miércoles, 25 de agosto de 2004

Merlín (IV)

Hay un tópico antiguo que dice que "los enemigos de mis enemigos son mis amigos".

Como ocurre con otros tópicos de este tipo refranero, hay que andarse con tiento.

Y, ya que estamos en esto, bien puede aplicarse la cuestión al caso de los llamados saberes tradicionales o modos tradicionales de saber, como se prefiera.

Allí ha explicado Lewis algo de lo que tiene para decir al respecto en los textos que cité antes.

El de J.R.R. Tolkien es un caso parecido. Y tal vez más agudo que el del propio Lewis, pues Tolkien parecía tener una sensibilidad mayor -y más certera- para las cosas viejas o antiguas (según se pare uno en una vereda o en otra). Y para el papel del símbolo en materia de saberes.

Podría no entenderse de qué se está hablando cuando, en estas cuestiones, se habla de tradición y antigüedad. Son términos que pueden abrir el apetito en unos y llevar al vómito a otros. Como a algunos podría dejar completamente indiferentes.

Pero la medida es la verdad, parece ser. Lo que realmente es, por las reales razones por las cuales realmente es.

Y no importa si es antiguo o nuevo.

La verdad completa ha de despertar amor, eso está en la naturaleza de la verdad.

Pero, y tal vez por ello mismo, la verdad completa siempre será revulsiva, no importa si revuelve al tradicionalista o al moderno. Cada uno de ellos cortará la parte que lo deja más conforme. Cortar es una ideología. Y cortar lo que no se debe (como no añadir lo que se debe) es un grado ideológico mayor. Y una tentación inmensa para quienes buscan saber.

En todo caso, quiero decir que parecido no es lo mismo.

No por simplificar, pero si de lo que estamos hablando -por usar el lenguaje de Lewis- es de la sensibilidad moderna, hay que tener en cuenta que hay una reacción moderna a la sensibilidad moderna. Aunque no parezca moderna, lo es. Y entiendo por moderna -en este caso y aun sabiendo que no se trata de esto exclusivamente- la firme voluntad de que algo no sea tradicional (y no dije tradicionalista, dije tradicional -y entiendo por tradicional algo así como aquello que Platón decía con el palai legetai: lo que se supone y se sabe -por ejemplo, aunque no exclusivamente- que es el depósito de verdades que el hombre ha ido encontrando (y recibiendo) a lo largo de su historia, verdades que no son verdades porque hayan soportado el tiempo, sino que han soportado el tiempo porque son verdades).

A veces, ciertas reacciones modernas a lo más agresivo de la modernidad, tienen todos los ropajes y los gestos de lo otro. Pero no dejan de ser opuestas a lo otro. Y opuestas en lo central.

Por supuesto que puede pasar que un hombre con entendimiento de lo tradicional se parezca en algunas cosas a un hombre con afecto por lo alternativo (uno de los nombres genéricos de la reacción moderna a lo moderno).

Confundir a uno con el otro es frecuente. Usufructuar la voz tradicional en esos casos, también. Y no se trata de reservarse el copyright del adjetivo tradicional o del sustantivo tradición. Es cuestión simplemente de no confundir. O de no confundirse. O de no mentir.

Éste , a mi gusto, es un caso. Más o menos sutil, pero un ejemplo de aquello de que "los enemigos de mis enemigos, son mis amigos".

Habrá ocasiones en que haya buena intención. Y hay otras en que solamente es ideología, más allá de la intención: Así como para un tradicionalista lo tradicional es buena munición contra la modernidad, para ciertos modernos lo que dice la voz tradicional resulta buena munición contra la parte de la modernidad que no les satisface.

En cualquier caso, se trata, por lo menos, de un simple secuestro con toma de rehenes.