sábado, 24 de julio de 2004

Siempre habrá algo que aprender de los antiguos. Ahí está el ciclo de Arturo y sus personajes y su simbolismo.

Es verdad que mucha de esas cosas aparecen a la luz literaria recién después del siglo XII. Y que a partir de su nacimiento literario van deformándose hasta alcanzar ribetes de Guerra de las Galaxias, casi ya sin rastros del simbolismo original.

Está el caso de Sir Galahad, por ejemplo, el hijo de Lancelot y de Elaine de Corbenic. Como Arturo, nace de un engaño mágico, pues su padre creía yacer con Ginebra.

En la Mesa Redonda, le toca la silla destinada a quien habrá de hallar el Santo Grial. Que no porque sí se llama el Sitio Peligroso.

En los romances antiguos, su suerte futura aparece ya predicha cuando uno de sus antepasados directos es bautizado por el hijo de aquel bíblico José de Arimatea, que según la tradición introdujo el cristianismo entre los británicos (además de ayudar a llevar la famosa Mesa y la propia Copa de la Última Cena).

Era para Galahad el privilegio de ver el Grial, pues su corazón era puro y sin mancha.

Sir Perceval, Parzival, Parsifal o Percival, según tradiciones y autores diversos, es otro de los tres caballeros que alcanzan a ver el Grial, junto con Sir Bors.

Pero estos dos últimos, que acompañan al joven caballero en la Búsqueda, fallan al principio, uno por hablar de más y el otro por cierta lujuria en su mirada y en su corazón. Purificados al fin, logran lo que otros no.

Muchos otros elementos tienen estas historias, personas, aventuras y lugares, que significan cosas.

Para cuando todos estos emblemas lleguen a la biblioteca de Don Alonso Quijano, el bueno, muchos de ellos serán puros disparates. Trasmutados los personajes originales, el sentido de sus hazañas, serán casi un mito insano, en el peor sentido de la palabra mito.

Pero, aun pasados los siglos y malversados, muchos de los principales actores permanecen potentes en su significado, mal que le pese a un tiempo que ya no parecía tener con qué entenderlos. Tanto incluso se conserva su significado que, a pesar de que se dispersa el motivo original, el propio Quijote tiene en tamaños señores inspiración suficiente para sus hazañas, algo que alcanzará hasta el palurdo basto y sencillo que lo acompaña, Sancho Panza.
No tanto, sin embargo, como para que los contemporáneos del 'loco de la Mancha' entiendan las ventajas prácticas de la pureza de corazón, y mucho menos, la ventaja práctica de hallar el Grial...


Ahí tenemos un caso que muestra cómo la sociedad se hace desde adentro, movida, estructurada, por las palabras y los signos que la guían.

Las épocas existen, sin duda.

Hasta yo conozco los almanaques y sé que los días tiene 24 horas y las semanas siete días y así...

Pero la historia de los hombres es 'en' el tiempo, no 'por' el tiempo.

La historia de los hombres es una cuestión de sentido, más que de tiempo que transcurre.

Claro que las épocas existen. Pero la historia no es cuestión de épocas. Es cuestión de sentido.

Es entender o no lo que las cosas significan lo que marca las épocas. Y no al revés.