinidad
con trinitaria fe
profesando la unidad
del Creador de todo lo creado.



(Atribuida a San Patricio, siglo V)