domingo, 12 de marzo de 2006

Alguien

La única palabra con la que estoy de veras de acuerdo -es decir, casi casi sin nada para decir- es 'alguien'. El resto me parece como si dijera fatal, inmanentista, cruel, ciego, y hasta contradictorio.

No hay que suponer que acuerdo porque tiene una vaga referencia teísta. Antes de llegar a eso, antes de ponerle nombre a 'alguien', ya tiene denotación y connotación claras. Es una causa. Y una causa personal.

Y es la misma noción que está detrás de 'lanzó', de 'flecha', de 'te alcanzará al final'. Todo es causal en esa frase y es una causa personal. No lo digo yo. No lo dije. Solamente la estoy mirando.

Ese 'te alcanzará al final' es fatal -y parece que se regodea siéndolo- y hace sentido con 'alguien lanzó la flecha' -más regodeo...

Claro. Hay una cosa, algo, alguien, y tal vez sea eso: una inteligencia fría y determinante que te está esperando desde antes y que al lanzar la flecha sabe, quiere, hace algo: habrá de alcanzarte. Y se supone que la lanzó no por bondad o amor. Quiere que te alcance. ¿Cuándo? Al final. ¿Y qué es el final? ¿Cuándo es el final? ¿Por qué 'al final'? Porque resulta, parece que, lanzó la flecha para que te alcance y eso es el final: cuando te alcance. Final que nadie sabe ni conoce, salvo la causa, el arquero, suponemos.

El Arquero.

Nada es tan causal como el gesto del arquero y el conjunto plástico del arquero, su arco, la flecha y el final.

Sí. Muy bien.

Lástima que el tributo que la desesperación le paga a la realidad venga por el lado de la causa personal. Lástima para la desesperación, además.

Sí, lástima.

Pobre remedo del misterio de la existencia me parece. Pero.

Es un tributo, al fin de cuentas. Inevitable. Fatal. Y en tanto que fatal, a la vez que tributo, es un pobre tributo, casi una factura.

Claro. Visto así, la causa siempre sabe a 'fascista', a totalitaria, a autoritarismo brutal, señores míos. Y es lo más democrático que existe, a la vez. Nadie se queda sin ella. Hay para todos. La causa es como si dijéramos 'fatal'. Y el fatalismo, así visto, es una hipercausalidad desgraciada (en el doble sentido de la palabra.)

Hay causa para todos.

Menos para Uno. Incausado. Alguien.