En medio de ese siglo vivió 63 años Eduardo el Confesor, el rey de la isla por 24 años. Hoy es su fiesta.
¿Cómo será un tiempo en el que a los conspiradores se los destierra, mandándolos a peregrinar a Tierra Santa? ¿Cómo será que un rey distribuya un impuesto en oro mal cobrado entre los pobres del reino? No hemos conocido tiempos así.
Eduardo es el rey que repuso a Malcom en Escocia, el hijo de aquel Duncan que asesinó Macbeth. Y es el rey que mandó levantar Westminster. Se lo había mandado el papa León IX. Eduardo quería peregrinar a Roma y el consejo del reino se lo vetó, por seguridad. El papa, entonces, le cambió su voto por la construcción de una abadía dedicada a San Pedro. También curaba con sus manos, parece que especialmente a los ciegos, a quienes con agua les devolvía la vista.
Cuenta la Crónica que, cuando ya agonizaba, se reanimó por un momento y profetizó:
El Dios Todopoderoso, si no es una ilusión sino una verdadera visión lo que contemplo, me concede la fuerza de decirlo a todos los que me rodean. Veo muy próximo a mí dos monjes a quienes conocí en Normandía en mi juventud, y que sé que vivieron muy religiosamente y murieron muy cristianamente. Esos hombres me aseguran que han sido enviados con un mensaje que expresa lo siguiente: "Desde que los príncipes, duques, obispos y abades de Inglaterra no son los siervos de Dios, sino sirvientes del diablo, dentro de un año y un día Dios, consecuentemente, entregará este reino a manos de su enemigo; y esta tierra será por entero dominada por demonios".Y eso fue Hastings, poco después, en 1066, la invasión de Guillermo el Conquistador normando, la caída del sucesor Haroldo y con ello el fin de la dinastía anglosajona.