martes, 19 de julio de 2005

Hansel & Gretel

A veces pasa. Por ejemplo, cuando tienen poco material.

Una de las horribles pesadillas del periodista es la página (la pantalla, ahora) en blanco... y nada en la mano.

Entonces se vuelve de periodista en filósofo, antropólogo, sociólogo, psicólogo, teólogo. Por mero vacío.

Y es entonces cuando la cosa puede ponerse interesante. Porque es entonces cuando, habitualmente, el periodista deja caer las miguitas de pan, semiperdido en el bosque de su soledad y su pobreza.

La mayoría de los periodistas, claro, porque generalizar es un poco injusto.

Digamos que la inmensísima mayoría, para ser justos.

Éste es un ejemplo como cualquier otro.

Merece un análisis, porque además del extracto del manual del periodista, hay puntos bastante reveladores que tratan la cuestión como un problema cultural.

Un personaje de Mel Gibson (en una película que creo que se llamaba "Complot") aparecía como un furioso perseguidor de conspiraciones de organismos secretos.

En su casa-archivo-búnker podían verse enormes pilas de recortes clasificados. El personaje encarnado por el australiano solía decir que no faltaba información, que la información 'estaba', aunque dispersa. Bastaba tomarse el trabajo de buscarla y 'procesarla'...

No digo tanto, pero algo de cierto hay. Porque el articulito de Wizñaki, en medio de clasificaciones y distinciones que son ejemplo de lo mismo que pretende decir, tiene párrafos como éste que copio más abajo que, si uno tuviera tiempo, sería un buen epígrafe para un ensayo en 5 tomos sobre el asunto, que no me parece que vaya a escribir yo...

Hay otra visión. La que concibe a la tarea de edición según parámetros racionales y no caprichosos, la que concibe a la edición de las noticias según aproximaciones jamás objetivas, naturalmente, pero sí asociadas con hechos que acontecen y que efectivamente interesan porque de verdad le interesan a las audiencias. Por cierto, y tampoco podría ser de otra manera, los hechos son configurados según cierta perspectiva editorial. Pero ese perspectivismo, es el que enriquece el mundo comunicacional: el juego de las perspectivas y el conflicto de las interpretaciones sobre ellas funda el debate democrático y dispone a la sociedad civil y también a la clase política, en una arena dialógica y tolerante a la diferencia.