sábado, 7 de mayo de 2005

La cuestión me la trajo un buen amigo: un optimista, que seguramente pensó que podría ayudarlo a resolverla.

Se trata de la razón por la cual las cosas creadas son buenas y la razón por la cual se puede afirmar que en cuanto existen lo son. Lo central del asunto es en cuánto, y de qué manera, la bondad de las cosas depende, participa, de la bondad divina.

Ardua y filosa cuestión de la que, como bien barruntaba el demandante, dependen muchas otras de importancia capitalísima. Hasta la misma naturaleza de la Redención, si vamos a poner un ejemplo mayor. Pero no menor es la impotancia del asunto para mirar las cuestiones políticas, por decir algo más bajo.

Sabrá mi buen amigo en cuánto pude agregarle más perplejidad a su ya inquieta tribulación.

Pero, lo cierto es que, en lo que a mí toca -y como me pasa siempre-, me quedé distrayéndome por el camino.

Concretamente, estaba él considerando la cuestión refiriéndose a textos que están en la Suma Teológica, en la Parte Primera y específicamente en un pequeño -y vital- tratadito en el que Santo Tomás desarrolla lo relativo a la perfección y bondad de Dios. Son las cuestiones que van de la 4 a la 6, inclusive (si lo quieren más profesional: S. Th., I, qq. 4-6.)

Se sabe que cada cuestión está dividida habitualmente en artículos. En el artículo cuarto de la cuestión sexta, Santo Tomás trata un punto central a este respecto: Si las cosas son buenas con bondad divina.

El modo de plantear la cuestión, la articulación de los argumentos, ya me parece notable. Pero más me impresiona la libertad de espíritu y el amor a la verdad. Mucho más teniendo en cuenta el punto central que está tratando.

ver el texto del artículo

Texto latino

Quaestio 6
Articulus 4

Ad quartum sic proceditur. Videtur quod omnia sint bona bonitate divina.

Dicit enim Augustinus, VIII De Trin., bonum hoc et bonum illud, tolle hoc et tolle illud, et vide ipsum bonum, si potes, ita deum videbis, non alio bono bonum, sed bonum omnis boni.
Sed unumquodque est bonum suo bono.
Ergo unumquodque est bonum ipso bono quod est Deus.

Praeterea, sicut dicit Boetius, in libro De Hebdomad., omnia dicuntur bona inquantum ordinantur ad Deum, et hoc ratione bonitatis divinae.
Ergo omnia sunt bona bonitate divina.

Sed contra est quod omnia sunt bona inquantum sunt. Sed non dicuntur omnia entia per esse divinum, sed per esse proprium.
Ergo non omnia sunt bona bonitate divina, sed bonitate propria.

Respondeo dicendum quod nihil prohibet in his quae relationem important, aliquid ab extrinseco denominari; sicut aliquid denominatur locatum a loco, et mensuratum a mensura. Circa vero ea quae absolute dicuntur, diversa fuit opinio.
Plato enim posuit omnium rerum species separatas; et quod ab eis individua denominantur, quasi species separatas participando; ut puta quod Socrates dicitur homo secundum ideam hominis separatam. Et sicut ponebat ideam hominis et equi separatam, quam vocabat per se hominem et per se equum, ita ponebat ideam entis et ideam unius separatam, quam dicebat per se ens et per se unum, et eius participatione unumquodque dicitur ens vel unum. Hoc autem quod est per se bonum et per se unum, ponebat esse summum Deum, a quo omnia dicuntur bona per modum participationis.
Et quamvis haec opinio irrationabilis videatur quantum ad hoc, quod ponebat species rerum naturalium separatas per se subsistentes, ut Aristoteles multipliciter probat; tamen hoc absolute verum est, quod est aliquod unum per essentiam suam bonum, quod dicimus Deum, ut ex superioribus patet.
Huic etiam sententiae concordat Aristoteles.
A primo igitur per suam essentiam ente et bono, unumquodque potest dici bonum et ens, inquantum participat ipsum per modum cuiusdam assimilationis, licet remote et deficienter, ut ex superioribus patet.
Sic ergo unumquodque dicitur bonum bonitate divina, sicut primo principio exemplari, effectivo et finali totius bonitatis. Nihilominus tamen unumquodque dicitur bonum similitudine divinae bonitatis sibi inhaerente, quae est formaliter sua bonitas denominans ipsum. Et sic est bonitas una omnium; et etiam multae bonitates.
Et per hoc patet responsio ad obiecta.

Traducción

Cuestión 6
Artículo 4


Parece que las cosas son buenas con bondad divina.

