viernes, 30 de junio de 2006

Rauss!: Das ist, 'siamo fuori...' (es decir 'ja, qué me importa...')

No sé si leyeron los diarios...

Pero 'esta' batalla de Berlín la ganaron los germanos.

Esta batalla de Berlín, digo.

Al fútbol, claro.

Por penales, sí.



Listo.


Miscelánea

Broma para algunos: 'esta' 'batalla de Berlín' también la ganaron los aliados...

Broma para otro: ¿alguien se ilusiona con un triunfo ucranio...?

Broma para otros: ¿algún tradicionalista y nacionalista católico argentino desea secretamente el triunfo de la 'madre patria', es decir de Inglaterra...?

Broma para peronista anarco antimperialista: Que gane un latinoamericano...

Broma para hincha de Racing: Que gane uno que no haya ganado casi nunca...

Broma para mí: Me gustaría que ganara Portugal...

¿Me habla a mí...?

El frío, el primer sol de la tarde, tibio sobre el vidrio de la ventanilla, el suave movimiento del tren, me adormecían. Salíamos de Palermo.

Me arrancó del sopor un gigantón de unos 14 años, romboidal, que coronaba y acentuaba su vértice con un gorrito de lana con los colores "de la selección".

Mudo y distante, repartía -para cosechar unas moneditas- unas tarjetitas de las de cartón duro, plastificadas, con ositos cariñosos y florcitas de colores estridentes en el anverso. Puso una sobre el asiento, junto a mí, pero con torpeza tal que el gesto era un despertador para el durmiente.

El mensaje, escrito con letras encarnadas, bordeadas en dorado, con vacilante gramática decía:
Si la vida me diera un deseo,
desearía volverte a conocer.
Y allí quedé. Por un mecanismo que no me extraña pero que no entiendo y siempre me sorprende, primero revisé la sintaxis y después me tomé en serio la frase. En lo que tardó en secuestrarme -o rescatar- la vitela (no, no le di una moneda; me parece que me impresionó el tamaño del "niño" o ya estaba distraído...), repasé lo que estaba diciéndome con su tarjetita.

Y -siempre según el mecanismo arcano- de allí pasé a una lista mental de aquellas personas a las que podría enumerar bajo semejante epígrafe. ¿A quién le diría eso? ¿Habría alguien a quien realmente pudiera decírselo?

Y en eso estaba, poblando hojas de aire con tantas anotaciones como tachaduras.

No diré el resultado. No podría. Pero también porque sin darme cuenta crucé una puerta y aparecí en otro jardín.

El coronado gigantón mudo y adolescente, sin advertirlo, "me había hablado". Y sin proponérselo él me había puesto a pensar en lo que "me había dicho". Y allí estaba yo, abstraído, ya despierto, haciendo la tabla de posiciones de quienes merecían ser re-conocidos...

Y volví a la cuestión ociosa del auditorio y del interlocutor.

¿Sabría esa especie de Hermes denso y opaco que llevaba en las manos mensajes cifrados? ¿Era tan inocente su mendicidad? ¿No se trataba de un magnífico disfraz?



Antes de llegar a Retiro, copié el mensaje de los dioses para no olvidarlo. Y un poco me reía con todo el asunto.



Volvía, ya tarde. Seguía con sueño y, por una de esas asociaciones caprichosas, volví al papel en el que había copiado a las disparadas la notita 'hermética'.

Pasa tener que copiar así las cosas. A veces son versos que aparecen abruptamente o que vienen madurándose en música y que para no 'perderlos' -o para sacármelos de encima- anoto generalmente a lápiz. Pueden retormarse o no, pero allí quedan, en cualquier caso.

Y fue recién al releer la frase que me di cuenta de que había una cuarteta maltrecha más arriba. Entonces recordé la ocasión en la que la escribí.

Viajaba a Retiro, una tarde, hace un par de meses, tal vez, y en el asiento contiguo viajaban dos muchachas. Leía yo y conversaban ellas en voz queda pero audible, poca gente. Se contaban sus cuitas, recuerdo, amores y desamores, entre chismes de oficina y tales cosas.

More moderno, creo, porque eran dos 'muchachas' ya no tan muchachas..., así que las desventuras parecían ser laborales. Una de ellas contó la secuencia de algo para mí desconocido pero no para su interlocutora.

Alcancé a entender que él había partido, y que lo que hubiera sido aquello que los unía, en algún momento dejó de ser, se disolvió, sin demasiada tragedia, sin mucha emoción. Ella, dijo, lo había extrañado al principio (estoy desfigurando ahora, y por falta de memoria, la riqueza dialectal de aquella confesión...), pero no sabía cuánto lo había extrañado hasta que él volvió a cruzarse. Parecía tratarse de una relación nacida en el lugar de trabajo, como digo, y parecía que él había tenido que ir a cubrir algún lugar en algún otro lugar.

Pero él volvió. Y fue allí que ella advirtió que no era para tanto.

Esto lo dijo de modo tal que no podría ahora reproducirlo. Pero me quedó la 'substancia' del asunto, el giro, la forma barroca -sin saberlo- en la que ella envolvió su desencanto, y su sorpresa, porque al verlo advertía que no era para tanto. Ni él. Ni su ausencia.

Y así fue que quedaron, sobre la frase de Hermes, los versos de esa cuarteta que eran el resumen y la versión de lo que había oído:
Estás pero volviste. Tú no estabas.
Y ahora sé que no estás porque volviste.
Porque mientras no estabas no sabía
si extrañaba de ti que no estuvieras...
Y resultaba así que la tarjeta del gigantón era una especie de continuación de aquella conversación.

En la lista de gentes a las que poder mandarles la tarjeta del gigantón, ella no lo tenía a él.

Algo que azarosamente había unido yo, poniendo una cosa debajo de la otra.

Y de todo esto, ni las muchachas laborales, ni el ignoto desencanto de hombre que una de ellas había botado, ni menos todavía el Hermes romboidal, sabían absolutamente nada. Ni creo que tengan modo de enterarse.

O sí.

Y entonces soy yo el que no sabe nada, más probable.



El caso es que me parece que eso pasa muchas veces, más allá de nuestras intenciones, con las cosas que decimos.

Difícil saber a dónde van a parar y con qué otros asuntos se juntarán en la cabeza o en el corazón de nuestros interlocutores.

Lo cual torna a las palabras en episodios suma y potencialmente peligrosos.

jueves, 29 de junio de 2006

Vindobona

Es la Panonia superior, en los alrededores de la fortaleza romana de Vindobona.

