lunes, 17 de abril de 2006

Apostilla

En un mensaje de correo, llega un aviso sobre el próximo 7 de mayo, día de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones 2006.

Y me vuelve una impresión que tuve -entre otras- en la celebración de la Vigilia Pascual, el sábado.

Cuando era chico, uno de los modos de acercarse al sacerdote era ser monaguillo. No era el único. Y eso dependía en gran medida del cura. Si resultaba que sabía lo que estaba haciendo, se ocupaba del chico o de los chicos porque eran chicos. No porque pudieran ser proyectos sacerdotales. Si no, si era poco perspicaz -por decirlo de alguna manera-, daba la figura de poco más que un más o menos simpático agente de ventas, más o menos evidente. Y eso, más bien, terminaba mal.

Había de todo, por supuesto, siempre hay. Es verdad que, en un tiempo, hubo bastante de compulsión. Y había cierto estilo que, si producía 'vocaciones', parejamente producía 'colgadas', tal vez sin darse cuenta. Después, aire de los tiempos, vinieron promotores que degradaban el producto, para que no pareciera que la función sacerdotal tenía algo de especial. De modo que a los chicos les resultaba por lo menos confusa la diferencia y con eso mismo, poco apetecible el sacerdocio.

La presentación del sacerdocio entre los chicos siempre es un asunto delicado. Muy.

Y nunca es fácil esa tarea. De hecho, conozco pocos sacerdotes que sean prudentes y sabios en esta materia. Que tengan la prudencia y la sabiduría que -al fin de cuentas- Dios tiene en estos asuntos.

Conozco coleccionistas de vocaciones, acopiadores, patoteros que blasonan cierto mal gusto, ya no en adocenar, sino en la baladronada del adocenamiento. Como también conozco iconoclastas. Pero de los que saben saber y saben hacer, lamentablemente conozco unos pocos.

En fin, ya habrá ocasión de seguir hablando del tema.

Pero es cierto que, para un chico, había alguna aproximación como iniciática en dirección a los misterios en esa intromisión en el altar, más allá de lo que se hiciera con esa aproximación.

El caso es que me vi pensando en estas cosas cuando el sábado a la noche el sacerdote apareció rodeado de niñas revestidas con albas. Sólo niñas.

No sé si no deberían pensar un poco en eso los que diseñan campañas para 'aumentar' las vocaciones sacerdotales, además de rezar, claro.