sábado, 4 de diciembre de 2004

Mas anque alí dorme
vive en min desperto.

Rosalía de Castro

En mis manos levanto una tormenta...
Miguel Hernández



Por doradas acequias de silencio,
tintas de voces brunas acalladas,
corre el amor serrano, agudo, lento,
fecundando las briznas y las gramas.

Sutil y transparente, amor acuoso,
fino, rielante, acibarado, vivo,
como lluvia de roble, piel de un olmo
tiritando de auroras y rocío.

Canta y susurra, viento desalado,
no gime ni desanda las veredas.
Arrecia como un déspota en las manos,
tirano que deshoja lo que acecha.

Me dijo que tremante ascienda un día,
huérfano, ausente de los manantiales,
que busque las fontanas escondidas
del olvido de sí de los andantes.

Y en hordas verdeantes, bajo lunas
bordadas de jazmines como sombras,
acato sus dictados, siembro puras
y celestes palabras en las horas.