lunes, 22 de noviembre de 2004

No sé por qué se me hace que le habría gustado a Ludwig II de Baviera esta visión de la tierra de la que viene una parte de mi sangre en Fidenza, Parma.

Espero que esa luz, esa tonalidad, sea el efecto de un filtro de la cámara. Si no, creo que sería demasiado. ¿Luz vespertina o matutina? No sé. Creo que hay argumentos subjetivos para ambas.

El pueblo es una rémora de un paradero al costado del camino entre Bologna y Piacenza. Fue fundado en el 38 antes de Cristo por tropas romanas asentadas allí. Por supuesto que cambió varias veces de nombre. Cuando nació allí mi abuelo paterno, en 1882, se llamaba Borgo San Donino. Hoy volvió -italianizado- al nombre más antiguo: Fidentia.

Según parece, mi abuelo -al que no conocí- tenía 'sus ideas', como se decía antes. Tierra de comunistas y antes de anarquistas, según dicen. En una comarca más o menos imaginaria no muy lejos de allí, en las marismas del 'gran río', el Po (en la Bassa), Guareschi -parmeggiano también él- ambientó a Don Camilo y a don Pepón.