lunes, 26 de julio de 2004

¿Cuál es el sentido de este episodio en el que sorprende el regateo de Abraham por Sodoma?

Finalmente, Dios hizo llover fuego del cielo y la destruyó. Y se salvó en cambio Segor, o Çoar -según los entendidos, en hebreo 'poca cosa, una cosa de nada'- pequeña localidad próxima, pues hasta allí fue a dar Lot, rescatado por los ángeles de la destrucción de Sodoma.

Pero, si había un justo, ¿por qué no detuvo Dios el castigo? ¿Era cuestión de número de justos o de justicia  (= 'virtud') en la ciudad?

(Dejemos aparte el hecho de que la 'justicia' de Lot no lo pone a salvo de sus 'tropiezos' anteriores y posteriores al castigo a Sodoma...)

Se le concede pedir, pero, lo que Abraham pide, no es concedido. Y para mayor sorpresa, se rescata a un justo y se destruye la ciudad al mismo tiempo.

Abraham se detuvo en diez, y tal vez pudo haber seguido. 

Unos 1.300 años después, en palabras del profeta Jeremías (5, 1), Dios dice que con uno bastaba: "recorred las calles de Jerusalén, ved e informaos; buscad por sus plazas a ver si halláis un varón, uno solo, que obre justicia, que busque fidelidad, y le perdonaré".

Ya en el Deutoronomio (24, 16) dice, por otra parte, que "los padres no pagarán por sus hijos, ni los hijos por sus padres. Cada uno será condenado por su propio crimen"


Hay aquí varios asuntos, me parece. Por una parte, la cuestión acerca de si el justo sostiene la ciudad. Y si lo hace eficaz e infaliblemente.

La respuesta a este punto parece ser que sí puede sostenerla, y si puede sostenerla podría en forma eficaz, pero no infaliblemente. Sólo es infalible la protección de la 'ciudad', cuando un 'justo' la protege y es su sufrimiento el que expía el pecado de todos. Y ése justo es el Servidor de Yahvé del capítulo 53 del profeta Isaías.

También, a este respecto, está la cuestión de los 'buenos' y los 'malos' conviviendo en 'este mundo' y qué hace Dios con esa mixtura. Ese lenguaje parece ir in crescendo en las Escrituras. Y, si el propio Apocalipsis no es el punto más alto en esta forma de plantear esa convivencia en la historia humana, ciertamente lo es en boca del propio Jesús el llamado "protoapocalipsis" del capítulo 24 de san Mateo. Otro tanto habría que decir del episodio de Sodoma como figura del 'juicio de este mundo'


Por otro lado, a Abraham se le concede pedir. Y Dios se aviene a la oración de Abraham que plantea su súplica a modo de negociación, lo que también Dios acepta, incluso comprometiendo en cada respuesta una acción, aunque ciertamente que bajo condición.

Esto parecería que debe referirse a la oración, al 'mecanismo' de la oración. Al modo de orar. Y al modo en que Dios contesta a nuestras oraciones.

(No es antojadiza la lectura de este texto del Génesis junto con el pasaje en que los discípulos le piden a Jesús que les enseñe a orar, con el agregado de la parábola del amigo inoportuno, que es casualmente un caso parecido al de Abraham...)

El pedido de los 'buenos' es oído por Dios, que hace finalmente lo que mejor le parece.

Esta relación entre el pedido y la concesión es algo que siempre deja perplejo.

La Escritura suele acudir a la mención insistente de la Gloria de Dios como razón última del proceder del propio Dios, y como explicación de aquellas realidades terrenas cuya resolución nos confunde o nos parece injusta o simplemente misteriosa y hasta sin sentido.

Pero es cierto también que, como hacemos con tantas cosas referidas al sentido de lo divino, pasamos por esta cuestión de la Gloria de Dios como si diéramos por entendido que se trata de una explicación sin explicación, bien sonante pero oscura, casi un cliché que calma la ansiedad frente a lo misterioso o angustioso de la historia humana y de la propia realidad divina.