domingo, 20 de noviembre de 2005

hína hê ho theós tà pánta én pâsin

El texto de san Pablo que se lee hoy (I Cor. 15, 20-26, 28), la Vulgata lo traduce así:
cum autem subiecta fuerint illi omnia tunc ipse Filius subiectus erit illi qui sibi subiecit omnia ut sit Deus omnia in omnibus.
En castellano, se lee hoy en estas versiones:
Y, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo.
Y así Dios lo será todo para todos.

Y cuando todo haya sido sometido a Él, entonces también el Hijo mismo se someterá a aquel que sometió a Él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos.

Más allá de que es un razonamiento típico de san Pablo, creo, que era un fino orador y estilizado, hay una cuestión.

El caso es que el texto griego dice en ese final (que me es particularmente querido):
hína hê ho theós tà pánta én pâsin

Si pâsin (de pâs, pâsa, pân: todo) es el dativo plural neutro, entonces no se refiere a 'todos', sino más bien a 'todas las cosas' y en el mejor de los casos a 'todo'. La diferencia no es asunto de poca importancia.

La Biblia de Jerusalén, por ejemplo, trae:
para que sea Dios en todas las cosas.
Y esta variante trae Mons. Straubinger, que traduce de los originales griegos:
para que Dios sea todo en todo.
La Fiesta de Cristo Rey es una fiesta con un marcado tinte parusíaco. No por nada cierra el año litúrgico y está en la bisagra del Adviento.

Como el texto del propio pasaje es parusíaco -y el texto que trae san Mateo (25, 31-46) también y con mayor razón-, insisto en que se le hace algo de violencia -incluso al sentido del discurso de Jesús- el que se cambie 'todo' por 'todos'.

La restricción que se hace diciendo 'todos', incluso parece contradecir el propio texto paulino (cuando todo haya sido sometido a Él..., el Hijo mismo se someterá a Aquel que sometió a Él todas las cosas...)

Y en algo bastante importante, creo. Pues todas las cosas son todas las cosas y no los hombres nada más (y nada menos.)

Hay una entera creación detrás de esas palabras. Toda la existencia creada, como recuerda el Prólogo al evangelio de San Juan.

Ni más ni menos.