De pie, frente a las todavía imponentes legiones romanas, el cacique germánico enarbola su piel de oso, su furia, su autoestima, su hambre de destino, su hacha y su macana, mientras por detrás, sin orden, ulula su séquito enardecido (en sentido literal y figurado...)

¿Qué habrá pensado el gigantón marcomano?

Enfrente, muriendo el siglo II, tenía a Marcus Annius Aurelius Verus y la ya iniciada decadencia. Las típicas y mediterráneas corrupciones del Imperio. Los celos y los homicidios, la degradación y el resquebrajamiento de esa parte del paganismo, con más brillo y riqueza por entonces que gloria, pese a las buenas intenciones de Marco Aurelio, el filósofo. También tenía ante los ojos a la poderosa Legio X Gemina.

¿Qué habrá dicho aquel capitán de origen suevo en su guturalidad consonántica? ¿Sabría de los hérulos que habrían de venir, de Teodorico y sus ostrogodos, de Odoacro? ¿Habrá barruntado el fuego raleando las Siete Colinas? ¿Sabría que una parte de ese fuego barbecharía Europa y la volvería fértil para que allí crecieran los hijos de Roma? ¿Cómo habrá arengado a su hueste?

Probablemente habrá vociferado que no temía a los romanos. Es en cierto sentido famoso que estos pueblos hacían un culto particular del coraje, de la valentía, de la falta de temor frente al enemigo. Es probable que fuera un grito de batalla para toda suerte de ocasiones, se tratara de batallas o no.

Y algo así habrá dicho, creo. Porque, al parecer, se trata de una típica frase germánica.

Digo, y estoy hablando estrictamente de fúbol, entiéndase bien... Y lo digo antes de la batalla de Berlín de mañana, perfectamente impuesto de los riesgos que se corren en estos casos con el resultado incompleto.

Pero lo digo igual (antagonistas del balompié, y otros antagonistas: morigeren la chunga y el pitorreo. Si tienen muchas ganas, tal vez tendrán ocasión de desfogarse luego, si quedamos afuera...)

Porque lo que digo lo estoy diciendo porque sí. Porque me hace gracia esa muestra pedestre de atavismo germánico. Y me hace gracia ahora, sin que importe el resultado del partido, porque me seguirá pareciendo una curiosidad digna de atención después, sin que importe el resultado del partido.

Y porque estoy hablando de fútbol.

Pero, no.

Pero, sí. Y no.

A usted le hablo...

Es una de esas cuestiones hasta cierto punto completamente ociosa. Algo que es como el revés de una trama y que en razón de ello no debe tratarse, o simplemente no se trata.

Por eso.

Aclararía, por una parte, que estoy obligado a la consideración técnica de estas materias. Es uno de los asuntos que debo estudiar, como si dijera, profesionalmente. Pienso también que, en tal caso, no tendría por qué exponer ese costado del asunto ante... qué diré, ¿usted?, ¿ustedes?

Pero, por otro lado, la consideración del destinatario es algo que siempre aparece en el horizonte del que está sometido casi continuamente a un auditorio.

Entonces, composición tema: el auditorio o el interlocutor.

Y más específicamente ahora: ¿a quién le hablamos cuando hablamos? ¿Con quién estamos hablando cuando escribimos a través de un medio como éste?

De tales asuntos se siguen otros: ¿qué le estamos diciendo a quién? ¿Cómo lo estamos diciendo? ¿Por qué lo estamos diciendo? Y cada uno de ellos es materia de más y más notables -y a veces importantes- cuestiones ociosas.

Me doy cuenta de que las respuestas se disparan en todas direcciones. No solamente porque hay -puede haber- varios interlocutores, varios auditorios, a veces superpuestos. Está, además, la intención del propio autor que en ocasiones le habla a alguien en particular (siquiera a un genérico lector) y a veces ensaya una dicción más próxima al soliloquio, nunca del todo excluyente ni inocente, me parece.

Hay casos, entiendo, en los que el interlocutor se desdibuja o parecería desdibujarse. A veces, porque no es exactamente un inter-locutor, no pleno al menos. Recibe más de lo que interviene. Pero eso mismo es parte del asunto, tal vez y sin tal vez. Más auditorio que interlocutor. Y habrá una razón para ello.

Sé también que hay modos más 'ingenuos' de abordar el tema: descubrí este medio, por ejemplo, me gustó, me divierte, lo uso. Y listo. Sí, está claro. Y está bien. Nunca, sin embargo, tan 'inocente' que la cuestión ociosa no esté presente y hasta modele desde adentro del propio autor lo que va a decir, cómo lo va a decir. Y así.

De todas formas, allí está el asunto.

miércoles, 28 de junio de 2006

Tenorio


Entre los ritos de mi repertorio,
mido la muerte por el calendario
y soterro la vida en el osario
de los días, que acopio en ese emporio.
Como si fuera un culto estrafalario
-preñado de alegría y promisorio-,
dejo que el tiempo trame el desposorio
del abalorio con lo necesario.
Secreto, a veces, hago un inventario
y entro al recuerdo como a un relicario
y ordeño un gozo tenue y transitorio.
Pero el tiempo me acosa, lapidario,
y el recuerdo es mi trampa y el calvario
de mi amor al amor de lo ilusorio.

martes, 27 de junio de 2006

Cifra

Dicen que soy altanero
pero no soy fantasioso;
sencillo pero vistoso,
sin jactancia, con donaire:
libre voy surcando el aire
cual golondrina viajera
y te llevo a la asidera,
Provincia de Buenos Aires.

Soy bastante resfaloso
pa' que me rayen el cuero;
soy manso como un cordero
tigre pa' quien me desaire;
la cabo amarillo'e chaire (*)
quien crea que no me atrevo,
que soy pollo de tu güevo,
Provincia de Buenos Aires

No ando llorando miserias
ni cobro para cantarlas:
siempre preferí aliviarlas,
otros la' hacen comerciables,
con un precio incalculable
están con la panza llena.
No mercachiflo tus penas,
Provincia de Buenos Aires.

No hemos nacido culebras:
los pampas no son serviles;
conozco ciertos reptiles
de alpargatas, despreciables,
que se arrastran miserables
y andan chimangueando el cielo:
esos no son de tu suelo,
Provincia de Buenos Aires.

Yo soy como cueva'e zorro:
no me tuerce la mentira,
y soy como asao de tira
que no le hace mal a naides;
no quiero nada de balde
y lo que es mío lo quiero
como argentino y surero,
Provincia de Buenos Aires.


Esto es una cifra en octavas. Al cantarla, se repite el primer verso de cada estrofa. Así compuso O. Moreno Palacios su Provincia de Buenos Aires, la que mentaba el otro día. (La foto es del viaje a Juárez, en la provincia precisamente, allí donde estaba oyendo estas cosas...) Tengo que agradecer a Hache que con prontitud cortés me hizo llegar la grabación.

