martes, 17 de agosto de 2004

"(...) Compatriotas: yo os dejo con el profundo sentimiento que causa la perspectiva de vuestras desgracias: vosotros me habeis acriminado aun de no haber contribuido á aumentarlas, porque este habria sido el resultado, si yo hubiese tomado una parte activa en la guerra contra los federalistas: mi ejército era el único que conservaba su moral, y lo exponía á perderla, habriendo una campaña, en que el ejemplo de la licencia armase mis tropas contra el órden. En tal caso, era preciso renunciar la empresa de libertar el Perú, y suponiendo que la suerte de las armas me hubiese sido faborable en la guerra civil, yo habría tenido que llorar la victoria con los mismos vencidos. No, el general San Martín jamás derramará la sangre de sus compatriotas, y solo desenvainará la espada contra los enemigos de la independencia de Sud-América.

En fin, á nombre de vuestros propios intereses, os ruego que aprendais á distinguir los que trabajan por vuestra salud, de los que meditan vuestra ruina: no os expongais á que los hombres de bien os abandonen al consejo de los ambiciosos: la firmeza de las almas virtuosas no llega hasta el extremo de sufrir, que los malvados sean puestos á nivél con ellas: y ¡desgraciado el pueblo donde se forma impunemente tan escandaloso paralelo!!! (...)"

(Cuartel general en Valparayso, Julio 22 de 1820 - José de San Martín)


" (...) Es preciso convenir que hay una cosa que trabaja los nuevos estados de América y sobre todo el nuestro, que les impide gozar de los bienes anexo a la tranquilidad y orden. Unos lo atribuyen a que las instituciones no se hallan en armonía ni con la educación que hemos recibido ni con el atraso en que nos hallamos, algunos a la desmoralización consecutiva a una revolución que todo lo ha transformado; no falta quien dé por causa el espíritu belicoso que imprime a una nación una guerra dilatada, pero en mi pobre opinión lo que prolonga esta serie de revoluciones es la falta de garantía que tienen los nuevos gobiernos.

El foco de todas las demostraciones ha sido Buenos Aires, allí se halla la cuna de la anarquía de los hombres inquietos y viciosos, de los que viven de trastornos porque no teniendo nada que perder todo lo esperan ganar con el desorden".

(Carta de José de San Martín a Tomás Guido, París, 1832)