Objeciones

1. Dice Agustín en el VIII De Trin. : Este y aquel bien. Elimina el éste y el aquél, y, si puedes, contempla el mismo bien. Así verás a Dios, no bueno por algún bien, sino bien de todo lo bueno. Pero cada cosa es bien de su propio bien. Por lo tanto, cada cosa es buena con el mismo bien que lo es Dios.

2. Boecio, en el libro De Hebdomad. dice que todas las cosas son buenas en cuanto ordenadas a Dios, y esto por razón de la bondad divina. Por lo tanto, todas las cosas son buenas con la bondad divina.

Contra esto: está el hecho que todas las cosas son buenas en cuanto que existen. Pero no se dice que todas sean seres con el ser divino, sino por su propio ser. Por lo tanto, no todas las cosas son buenas con bondad divina, sino con su propia bondad.

Respuesta: Nada impide que a los seres que tienen alguna relación, se los denomine por algo extrínseco a ellos; así, se dice localizado por el lugar o medido por la medida. Pero en lo que respecta a los términos absolutos, ha habido diversas opiniones. Así, Platón que sostenía las especies separadas de todas las cosas; por ellas se denomina a los individuos como participaciones de las especies separadas. Así Sócrates es llamado hombre según la especie separada de hombre. Además, así como admitía la idea separada, por ejemplo, de hombre, y lo llamaba hombre por sí, o de caballo, llamándolo caballo por sí, del mismo modo admitía la idea separada de ser y lo llamaba ser por sí; y de uno, llamándolo uno por sí. Y por eso, cada una de sus participaciones es llamada ser o uno. A aquello que es ser por sí y uno por sí, él lo denominaba sumo bien. Y así porque el bien y lo uno se identifican con el ser, decía que el bien por sí era Dios, por el cual todas las demás cosas se dice que son buenas por participación.

Pero, aun cuando esta opinión parece sin fundamento racional (irrazonable), en cuanto a lo de admitir que las especies separadas de las cosas naturales subsistan por sí mismas, como demuestra Aristóteles abundantemente, sin embargo, es absolutamente cierto que, tal como dijimos (q.2 a.3), y en esto concuerda también Aristóteles, hay algo primero que es aquello que es ser y bueno por esencia; a quien nosotros llamamos Dios. De este primero, que es ser y bueno por esencia, todas las cosas pueden recibir su denominación tanto de seres como de buenas, pues, como dijimos (q.4 a.3) participan de él si bien lejana y deficientemente, con una cierta semejanza. Así, cada cosa puede ser llamada buena con bondad divina como principio primero, ejemplar, efectivo y final de toda bondad. Sin embargo, las cosas se llaman buenas por la semejanza con la bondad divina, inherente a cada una de ellas, que es formalmente su bondad, y por la que se dicen biuenas. De este modo, hay una sola bondad común a todas las cosas y, también, muchas bondades.

A las objeciones: la respuesta está incluida en lo dicho.
Santo Tomás arranca -no por casualidad o capricho- con la objeción de San Agustín, de marcado sabor platónico. En el cuerpo central y doctrinario del artículo, entonces, responde desarrollando sintética y certeramente la doctrina platónica de las Ideas separadas de los entes, hasta el extremo del ser en sí, lo uno en sí, el bien en sí. En un solo trazo, juzga lacónicamente el valor filosófico de esta doctrina como insostenible, irrazonable y sin fundamento racional, con la autoridad de Aristóteles.

Pero, inmediatamente, en el punto precisamente en el que Platón yerra (por discurso racional y por concepto), es allí donde Santo Tomás le da la razón y lo elogia: "tamen hoc absolute verum est".

Y no sólo eso. Trae para lo mismo la propia autoridad de Aristóteles: "Huic etiam sententiae concordat Aristoteles".

Como la ironía resultará apologética no la voy a poner aquí. Pero es éste un ejemplo, por lo menos, de la cerrazón intelectual de la Edad Media. También es un ejemplo del aristotelismo abstruso de Santo Tomás y de su antiplatonismo. Se podrá decir que no toda la Edad Media era tomista en este sentido. Hasta se podrá decir que la mayor parte de la cristiandad medieval no era tomista en este sentido. Ya más difícil de sostener, creo.

Pero mucho más difícil de probar aún sería que alguno dijera que Santo Tomás no era medieval en este mismo sentido.

Mucho más que todo eso, me admira la lucidez, la penetración, la contemplación. Esa mirada que ve y que ve lo que es allí donde está. Y todavía más: la naturalidad y el coraje intelectual, expresado con toda naturalidad, de mirar cosas tan subidas, tan importantes, usando para ayudarse en esa ascensión de todo lo que ayuda a subir.