No pude descifrar, en modo alguno, un verso (*) y la versión de esa línea que apunto es la que encontré, sin que me conforme en absoluto porque creo que allí está mal copiada. De cualquier modo, el verso tal como lo oigo en el tema cantado no luce mejor, por eso no lo copio (**).

Saco de por allí que una cifra es el:
acompañamiento musical que habitualmente se une al canto de improvisación de los payadores de contrapunto. La cifra -expresa el musicólogo Carlos Vega- se presenta como una entonación de estrofas interrumpidas por interludios breves. Una serie de acordes rasgueados hace las veces de preludio. Concluidos uno a dos versos, irrumpe de nuevo el rasgueo. Su música tiene como introducción un ritmo de malambo o de triunfo. Las estrofas están compuestas de cualquier número de versos igual a los empleados por el contrario. La cifra no tiene fin, es decir que era necesario que uno de los payadores se diera por vencido para que ella se acabase (Félix Coluccio). Su comienzo tiene algo de clarinada, jocundo y alto, distinto del tono melancólico de la vidalita o el triste. Su compás es de 3/4 ó 6/8.


___________

(**) Esto había dicho por entonces, pero vine a saber con el tiempo que el verso dice "la cabo amarillo chaire" y así hace sentido. La cabo amarillo es faca para atacar y defenderse, y la chaira es el instrumento con el que se afila. Así, el verso dice que vaya sacando la faca y téngala pronta y afilada para defender sus palabras "quien crea que no me atrevo". Y eso es todo.


lunes, 26 de junio de 2006

Freedom

Con sus "339 metros de proa a popa -es casi 70 metros más largo que el Titanic- y sus 63 metros de altura, cuatro metros menos que el Obelisco", me pregunto: ¿bastará para estar seguro 'en el mar'?

Que estas 160.000 toneladas (el equivalente a "32.000 elefantes...") se llamen Freedom of the seas no me parece que ayude para nada. ¿Fredoom of the seas over the seas?

Una libertad de los mares, sobre el mar, que resulta todo un grito. Casi histérico y nervioso, diría. Porque, por ejemplo, con semejante lastre debe ser muy difícil 'salir del mar', y más todavía si le ocurre tener que vérselas con el fondo del mar, en vez de surfear la superficie.

Parece que los hombres hacemos esto una y otra vez. Esta pasión 'titánica', digo. Y es curioso y significativo que lo hagamos pensando en el placer y la diversión. Que se nos ocurra asociar algo tan terrestre como semejante mole -la mayor cantidad de estabilidad de la que seamos capaces en medio de la mayor inestabilidad-, a algo tan poco firme como el mar. Y que además nos parezca divertido divertirnos de ese modo.

Es verdad que el hecho de que el capitán sea marplatense podría masajear el infinitamente inflable ego argentino. Es verdad. Podría, sí, aunque en este caso...

domingo, 25 de junio de 2006

Aguas tormentosas

Nosotros oímos estos textos en este orden:
1)
Yahveh Dios respondió a Job desde el seno de la tempestad y dijo:
¿Quién encerró el mar con doble puerta, cuando del seno materno salía borbotando; cuando le puse una nube por vestido y del nubarrón hice sus pañales; cuando le tracé sus linderos y coloqué puertas y cerrojos? "¡Llegarás hasta aquí, no más allá - le dije-, aquí se romperá el orgullo de tus olas!" (Job, 38, 1. 8-14)
2)
Este día, al atardecer, les dice: "Pasemos a la otra orilla." Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con él. En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: "Maestro, ¿no te importa que perezcamos?" El, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: "¡Calla, enmudece!" El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: "¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?" Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: "Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?" (Mc., 4, 35-41)
Me imagino que, dos mil años atrás, tal vez lo conocido era lo desconocido y lo desconocido lo conocido. Es posible que un judío piadoso y que conociera las Escrituras, conociera el pasaje del libro de Job, que es por otra parte un pasaje 'fuerte' y se refiere a las preguntas que Dios hará una vez que Job preguntara antes.

Me pregunto si al ver el episodio del mar domeñado por Cristo, aquellas gentes vieron el episodio del interrogatorio de Dios a Job, que además hace referencia explícita al mar gobernado.

Pienso si no es parecido para nosotros, aunque al revés. Y más difícil, todavía. Porque cuando oímos textos de las Escrituras, no sé si podemos referirlos a otras cosas que tal vez conocemos, que nos han enseñado. O si se nos ocurre pensar en qué significan. El caso del mar, por ejemplo. Porque está claro que la concordancia de pasajes no es producto de un buscador internético y que las lecturas que se leen en misa no se amontonan por palabras idénticas, o afines, sin más.

Estas lecturas, claramente, nos obligan a fijar nuestra atención en el mar. Y en un sentido muy claro, con una trama impecable, aunque más o menos oscura y llena de significados.

Uno podría decir que el propio Jesús se aprovechó de eso. Sí, uno podría decir tantas cosas.

El asunto es que allí está un mar que obedece. Y lo que hay en él y flota por sobre él y lo agita y amenaza al hombre, finalmente está obligado a obedecer al que lo domina, a su dominus, a su dueño, que le pone límites. Y ley.

Me pregunto si Jesús pensaba también en esto mismo. Y calculo que sí: "¿Acaso no he dicho ya, hace mucho, cuando le hablé a Job acerca del mar, que Yo le ordené al mar: '¡Llegarás hasta aquí, no más allá, aquí se romperá el orgullo de tus olas!'" Pienso si en su amonestación a los discípulos esto mismo no estaba implíicto.

Y ha de ser que no lo recordaban o no lo sabían, porque, 'temiendo con gran temor' el poder que habían visto, se preguntaban Quién era Él a quien el mar y los vientos obedecían. Y la respuesta está en el libro de Job...

Por otra parte, me pregunto qué significa la pregunta de los discípulos con la que zamarrean a Jesús, y a quién incluye. En griego, el texto dice, más o menos: Didáskale, ou mélei soi óti ápollümetha, lo que se podría entender como: Maestro, ¿acaso no te concierne (a ti) que perezcamos (nosotros)?

Me pregunto a quiénes incluye ese 'nosotros' del verbo. Si en la pregunta Cristo iba implícito. O no. Porque si no lo incluye, si lo que decían era algo así como 'nosotros perecemos en esta tormenta, aunque Tú no perezcas en ella...', sería hasta una especie de oblicuo acto de fe, aun sin que ellos lo supieran del todo. Si, por el contrario, lo que dicen es que 'todos nosotros y Tú pereceremos...', creo que es otra cosa.

viernes, 23 de junio de 2006

Provincia de Buenos Aires

Cómo son las cosas. Aquí, en medio de la provincia, campo afuera, hay sonidos que suenan distintos. Y tan. Como si sonaran por primera vez de veras cuando se oyen en el lugar de donde salieron.

