domingo, 10 de octubre de 2004

Lindo, el día de campo. Asado con cuero (y bien con cuero, pelo y todo), buena gente, reencuentros simpatiquísimos (toda una cuestión reencontrar después de tantos años vidas hechas ya, o deshechas ya). Lentas conversaciones, fragante el día, ventoso, contento el paisanaje.

El dueño de casa (que ya no lo será, porque con esto se despedía de su terruño), tuvo la buena idea de traer un cantor.

El kolla José María Mercado, hombre de la música puneña, maestro rural. De Abra Pampa, en Jujuy al norte, allá por la Puna, más de 3.500 metros arriba del mar. Cantó lindo, dulce, pausado, hondo, grave. Estudioso y recopilador. Era una maravilla oír la variedad de letras y formas líricas, en una música en apariencia tan simple.

Mechaba coplas y decires. Dolientes, a veces; honestamente pícaros, otras veces, galantes, siempre. Tan natural que les sale ese precioso castellano mestizo, mistura de quichua y Cervantes, antiguo, como de piedra.

Se me quedó una copla, de entre las coplas y los poemas que dijo y que cantó:
Le tengo miedo al coraje
que me da la borrachera;
miedo a que nadie me ataje
o a que me ataje cualquiera.