domingo, 29 de agosto de 2004

Estribillo de los Fenianos

Bienvenida, Oh, mujer que estabas triste,
lo que nos agravió fue que hayas estado encadenada,
el hermoso país en posesión de bribones,
y vendida a los ingleses,
Oró, bienvenida a casa,
Oró, bienvenida a casa,
Oró, bienvenida a casa,

¡Ahora, que viene el verano!

Gracias al Dios de los milagros que vemos,
aunque no vivamos una semana después,
Gráinne Mhaol y mil héroes
Proclamando la dispersión de los ingleses
Oró, bienvenida a casa,
Oró, bienvenida a casa,
Oró, bienvenida a casa,

¡Ahora, que viene el verano!

Gráinne Mhaol viene desde más allá del mar,
La Legión de Irlanda como escolta alrededor de ella,
Ellos, Gaélicos, ni franceses o españoles,
¡y una derrota sobre los ingleses!
Oró, bienvenida a casa,
Oró, bienvenida a casa,
Oró, bienvenida a casa,

¡Ahora, que viene el verano!




'Se do bheatha...
Oró, 'se do bheatha a bhaile...

Bienvenida, bienvenida a casa...

Así cantaba Pádraic H. Pearse. Pádraig Mac Piarais.



Feliz del pueblo que tiene poetas guerreros.
Aunque ya no los tuviera.
Aunque ya no sea un pueblo, una nación, sino un socio de la Unión Europea.

Feliz Irlanda si un día puede volver a decirle a Irlanda: 'Se do bheatha... Oró, 'se do bheatha a bhaile...

Y que vuelva a cantar Padraic Pearse, con la túnica de los que dieron su sangre por la Fe y por la Patria.

Yo soy Irlanda

Yo soy Irlanda:
Soy más vieja que la Vieja de la Montaña.

Grande es mi gloria:
Yo parí a Cuchulainn el de la Hazaña.

Grande es mi vergüenza:
Mis propios hijos han vendido a su Madre:

Yo soy Irlanda:
estoy más sola que la Vieja de Beare.


Padraic Pearse murió en la Primavera de 1916, fusilado por los ingleses en la prisión de Kilmainham, a los 36 años, después del levantamiento irlandés de la Pascua, el Easter Rising, que él encabezaba.


¡Dios nos diera Poetas! ¡Dios se apiadara aún más de nosotros y nos diera Poetas!

No solamente hacedores de líneas, rimadores. No solamente alfareros de realidades ficticias.

Poetas. Tan siquiera uno de ésos.

Alguno que pudiera decirle a la Argentina: ¡Bienvenida a casa!

Mientras él va camino a Casa, vestido con la túnica de los Poetas Guerreros.


El Loco

Ya que los cuerdos no hablan, hablará el loco.
Yo, un loco que ha amado su locura,
Sí, más que los cuerdos sus libros,
sus bolsas y sus hogares tranquilos
O su fama en boca de los hombres;
Un loco que en todos sus días
nunca ha hecho una cosa prudente
Nunca ha calculado el costo,
ni contado lo que otro cosechaba,
El fruto de su ingente siembra,
contento con desparramar la semilla;
Un loco que es impenitente, y que pronto al final de todo
Reirá en su corazón solitario
Cuando el grano maduro caiga en los graneros,
Y los pobres sean llenos que andaban vacíos,
Aunque él ande hambriento.

Yo he derramado los espléndidos días que el Señor dio a mi juventud
Intentado cosas imposibles, juzgado que sólo ellas valían la pena
¿Fue locura o gracia? Sólo Dios me juzgará, no los hombres...
Yo he derramado los espléndidos años.

Oh Dios, si tuviera los años los derramaría de nuevo,
Cristo los arrojaría de mí
Porque esto escuché en mi corazón, que un hombre debe
Derramar, no muñir,
Hacer el hecho de hoy, no cuidar de los mañanas
No debe negociar ni regatear con Dios;
¿O fue eso un chiste de Cristo
Y este es mi pecado ante los hombres, haberle tomado la palabra?

Los leguleyos se han sentado en Concejo,
Los Hombres de caras largas y listas,
Y han dicho "Este hombre es loco"
Y otros han dicho: "Blasfemia".
Y los cuerdos han compadecido al loco,
Que ha conado por su vida
(En el mundo de espacio y tiempo,
Entre el montón de cosas actuales)
A un sueño que fue soñado en el corazón,
Y que Solamente el corazón puede contener
Oh cuerdos, adivinadme esto:
¿y qué si el sueño resulta verdad?
¿Si el sueño se realiza,
Y millones de aún no nacidos habitasen
En la casa que yo hice en mi corazón,
La noble casa de mi pensamiento?
Señor, yo he prendado mi vida,
He prendado la vida de mi gente
Sobre la verdad de tu tremenda Palabra,
No recuerdes mis fallas,
Recuerda, ésta, mi fe.

Y así yo hablo.
Sí, antes que pase mi juventud ardiente,
Yo hablo a mi pueblo y digo:
Habéis de ser locos como yo:
derramar y no ahorrar;
Aventurarlo todo,
no sea perdáis lo que es
más que todo,
Habéis de reclamar un milagro,
tomándole a Cristo la palabra
Y por esto yo responderé, oh mi pueblo,
Yo responderé ahora y después.
Oh pueblo al que he amado,
¿Por qué no responder juntos?