Miro el campo que está muy lindo y oigo músicas de por aquí (mientras alguna que otra cosa hago, no crean, que para eso vine o dije que vine....). Pero estoy precisamente buscando una milonga de Omar Moreno Palacios que se llama Provincia de Buenos Aires y de la que oí dos versiones, la del autor y la de Suma Paz. Cuando vuelva a mis pagos la encontraré en algún disco que tengo.

Mientras, magnífico substituto, no vienen nada mal estas décimas de otra milonga que le oí al propio Moreno Palacios (es suya), pero también a Jorge Cafrune.

Y nunca te dije nada

Con un rosa color cielo,
puesta de sol tu pollera,
yo te vi así, a mi manera,
y fue mi mayor anhelo
el perfume de tu pelo
con tu carita aniñada,
el dulzor de tu mirada,
la tristeza de tu llanto.
Pensar que te quise tanto,
¡y nunca te dije nada!

Capaz de montar un trueno
por un porrón de ginebra
o dormir con cien culebras
sin que me melle el veneno.
Mi canto no tiene freno
pa' cualquier atropellada;
hago patancha sin nada
al diablo más entrañudo.
Yo que fui tan corajudo
¡y nunca te dije nada!

Extraña filosofía
hay en mi noche serena,
oí una voz que con pena
me dice yo soy... María.
Deliro en mi fantasía
por la frase tan deseada,
se agiganta la encordada
y un triste canto me llega...
Pude ser tu Santos Vega
¡y nunca te dije nada!

miércoles, 21 de junio de 2006

Solsticio

Todo junto.

Mientras preparo una correría por la provincia de Buenos Aires -para estos días, hasta el sábado, por allá por la zona de Benito Juárez-, pienso cómo hago para decirles a los locales que los nombres tiñen. Pienso si le rendirán homenaje al patrono laico de su pueblo. Y qué dicen de él. Ay.

Entretanto, me llegan unos correos con saludos y regalos de lo más atentos y de lo más simpáticos.

Como un libro que espero me manden de El Salvador. Y unas músicas que llegan con fina generosidad: primero, Bebo Valdez & Diego El Cigala haciendo Vete de mí (bolerazo de Homero y Virgilio Expósito...), muy bien hecho. Entonces me engolosino y pido al remitente la versión de Bola de Nieve. Y viene la versión, nomás.

La letra es un clásico (y hasta una rareza entre compositores más bien tangueros), creo:
Tú,
que llenas todo de alegría y juventud
y ves fantasmas en las noches de trasluz,
y oyes el canto perfumado del azul:
vete de mí.

No te detengas a mirar
las ramas muertas del rosal
que se marchitan sin dar flor,
mira el paisaje del amor
que es la razón para soñar y amar.

Yo,
que ya he luchado contra toda la maldad,
tengo las manos tan deshechas de apretar
que ni te puedo sujetar:
vete de mí.

Seré en tu vida lo mejor
de la neblina del ayer
cuando me llegues a olvidar,
como es mejor el verso aquel
que no podemos recordar.
Y pasa la tarde de este día, entre suaves preparativos de viaje corto, mate, fútbol..., boleros y, por suerte, un poco de buen frío.

Así las cosas, le atribuyo esta suerte de bienandanzas -y algunas que pueden pasar en silencio- a la cercanía del solsticio de invierno.

Pero eso ya es preferencia mía, nada más.

martes, 20 de junio de 2006

Supongamos



Supongamos la antífona del día,
o el salmo de la niebla en la mañana
y un amén en los fuegos de la tarde.
Supongamos el mar, el viento, el cielo:
rumor sabroso, azul, desconocido,
que rompe con la noche, que la astilla
y en estelas de estrellas se deshace.
Supongamos rugidos y el silencio
del otoño aterido, el sol desnudo:
un pabilo que tiembla, un inocente
y débil resplandor. Y supongamos
que todo y todo en todo, y sin aviso,
estallara. Y la luz se hiciera viento
y el viento una foresta inextinguible
y el bosque arroyo y el arroyo arrullo
y el murmullo del agua iluminara
y otra vez esa luz disuelta en brisa
trepara por la fronda en sinfonía
de piedra, de cascada, de tropeles
de latidos de voz, de sangre en llamas.
Supongamos miradas como aceite
exhalando fulgor, quietud, perfume.
Supongamos palabras de romero,
de cedrón y de menta, como aromas.
Palabras y miradas. Supongamos
una dulzura en guerra y que su escudo
fuera un requiebro tibio y que su espada
fuera un beso en la frente entristecida.
Y que nada faltara desde entonces:
la alegría sin más como alimento
y un vino que destilan los rocíos
y al corazón cordial, ya vuelto cáliz,
le escancian unas manos sin apuro,
sin tiempo y sin dolor, sin reticencia.

Ya vendrá. Por ahora, supongamos.

lunes, 19 de junio de 2006

De lo perdido y hallado

Hay que agradecerle a Juan Ignacio la gentileza y su fina atención.

Encontró con muy buena memoria el soneto que se me había perdido.

Me dice que efectivamente estaba en el
LP de "Los Chalchaleros": 20 años de canto.
Grabado en vivo en el Teatro Victoria, Salta, 1968.
Copió también estas
Palabras de Dávalos antes de la cueca "Entre San Juan y Mendoza":

A "Los Chalchaleros" y también en homenaje a los "consumidores" de "ese perfumado y violento yapador de sangre".
y finalmente este soneto al vino...
Viene un color de vena desolada
nombrándote crepúsculo entre flores
y tocas al amor con resplandores
de sangre y tinta azul martirizada.
Como un monstruo inocente, la mirada
te duele de tan honda; en los albores
de tu cuerpo crisol hay ulteriores
reflejos de alarido y puñalada.
Entre la piel y el alma te me pegas
como la sombra de un abuelo triste
que en mi vengara todas sus tristezas.
Y desde el pozo de tu vida ciega,
un toro antiguo de jazmín embiste
mi corazón sin tiempo y sin cabeza.
Era como mi destartalada memoria lo recordaba.

