viernes, 26 de noviembre de 2004

El trámite es sencillo. Uno camina unas tres cuadras y sobre el paredón oeste del Convento de Santo Domingo se toma el colectivo que lo deja en Retiro. Trámite sencillo, pero imposible sin 75 centavos. Con 55 centavos no se puede. Y si nadie le cambia a uno un billete de dos pesos por unas monedas, absolutamente inalcanzable.

Miro el callejón de Defensa, hacia la Plaza de Mayo. ¿Caminaré? ¿Otra vez? Se lamentaba por mi suerte un lector atribulado tiempo atrás, pero no debería. Ya empieza a parecerme agradable caminar la ciudad. No, no tanto como eso, pero siquiera soportable. En otra época de Buenos Aires -que ahora me parece provincianísima-, caminaba mucho por las noches. Claro que, ahora, la idea de atravesar la invasión de los bárbaros otra vez... Pero pronto veo que el anochecer no es lo mismo. Y además estoy obligado por la sutil cadena de bronce y níquel: 20 centavos. La tarde, de pronto, se despejó por completo y hay un airecillo. Nada mal. Así que, a por Defensa...

Tal vez en un alarde de patriotismo, no menos que de ingenio urbanístico (y sagacidad cultural), hubieron quienes hicieron continuar el nombre de la calle Defensa en Reconquista, al sur la primera, al norte la segunda, no sé si se entiende. La misma calle de un lado y otro de la Plaza de Mayo (en realidad de Rivadavia). Por supuesto que ambos nombres aluden (dato para ultramarinos y extramurinos) a las Invasiones Inglesas al Río de la Plata, 1806-1807.

Precisamente, en el Convento están las banderas tomadas a las tropas de su majestad de ellos.

Muy bien. Viva la Patria.

Reconquista tendrá unas ocho cuadras hasta Alem, con el Sheraton de fondo a un costado. El trayecto tiene una pequeña curva, de modo que no se ve inmediatamente la punta norte. Como siempre que ando solo voy medio distraído por esto y aquello (y mirando todo, a la vez), los datos empiezo a recopilarlos lentamente. Lo primero que veo mientras camino la calle es el edificio del Banco Central, una idea que nos vendieron los ingleses allá por 1935. Hasta trajeron gente importante de Londres para que lo estableciera. Un modo de referir las monedas a la libra esterlina y de controlar la nuestra. Hay cada gaucho en la pampa...

Mientras sigo, pienso que no son nada los carteles con inscripciones en inglés, beneficio ya un poco antiguo del cholulismo latinoamericano, así como nacidas también de la fascinación muy promovida por el american way of life, ahora devenido globalización. De modo que, de eso, nada. Sí están las compañías de seguros -súbditas del Lloyd- aunque el que no lo sabe, no las ve.

Pero, a la altura de la Avenida Córdoba, la esquina norte de Reconquista luce el bonito Lancaster Hotel con su coqueto pub, en ochava, The White Rose (do you understood? Lancaster-White Rose...) y eso ya es un poco obvio. Aunque desde allí se acumulan entonces, a partir de Córdoba, decenas de pubs con un militante acento anti british: fatigando la celtic wave. Irish por aquí, shamrock por allá, Kilkenny a la derecha, Druid inn a la izquierda. Pero, vamos: Happy hour, after office, horas en inglés para empleados porteños. Beer, whisky, stout, ale... No, gallegos celtas no hay por allí que digamos.

En la última cuadra, mano izquierda, sí hay una enorme parrilla de criollisímas carnes pampas: Las Nazarenas (parrillísima a la que mi sueldo pampa me prohibe entrar...)

¿No dije todavía que desde que se le ve el remate a la calle -será a la altura de la Avenida Corrientes- lo que se ve al final de Reconquista es la Torre de los Ingleses, regalo británico, levantando su ladrillo vista y su Big Ben contra el cielo? Pues, si no lo dije así es.

Me hizo gracia. La caminata había valido la pena. Un poco de turismo histórico-político, al final, impensado, no apto para cipayos. Ni para deshumorados, nacionalistas o no. Y otros apuntes sobre las gentes que por allí andan a esas horas, que quedan para otra vez. ¿Turistas? Fíjense que no vi.

La justicia poética e inmanente vino no bien salía de Reconquista y llegaba a la Avenida Alem: dos monedas de 5 centavos y una de diez yacían mágicamente sobre el asfalto, a la espera, como salario del caminante. Sí, los 20 centavos que faltaban en Defensa aparecieron en Reconquista. No lo crean si no quieren, pero que las levanté, las levanté.

Pero ya el camino estaba hecho y la lección sobre las Invasiones Inglesas estaba aprendida. Y, a modo simbólico, la de la defensa y reconquista de Buenos Aires, ni les cuento.