miércoles, 10 de noviembre de 2004

Nuestra generación poética del '40 ha dejado huellas en la Argentina. Como suele pasar, esas cosas agonales y en general frívolas que tiene el hacer cultura con los amigos de la cuadra y nadie más (incluso con el grupo de los que no tienen grupo), ha dejado entre paréntesis a muchos de poetas y escritores. Tendría que dedicar, en algún momento, unas líneas a esta legión medio desangelada pero tan potente.

José María Fernández Unsain ha sido uno de esos casos. Por ejemplo, publicó en la vieja revista El Hogar, en diciembre de 1951, este soneto (con una peculiaridad paisana y con su pequeña y final rareza de aguijón...)
Agosto

Agosto deshojado, sin ternura,
agosto duramente deshojado,
sobre tu tierra fría he caminado
y he galopado en tu desparejura.

Estoy atado a tu memoria oscura
y a tu tiempo de hielo calentado.
Yo supe ser aquel enamorado
sin antes, sin muchacha, sin diablura.

Nacido fui sobre tu lomo arado
en la provincia de la donosura,
ande todo el paisaje está encelado.

Me enamoré en tus sombras y en tu albura
y me gusta morir enamorado.
Agosto. Luz segura.