Especialmente, en la salteñidad de su dicción, esta especie como de pompa lírica, que se dice con la voz grave, pastosa, cantada. Hasta con unos reflejos que serían surrealistas si no fuera que uno sabe que es ese modo de decir tan propio de aquellos pagos. Si no me falla mucho el recuerdo, hasta Luis Landriscina solía parodiarlo con gracia, ahuecando la voz, arrastrando las sílabas entonadas, jugando con las definiciones de las cosas más triviales -una silla, una bombilla, una damajuana..., bueno, no tan triviales- 'al modo salteño', tan decidor, florido, barroco.

Un modo que va envolviendo en retórica rococó la sencillez de los objetos corrientes, para ver si entran a paso de ganso, con capa, con galas y circunstancia, con paso de desfile a los versos o a la frase sentenciosa. Eso hacen: transforman en literatura la charla de café. Y les sale bien.

domingo, 18 de junio de 2006

Reino

Este fragmento del libro del Éxodo, fue la primer lectura de la misa de hoy:
En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: "Haremos todo lo que dice el Señor."

Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos, y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre, y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió:
-Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.
Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo:
-Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.
Este fragmento de la carta de san Pablo a los Hebreos, fue la segunda lectura:
Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado.

No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna.

Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen el poder de consagrar a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo.

Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.

Se leyeron en la misa de las 7 de la tarde en mi parroquia, y son dos de los textos de la fiesta de Corpus Christi.

Las que siguen, entretanto, son las letras de tres de los cantos que se cantaron a la entrada, en el ofertorio y en la comunión, respectivamente.
Tu pueblo

Tu pueblo reunido todo
te canta con alegría,
a vos, el Dios de los pobres,
a vos, el Dios de la vida.

Todo tu pueblo celebra
con alegría y amor,
esta fe que nos anima
a hacer tu Liberación.
Tu presencia entre nosotros
se hace fiesta popular
compartiendo vida y canto,
luchas y fraternidad.

Jesucristo, Hermano nuestro,
que conoces el dolor
y la injusticia que sufre
el pueblo trabajador.
Danos tu fuerza en la lucha
por el trabajo y el pan
queremos vivir unidos
con justicia y dignidad.


Quiero ser pan

Es joven el que espera,
el que sabe caminar,
el que lucha por el Reino
sin volver la vista atrás.
El que da su mano a otro,
el que sabe transformar,
el que es pan para los pobres,
defendiendo la verdad.

Quiero ser pan,
para el hambre ser el pan
de mi pueblo y construir
el escándalo de compartir.

Es joven el que arriesga,
el que sabe caminar,
el que siempre pregunta
sin volver la vista atrás.

El que sabe hacer historia,
el que sabe transformar,
el que es voz de los pequeños
defendiendo la verdad.


Sembremos esperanzas

Pá traerles a los pobres sus esperanzas
vino Jesús al mundo y dio su palabra,
de que serán felices los hambrientos,
que no es camino el de los violentos,
que la justicia se instaurará.

Él bajó de su trono a los poderosos
la sombra de su amor venció a la muerte,
¡que se haga río de vida todo el llanto!
Y mar de amor con fuerza nueva nueva,
la sangre joven de mi gente.

Vení, hermano,
animáte a construir
¡Hay tantos corazones
para armar de nuevo!
¡Tanto dolor
para cambiar por dicha!
¡Hay tanta vida
para seguir viviendo!

Vení, hermano,
que Jesús venció a la muerte,
juntos podremos
desterrar el desaliento,
vení, sembremos
con semilla de esperanza:
el horizonte nuevo
es nuestro pueblo.

Si la soberbia
el fuego cambió en cenizas,
tendremos que encenderlo con alegría
que el señor de la vida con brazo fuerte
puede cambiar nuestra antigua suerte
y alzar a mi pueblo de entre sus ruinas.

Él andará borrando rencores viejos
y nosotros cuidando viejas heridas
que ya es hora de darle alas a la vida,
la vida que abre nuevos caminos,
la vida que nos ofrece Cristo.
Así las cosas, digo que -y sin simplificar, salvo por la formulación sintética- una cosa no tiene que ver con la otra. Y creo que son opuestas, incluso de tal manera que una niega a la otra. Y si no lo parece por las palabras -que pueden resultar equívocas-, lo son por el espíritu y el sentido. A tal punto que, diría y creo que sin exagerar, bien podrían tenerse por profesiones de fe diferentes. Y opuestas, insisto.

A mi entender, la palabra clave de las letras de esos cantos es Reino. El sentido de esa palabra está también en la carta a los Hebreos.

Como resultado de mirar ambas cosas, digo lo que digo.

viernes, 16 de junio de 2006

Los cocodrilos son de sangre fría (aunque lloren...)

Así se llaman: poiquilotermos.

Los cocodrilos, digo. Los plumíferos de Página 12 no sé. Pero también son de sangre fría.

Porque hay que tener hielo en las venas para quejarse de que la 'industria cultural -puaj, digo yo- es una máquina de guerra'. Lo diga Gilles Deleuze o lo diga el soldado Chamamé.

Unas pocas preguntas voy a hacer, nada más:

Supongamos que divido el mundo en dos. Y que me queda -por imperio de la costumbre y de la falta de ingenio, ya que no hemos inventado otros nombres para estos laterales- de un lado la derecha y del otro la izquierda. Supongamos que pongo a todos los arquitectos e ingenieros, peones, maestros mayores de obras, fratachadores, albañiles, techistas, electricistas, plomeros, pintores de las industrias culturas en alguno de los dos lados: ¿de qué lado me quedaría la mayoría de los arquitectos e ingenieros, peones, maestros mayores de obras, fratachadores, albañiles, techistas, electricistas, plomeros, pintores de las industrias culturas?

¿Cuál es el peso estadístico de los 'creadores' de cultura que tienen domicilio legal en la rive gauche del mundo dividido en dos? ¿De qué lecturas y hábitos y profesiones políticas y religiosas se nutren los arquitectos e ingenieros, peones, maestros mayores de obras, fratachadores, albañiles, techistas, electricistas, plomeros, pintores de las industrias culturas?

Si tienen que imaginar un mundo, la mayoría de los arquitectos e ingenieros, peones, maestros mayores de obras, fratachadores, albañiles, techistas, electricistas, plomeros, pintores de las industrias culturas, ¿se lo imaginan 'desde' la izquierda o 'desde' la derecha? Y cuando lo expresan o lo comunican o lo profesan, ¿'desde' dónde lo hace la mayoría de los arquitectos e ingenieros, peones, maestros mayores de obras, fratachadores, albañiles, techistas, electricistas, plomeros, pintores de las industrias culturas?

¿Queda bien ser culturoso, creador y artista y vivir en la margen derecha? ¿Se es creíble así? ¿No hay un mandamiento que dice que para que lo cultural sea 'genuinamente' cultural tiene que venir de, ser, e ir hacia la izquierda, tiene que oler a izquierda o a progresismo por alguna parte?

