lunes, 7 de marzo de 2005

La nube

Buena fama va delante
y buena va tras de si.
Nada le mancha su nombre,
nada tienen que decir.
Ni muerte lleva ni heridas
que digan de él que es vil.
Ni injusticias de dineros.
Ni sabe lo que es mentir.
Leal siempre, fiel amigo.
Valiente como del Rif...

Mas, de noche en noche suena
diría yo que el gemir
de un pecho que no ha consuelo
y que él ni debe oír.

Es lo que quedó de una historia que supe en estos días.

La trágica experiencia de no saber, de no tener idea, de no oír. Casi de la substancia de la tragedia.

Es el caso que la honra, el pundonor, tienen sus nubes y sus velos. Secretos, silenciosos, en sordina.

Un caballero con todas las letras, y sabe Dios que tiene buena fama. Y, con todo, allí va su sombra, una pequeña nube. Ni le opaca la honra, ni la desmerece. Pero, allí está. Y él no la ve. Y es honrado. Pero allí está una nube, dando la resolana.

Pero eso no pasa solamente con la honra, si vamos a ver. Son insondables los corazones. Para nosotros al menos.