sábado, 3 de julio de 2004

La subjetividad es la verdad.

Difícil de explicar el asunto. Por más que venga con autoridades de gran altura.
San Agustín, San Juan de la Cruz, Kierkegaard.

Yo mismo a veces creo entender la expresión, hasta cierto punto.

Pero es curioso lo que pasa con ciertas cosas.

La visión subjetiva nos engaña. Y sin embargo hemos de defenderla en recto sentido.

El propio Aquinate dice que un solo pensamiento de hombre, vale más que todo el universo creado.

Pero, ¿no es verdad que, si miramos un árbol, pensamos que sus raíces se hunden en la tierra y que la fuerza le viene del medio, de arriba, cuando más de adentro, nunca de abajo?

Lo vemos afirmarse. Lo vemos vertical, vertical hacia arriba, pero no desde abajo. Lo vemos aferrarse. Como si dijéramos hacia abajo.

Sin embargo, crece desde el pie. Viene de lo que tiene sepultado.

Y aunque lo estemos viendo, no lo vemos.

La subjetividad es la verdad, sí.

Pero nos hemos acostumbrado a preguntar qué es la verdad.

Y la palabra clave, la palabra por la que deberíamos preguntar, es la otra.