¿Quién elabora, produce y difunde la materia prima de la culturidad ambiente? Por decir algunas cosas, algunas pocas, ¿qué diario, qué obras de teatro, qué Magdalena Ruiz Guiñazú, qué Felipe Pigna, qué Federico Luppi, (y hasta qué Che Guevara), son los pequeños o imponentes faros de lo que hay que pensar y sentir, creer o no, si uno es cultural, culturoso y progresista?

¿No es verdad que cualquier cosa de derecha -regalando el calificativo como si uno regalara comida y zapatillas antes de las elecciones, a troche y moche- es siempre una caricatura, así como cualquier cosa de izquierda es una aproximación al modelo perfecto, especialmente en materia de culturosidades?

Y más y más preguntas.

Entonces.

Digo yo: ¿estos tipos están locos? ¿Qué fuman? ¿Hay alguna cosa cultural que no tenga que pagar por buenas o por malas, en todo o en parte, subrepticia o declaradamente, los peajes culturales a que la izquierda (calificación tan amplia como la otra, a veces...) somete, sin mirar a quien?

Es verdad que hay una cosa que se llama izquierda y que es nada más que lo que se ve desde cierta derecha, cuando lo que se ve no es suficientemente canónico al gusto de esa derecha.

Pero también es verdad que la izquierda no necesita de esos distingos bizantinos y siempre incómodos (como toda defensa, después de todo...)

La izquierda inventó y nutrió lo 'políticamente correcto'. Y eso rige. Y eso es cultura. La izquierda inventó que lo revolucionario es bueno. Y eso rige. Y eso es cultura (pregúntenle si no a Albert Camus qué le pasó por no ser 'tan' de izquierda como Jean Paul Sartre esperaba de él...)

Y más cosas de esa naturaleza en las que la izquierda colaboró -de la mano de una derechaquenoestanderechacomoladerecha - peroquehayquellamarderechamuchasveces - porquelaizquierdallamaderechaaloquenoestandeizquierda - comolaizquierdaexige..., y eso en la música, en la poesía, en la publicidad, en el diseño gráfico, en lo que hay que festejar y en lo que hay que repudiar, en cuáles palabras hay que usar, en qué hay que pensar del cielo, de la tierra y del infierno...

Y hasta en lo que mucha gente de laderechaquequieran piensa, siente y profesa y gusta.

Es decir.

Creo que estos tipos, al fin de cuentas, son unos llorones, creo que son unos maricones.

Ellos han hecho buena parte de este mundo cultural ambiente.

Le han dado sus genes, lo han amamantado, lo han hecho crecer.

¿De qué se quejan? Esos hijos que ellos han parido y criado, de tanto en tanto prueban las mieles del capitalismo y trabajan para él a condición -tantas veces- de transfundirle su sangre cultural, aunque el envase de la sangre sea glamoroso y cruel como sólo el capitalismo sabe ser. Y esos mismos hijos, de tanto en tanto se suben a un descapotable y se empinan un Dom Perignon extra brut y pisan alfombras rojas en Hollywood, y viven la vida de los cerdos imperialistas porque son progresistas pero no quieren estar tanperotan afuera de este mundo, mientras -eso sí que sí- discursean sobre el hambre en Ruanda y las Madres de Plaza de Mayo.

¿Me permiten una expresión popular?: que se dejen de joder...

Esta canción

Tiene aspecto de madrigal, diría (por decir a qué se me asemeja...)

Y tiene cierto ingenio disimulado, hasta cierto humor en el final, tal vez ese estilo a la inglesa, el que dice lo que quiere decir en el último minuto, en la última oración, a propósito.

Total que me gusta, entre otras, esta canción de Pablo Milanés (*).

Reconozco que algunos versos tienen alguna ingenuidad lírica (...toda la pureza que me da / nunca la podré corresponder...), pero el resultado es poético, me parece.

Nunca dejo de imaginarme (inventar) la situación en la que algo pasa o se compone. Como no puedo evitar, junto con las circunstancias, tratar de imaginarme -concretamente en este caso- el halago que una mujer debería sentir ante semejante requiebro.
Si ella me faltara alguna vez
nadie me podría acompañar,
nadie ocuparía ese lugar.
que descubro en cada amanecer,
si me faltara alguna vez.

Si ella me dejara de querer
cuando la contemplo al despertar,
toda la pureza que me da
nunca la podré corresponder,
si me dejara de querer.

Si ella se olvidara de cantar
ese hermoso mundo que me da,
cómo volvería a predicar
si fue su palabra mi verdad,
si se olvidara de cantar.

Si ella no inundara esta ciudad
todo cambiaría de color,
gozaría de otra claridad,
cuando miro y pienso con dolor
si no inundara esta ciudad.

Si ella me faltara alguna vez,
si ella me dejara de querer,
si ella se olvidara de cantar,
si ella no inundara esta ciudad:
yo escribiría esta canción.

(*) La mejor versión que oí es una en vivo, con apenas la guitarra, una flauta y un violín, sólo él cantando y medio resfriado recuerdo. Pero encontré esta versión que hace con Maná y que no me parece mala.

Amor y nostalgia

Un comentario me lleva a san Agustín. Creo que tiene razón Luis cuando apunta que hay algo de lo que venía diciendo, en las Confesiones: el amante humano amando a Dios -en vano, dice Luis- en las creaturas. Y agrega con agudeza:
Esa desproporción tiene el tamaño de la Ausencia - que, como decía Silvia Plath sin aplicarlo a Dios, "crece como una presencia".
Así fuimos a parar, confirmando, al famoso:
Tarde te amé, Belleza siempre antigua siempre nueva. Tarde te amé. Y, he aquí que Tú estabas dentro y yo fuera. Y te buscaba fuera. Desorientado, iba corriendo tras esas formas de belleza que Tú habías creado. Tú estabas conmigo, y yo no estaba contigo cuando esas cosas me retenían lejos de Ti, cosas cuyo único ser era estar en Ti. Me llamaste, me gritaste e irrumpiste a través de mi sordera. Brillaste, resplandeciste y acabaste con mi ceguera. Te hiciste todo fragancia, y yo aspiré y suspiré por Ti. Te saboreé, y ahora tengo hambre y sed de Ti. Me tocaste, y ahora deseo tu abrazo ardientemente. (Confesiones 10, XXVII, 38)
Estas derivaciones nos vuelven, creo, a la cuestión de la nostalgia, aquella que en toda cosa nos lleva hacia adelante (y hacia arriba), aquella que en toda cosa nos 'recuerda' -de un modo misterioso- que nuestro camino es el camino hacia la Patria, por usar una expresión felicísima que tanto le gusta a santo Tomás de Aquino. Y que toda cosa es una como flecha -en su existencia, en su verdad, en su bondad, pero tal vez más que en otra cosa, creo, en su belleza- que apunta al fin. Y al Fin. También aparece allí en relación con la nostalgia, el tema tan agustiniano de la interioridad. De modo que cuando vamos hacia adentro, vamos hacia el Fin.

