jueves, 28 de octubre de 2004

A propósito de los temas que asoman por estas y otras páginas en estos días, me parece que no desentonaría para nada traer a cuento dos cuestiones. Aunque, si no me equivoco mucho, las dos son de esa clase de asuntos en los que más es lo que hay que mirar y contemplar, que lo que hay para decir. Esto no significa que uno no vaya a hablar en absoluto. Que para algo mencionamos el punto.

Creo, además, que la densidad de los textos quizá obligaría a tratarlos por separado. Pero, a la vez, tengo la idea de que están unidos de tal modo en varios puntos importantes de manera que, por más que físicamente se los alejara, terminarían por volverse los unos hacia los otros.


Hace un tiempo vengo leyendo con cierto detenimiento la Tipología Bíblica (*) de Jean Daniélou. Entre los capítulos, algunos tratan la relación entre Cristo y la Iglesia. Y de entre ellos, el cuarto, en el que habla sobre El Sueño de Adán y el Nacimiento de la Iglesia. Los textos fundamentales que comenta Daniélou -y los que más me interesan ahora- son los del Tractatus Mysteriorum (Tratado de los misterios) de San Hilario, aunque hay algunos fragmentos de Tertuliano, Metodio u Orígenes, que también importan.

Me interesó en particular la exégesis tipológica del relato del Génesis que tiene como protagonista a Adán (y a Eva) y las consecuencias, tanto sacramentales como escatológicas, que sacan los Padres, especialmente San Hilario.

En cuanto a la metodología tipológica tal vez baste este fragmento de Daniélou, comentando el texto de San Hilario, para entender someramente en qué consiste:
"Nos interesa (el texto) ante todo por la relación que tan claramente establece entre la profecía y la figura. El Verbo realiza primeramente en Adán el acontecimiento figurativo, y por la Profecía deduce luego la significación profética. Así el acontecimiento histórico conserva todo su valor. Nótese el cuidado de Hilario en dilucidar ante todo las dificultades del sentido literal. Esta preocupación aparece muchas veces en él. Se atiene a la realidad histórica de los acontecimientos, ya que la tipología consiste, precisamente en hacer ver que la historia misma es figurativa, y no en reemplazar la historia por la alegoría."


Por otra parte, no puedo dejar de pensar desde hace unos meses en unos textos que Simone Weil dirige al P. Perrin y que están en Espera de Dios, una edición de seis cartas y varios opúsculos, todos dirigidos al mismo sacerdote.

Son, en particular, las seis cartas lo que me ocupa. De ellas, el asunto que me interesa es, por una parte, el de la naturaleza de la Iglesia y el del Cristianismo, visto a trasluz de lo que allí dice Weil de sí misma. Por otro lado, y en relación con esto mismo, la cuestión de la vida intelectual y el Bautismo (lo que también podría verse como la independencia de la vida intelectual una vez que se pertenece a la Iglesia.) Tiempo después, estuve viendo que esto mismo está tratado con convicción y bastante desgarradamente por John Henry Newman, y, no por casualidad, con fuerte apoyatura en la modalidad de los Padres de la primera Iglesia.


Tiempo atrás, había comenzado una serie sobre Saber saber. Parte de lo que venga ahora a propósito de estos asuntos, está en la misma línea de aquello que me proponía, que se detuvo por eso mismo de que estos temas obligan a pensar y repensar, aun lo ya dicho.

De modo que, así planteadas las cosas, veremos que sale de este matrimonio.


(*) El título original en francés es "Sacramentum Futuri - Études sur les Origines de la Typologie Biblique", que habría que traducir como "Misterio de lo Futuro - Estudios sobre los orígenes de la tipología biblica". La obra se compone de una serie de ensayos sobre varias figuras o typos bíblicos, esencialmente de Cristo. El texto de San Hilario, que sigue Daniélou en buena parte de estos ensayos, es una exégesis de seis libros del Antiguo Testamento.