lunes, 8 de agosto de 2005

Diez Palabras

A ver, a ver...

Veamos un poco esta cosa.

Aquí aparece una notita de promoción de un libro de lo que parece ser humor judío.

La primera impresión, después de leer con cierta atención, es que hay un error grosero en la mención de lo que los cristianos llamamos Cuarto Mandamiento, una de las "Diez Palabras" que Dios le dictó a Moisés en el Monte o que que Él grabó con su dedo en las Tablas.

Más allá de todo, en la notita -y su "exégesis" tan 'psi' ella, y tan burlona con los fantasmas del folklore judíos de la culpa o la madre, por ejemplo- al cuarto lo llaman Quinto.

Si no se tratara de un error -varias veces se refiere al 'quinto'- el asunto se vuelve más complicado.

Y de hecho no se trata de un error.

La respuesta fácil es que se trata de una cuestión casi de procedimiento, de codificación, casi una cuestión administrativa.

Igual, el asunto de cuántos y cuáles son los Mandamientos da para todo, hasta para cierta torpeza y ligereza. Cosas como esto, por ejemplo.

Por otra parte, si uno se fija en la versión católica de los Mandamientos, puede ver que hay, por ejemplo, varias fuentes para la codificación. Y hasta codificaciones acumuladas en el Antiguo Testamento, desde las primeras del Éxodo, pasando por las del Levítico o las Deuteronomio. También aquí hay un resumen de este asunto.

Sin embargo -y creo que no está para nada de más decirlo-, Jesús mismo -que muchas veces se refiere a la Ley y a los Mandamientos (y a los mandamientos, así con minúsculas)-, zanja esa aparente superposición de preceptos que marea y desconcierta o escandaliza a algunos, precisamente en el episodio del joven rico y en el recitado abreviado de los Mandamientos que le dice ha de cumplir. Y así aparece en Mt. 19; Mc. 10; Lc. 18.

Y si alguno quiere seguir profundizando en esta línea erudita, no es poco lo que tendrá que batallar. Pero, adelante, adelante, que se puede...

El asunto que a mí me llama la atención es que Página 12 presente la cuestión así sin más, como si fuera el boletín parroquial de una sinagoga, como si no hubiera advertido que, pasados los siglos, finalmente, hay al menos 'dos' listas de 'palabras'.

Y de verdad que no me interesa para nada una o la otra, en el sentido administrativo (que para algo, y por algo, Jesús simplificó en Dos Palabras, las Diez Palabras, y hasta los 613 preceptos de la Ley...)

Me interesa como sorpresa y por la sorpresa que me causó.

De pronto imaginé, por ejemplo, tuve la sensación de que el cristianismo no había existido jamás.