Sin embargo.

Aunque ambos temas se preñan mutuamente, sin duda, el matiz de lo que estaba diciendo quizá está puesto en otro lado.

Mis comentarios apuntaban a una impresión más fenoménica, como del lado de afuera, si se prefiere: la especie de paradoja que nos ('me', tal vez) hace ver que el amor es mayor, o mejor, que el objeto amado. En nosotros, en los humanos amores por las creaturas.

Está a ese respecto la explicación de que lo que se ve cuando se ve eso es una 'calidad' de amor que en realidad lo que hace es traspasar lo amado -sin saberlo el amante- y busca al Amado, más allá del objeto inmediato. No la niego y creo que es efectivamente así.

Pero creo también que hay algo más. Algo que se refiere al amor que tenemos por las creaturas y que se refiere a la vez a las mismas creaturas y a su amabilidad.

Un matiz, como digo, tal vez apenas una rendija. De tan sutil, tal vez, inexistente.

jueves, 15 de junio de 2006

Lágrimas (de cocodrilo...)

Primero lo leo y después veo.

Pero, ya puedo ir diciéndoles algo, estimados plumíferos: es tarde para lágrimas...

miércoles, 14 de junio de 2006

Ay, las palabras...

1. En una reunión, esta tarde, un alto dirigente religioso me explicaba la participación de una correligionaria suya en una serie de reuniones:
Invertimos a Fulanita en esas reuniones porque creíamos en el proyecto...
2. La locutora del informativo radial anunciaba recién que, luego de un accidente, hubo una herida de gravedad:
La mujer fue sometida quirúrgicamente y está fuera de peligro...

¿Invertir una mujer, someter quirúrgicamente a una mujer?

En fin, aunque ya me parecería espantoso si fueran dos, espero que no se trate de la misma mujer, pobre.

Eso no se hace.

Después, cuando alguno dice que la mujer ha sido degradada en nuestros tiempos, lo acusan de quién sabe qué cosas...

Lo extraño

Que el amor es cosa extraña, parece cierto.

Sin más. Sin las extrañas cosas que uno cree ver a veces en este asunto.

Pero, a la vez, me doy cuenta de que la descripción que hice ayer tiene un analogado mayor de gran calado: Dios mismo.

Es un amante cuyo amor es mayor que lo amado y sin proporción alguna con lo amado. Y verlo amar, al hombre por ejemplo, ciertamente es conmovedor y hasta casi 'avergonzante' para el propio hombre amado, y en buena medida por la calidad, pero también por el exceso, cuya justificación no es más comprensible que el exceso. Ni en las notas ni en la naturaleza de lo amado por Dios (digamos: en todos los seres creados) parecería haber nada mayor que su amor, sino menor, infinitamente.

Claro que este caso bien podría estar fuera de concurso, por razones bastante obvias. Salvado también y por otras razones el caso de que Dios amara en lo existente creado lo que de Si hay en lo existente creado.

Sí, el amor mismo es cosa extraña. Pero no me refería a eso ni, menos todavía, al caso específico del amor de Dios.

Me refería a algunos amores humanos, a la sencilla y extraña desproporción de algunos amores humanos.

Incluso, y tal vez antes que nada, al amor a si mismo, que es un buen ejemplo a veces de la desproporción entre el amor que se le profesa al amado y el amado.

martes, 13 de junio de 2006

Extraña cosa

Me entero, oyendo el programa El Locutorio de Antonio Carrizo -por Radio Rivadavia, a las 21-, de que hace unos días murió Fanny, la mujer que servía y atendía a Jorge Luis Borges.

Dice Carrizo que la buena mujer murió en la mayor pobreza y que la velaron en algún lugar del partido de Almirante Brown.

Carrizo contó algunas anécdotas sobre Borges -como suele hacer- y recordó algunas frases del escritor, siempre elogiándolo.

Carrizo cuenta bien, muy bien. Tiene voz y tempo para eso, llaneza además. A mí me gusta oírlo. Es elegante y es agradable el estilo de radio que hace ahora, cuando era más joven, él, me parece que a veces gritaba un poco.

Siempre oigo con interés y hasta con gusto sus interminables anécdotas borgianas (como cualquier anécdota que cuente, en realidad).

(Así me enteré de que el 'bulín de la calle Ayacucho' está en Peña -donde nace- y Ayacucho y que era una casa chorizo...)

Sin embargo, y precisamente porque lo estaba oyendo con placer, me preguntaba si no hay amores mejores que lo amado. No necesariamente por Borges, aunque Carrizo habla de él con una admiración irrestricta, con absoluta y sincera devoción por completo acrítica, se me hace. Y no es del tipo del que se florea diciendo que es amigo de un famoso, y que el famoso es su amigo.

Pienso realmente haber visto que hay amores y devociones que tienen algún escalón más que lo (o el) amado. Lo cual querría decir que hay cosas o personas que no están a la altura del amor que se les profesa. Cosa difícil de saber, creo. Muy.

Pero podría ser una falla en el amante y que eso que llama amor sea una especie de extraño espejo en el que quiere mirarse amando. Puede ser cierta ceguera, que al fin desmerece el amor cuanto menos lúcido es. Puede ser -yendo más lejos- esa especie de romanticismo más o menos barato que regala la palabra amor y se la cuelga a cualquier cosa, pretendiendo que eso justifica cualquier cosa.

Puede ser. Podría ser.

Pero muchas veces me he descubierto yo mismo admirando el amor de alguien por algo menor que la devoción que se le tiene. He visto incluso que algunas personas o cosas, vistas a la luz del amor de quien las ama, adquieren una luz que no se les veía (y que tal vez no tienen) y pienso si tal vez resulta el amor que se les tiene lo que las hace brillar. Muchas veces me ha parecido emocionante y digna cierta como amabilidad casi infantil que el amante descubre (¿o pone?) en el/lo amado. Tanto más cuando parecería, según todos los guarismos, que el/lo amado no es tan emocionante ni tan digno.

Objetos perdidos

Perdí un soneto y no lo puedo encontrar. Hace un tiempo -años- lo ando buscando. Y nada.

