domingo, 19 de septiembre de 2004

Adiós a la Cruz del Sur

Ya ves: menos que un soplo de viento en el desierto
es al cabo la vida humana.
Una pizca de polvo se alza, gira, se pierde
y se disipa, seca y vana.

Mira el cielo: una cruz al sur y otra al norte.
Dondequiera que el hombre huya
ve en el fondo del cielo cuatro clavos de oro,
helado horror, postrer refugio.

Y, llenando un vacío grande infinitamente,
sólo Tú, ingenio de suplicio,
de lo infinitamente pequeño y palpitante
haces crecer un eterno edificio.

Joan Sales

I. Viniste de mañana

Viniste de mañana. Se inclinaba
la madreselva a lo largo del muro.
capilla adentro, ¡qué azul la mirada
que lanzó el aire puro!

Me postré, como el viejo
porlvo de Cafarnaum en Su camino.
Y temblé, como hierba y como espiga,
al soplo de su tínica de lino.

II. La noche

La ciudad de la Noche se descorre, tranquila.
Luces, plazas azules. Es silencio y cristal.
Dirías que vigila,
desde arriba, la paz
de este valle que aroma con el viento y la lluvia
de septiembre. A lo lejos se oyen vagos relinchos.
¿Alucón de la sombra, o sube en su carroza
el Tiempo, con su barba de bosques y de grillos?

Se hizo rumor de aguas el silencio. La Noche
nos vigila y nos piensa.
¡Oh Rey desconocido que nos diste un palacio
de temor, de belleza!

Marià Manent


Estas son las traducciones de los poemas catalanes. Finalmente.
En realidad, en lo que suenan, y la poesía es música también, en parte traduttore traditore!