sábado, 4 de junio de 2005

Parábola

Según dice Ramón Menéndez Pidal, este romance nació entre los pastores de Extremadura.

Dice que era muy cantado por ellos, al son de un rabel, especialmente en Nochebuena.

Parece, según dice, que el romance aparecía allí donde se recibían los ganados extremeños. Sí en Castilla y León, pero no en Aragón, Cataluña y Andalucía, por ejemplo.

Notable cosa.

Pero, además de que es una belleza en su mismísima rusticidad, pensé en cuanto lo leí que es una ductil parábola de una cantidad variada de otras realidades, personas, situaciones. Y tan parábola se me hace de las cosas del cielo, como de la tierra.

Romance de la loba parda


Estando yo en la mi choza
pintando la mi cayada
las cabrillas altas iban
y la luna rebajada;
mal barruntan las ovejas,
no paran en la majada.
Vide venir siete lobos
por una oscura cañada.
Venían echando suertes
cuál entrará en la majada;
le tocó a una loba vieja,
patituerta, cana y parda,
que tenía los colmillos
como puntas de navaja.
Dio tres vueltas al redil
y no pudo sacar nada;
a la otra vuelta que dio,
sacó la borrega blanca,
hija de la oveja churra,
nieta de la orejisana,
la que tenían mis amos
para el domingo de Pascua.

-¡Aquí, mis siete cachorros,
aquí, perra trujillana,
aquí, perro el de los hierros,
a correr la loba parda!
Si me cobráis la borrega,
cenaréis leche y hogaza;
y si no me la cobráis,
cenaréis de mi cayada.
Los perros tras de la loba
las uñas se esmigajaban;
siete leguas la corrieron
por unas sierras muy agrias.
Al subir un cotarrito
la loba ya va cansada:
-Tomad, perros, la borrega,
sana y buena y como estaba.
-No queremos la borrega,
de tu boca alobadada,
que queremos tu pelleja
pa' el pastor una zamarra;
el rabo para correas,
para atacarse las bragas;
de la cabeza un zurrón,
para meter las cucharas;
las tripas para vihuelas,
para que bailen las damas.