sábado, 18 de junio de 2005

Acto I

(Para seguir el hilo, hay que leer Uyuyuy.)


El jueves pasado, mencioné al pasar la España de charanga y pandereta, y la verdad es que alguno que otro cruzó el charco y se me vino al humo, medio como amoscado. Pero sépase bien que no es culpa mía lo que pasa en el mundo. Apenas si es culpa mía lo que pasa en la baldosa en la que estoy parado... en una sola pierna.

Dije además que los españoles hacía milenios que no leían a Machado. Ni nada.

¡Pa' qué lo habré mentado!

Primero, se me aparece don Rafael Sánchez-Ferlosio en persona, citando las mismas charangas y panderetas (a él, por supuesto, con su Premio Cervantes en el bolsillo, nadie le dice ni pío ni ná...)

(Claro que, si de leer en España se trata, el discurso del premio mejor lo pongo en remojo para leer más tarde, acá en las Pampas, porque leerlo allá es un lío y hay que andarse con calma. Oigan, vieron que parece -dicen los cotilleos- que don Rafael lo leyó mal o no se oyó o era muy largo y lo acortó o pronunció mal el inglés...)

Ahora, miren si no es de no creer: Fumándose un cigarrito a las apuradas, no bien dejó el micrófono el premiado, se me apersonan -un nombre es un destino, romani dixerunt- Rodríguez Zapatero y su ministra de toda la cultura posible para tomarse el trabajo -¡con dos meses de antelación!- de desmentirme ahí nomás: los índices de lectura en España crecen a la velocidad de la luz y para abril -no quiero pensar hoy...- se habían vendido 3.000.000 de ejemplares de El Quijote académico.

¡Pardiez, zambomba y la mare que te parió...!