Lo oí hace bastante en un long play de Los Chalchaleros. Creo que era un disco grabado en vivo en un teatro de Buenos Aires para un 'aniversario', tal vez los 20 años del conjunto. Tampoco volví a dar nunca con ese disco, malhaya mi suerte...

En el espectáculo que digo recuerdo sí que Los Chalchaleros estaban acompañados por Jaime Dávalos, que precisamente recitaba sus versos entre canción y canción.

Dijo allí un Soneto al vino, uno suyo, no el famoso de Borges (y que no me gusta tanto...)

Si alguien lo encuentra, o lo tiene, favor de remitir copia al titular de esta bitácora.

Apostolado

A veces los minimalistas cometen errores maximalistas. Y eso siempre produce un efecto humorístico, si es que uno tiene humor para ciertos temas. Y buen humor. Lo que tal vez ya sería mucho pedir.

Es el caso de este periodista.

Por cierto que no es el único caso de minimalismo, ni el caso más peligroso. Porque hay temas más graves -como el cristianismo, por ejemplo- en los que estas mismas categorías que estoy usando ahora no caben, aunque funcionan...

Ahora bien.

A este caballero podría habérsele ocurrido, al releer su nota, que incurrió en maximalismo al enarbolar su bandera minimalista.

Podría haber reparado en que eso de que
La ética no es generalista. Es situacionista, es compleja, no admite el juicio fácil ni el dictamen inquisitorial de tribunales que disfrazados de democráticos ocultan su autoritarismo y su pretensión elitista de decidir a quien se aprueba y a quien se desaprueba moralmente.

El dictamen ético se sustancia en la acción, no en la inmaterialidad de los mandamientos abstractos. La moral depende de innumerables variantes, se pone a prueba cada día, y a lo largo de una vida.
es un postulado con pretensiones universales, cuando menos: una ley para todos en toda circunstancia que aprueba o desaprueba con pretensión elitista a quienes obran o no éticamente (según su doctrina, claro...)

Podría haberse dado cuenta de que sin un nómos no hay ética, ni universal ni particular, ni individual siquiera. Y tal vez lo que quiso decir fue eso mismo. Y que todo nómos tiene pretensión universal, como ya había descubierto Kant, que si no es lo que quiso decir es lo que dijo en realidad.

Es cierto también que el ejemplo que parece haber movido la nota, y le permitió su tractatus brevis y esta carta apostólica urbi et orbi, tiene un regusto ideológico tan políticamente correcto que no deja de teñir el asunto con los colores del guapo de barrio que le pega a las mujeres.

Se metió en camisa de 111 varas el amigo, creo. Podría haber defendido que 'la subjetividad es la verdad', pero habría necesitado otros autores me parece. O tendría que haber entendido mejor con qué Nómos conecta la conciencia moral individual cuando toma de si misma el nómos que la guía en su acción particular.

Pero, además.

Más allá de que todo el planteo es engañoso y engañador -por lo que tiene de discurso demagógico, en especial, porque soliviantar la autonomía siempre vino teniendo rédito entre los hombres-, lo que no dice este joven es que la propia práctica periodística se concibe como la imposición -dije bien: imposición, no exposición- de un hecho, pero también, y más y peor aún, de una opinión que vale lo que un mandamiento llamado a tener el destino universal y universalizador de una ética.

Un mandamiento más sutil y perversamente tiránico que la tiranía del Decálogo de Moisés o de cualquier código de autorregulación, de cualquier código de ética periodística.

Si él no sabe lo que es la 'moral media' que se busque alguien que se lo explique. Si él no sabe cómo se llega a la media de eso que se tiene por moral, que algún periodista se lo explique... y ya que está en Clarín, que aproveche.

Estoy oyendo en este momento, y a esta altura, las voces ecuánimes y reposadas de los que preferirían que fuera suave y amigable con este buen hermano nuestro.

Bueno. Adelante. No me opongo. Si les parece, (y parafraseando a Raúl Alfonsín) si quieren, si pueden, si saben: no me digan nada a mí y anímense y vayan a explicarle lo que falta, como crean que hace falta.

lunes, 12 de junio de 2006

Re/Coincidencia

Reincidí. Y coincidió.

Está eso que dicen: una vez es casualidad, dos es coincidencia, pero tres es conspiración.

Fui a la Flecha de Plata. Pero ahora fui, no caí en ella. Habrá que ver la tercera vez.

Pero hay cosas que ya vi. Como, por ejemplo, que la hora verdadera de este Retiro-Hurlingham, rápido Chacarita-Caseros, es 18:27.

Da lo mismo: igual salió a las 18:40.

Esta vez me senté. Y vi que el interior de mis queridos vagones portugueses es como el pecado: no es tan cómodo ni tan satisfactorio como parece desde afuera o desde lejos.

Lo demás, todo más o menos igual. Salió tarde, cargó con todos los que cupieron o algunos menos, con lo que, en Chacarita, el clima social tenía ahora el aspecto y la fluidez del magma ardiente.

Se entiende, creo: la torpeza mágica de los horarios descordinados de la primera semana, perdió la magia; y quedó no más que en torpeza con -argentina- sospecha de mala intención, además del clamor creciente de estúpida mala praxis. Y el rumor interior de la propia estupidez por confiar en las cosas de este mundo...

En Hurlingham, el desencanto era el mismo. La imposibilidad de seguir viaje, era la misma. Pero todo más tarde aún, porque en el medio del viaje 'rápido' la Flecha de Plata se paró varias veces, en medio de la nada.

Eso sí: sentado, leyendo, alguna que otra vez miré si se movía, porque su suavidad era casi absoluta.

Entonces.

En Hurlingham, ya con el frío de la noche a pleno, una buena luna, y en medio de gentes perdidas en los andenes y las vías, almas en pena, desazones: pensé que esto era más o menos parecido a tantas otras cosas de este mundo.

Resulta que me lleva a un lugar al que no voy, porque mi lugar es otro y tengo que ir más allá; resulta que va de un modo engañoso a un lugar al que no voy; y me deja en cualquier lugar; y me hace perder tiempo: un tiempo que además promete que me hará ganar.

Pero resulta que su suavidad es casi absoluta; su andar es suave, ligero, la sensación de bienestar parece inmejorable.

Sí: como tantas cosas en este mundo. Como tantas cosas 'razonables' de este mundo.

Faux pas

Lo que dice la nota es en buena medida previsible.

Y no voy a decir nada de la cuestión específicamente. No me voy a poner a discutir específicamente si hay que cobrarle o no impuestos al mensaje de texto o al correo electrónico.

Digo sí que hay algo en la lógica de este mundo que obliga a confrontar el cobrarle impuestos a las cosas (incluso a esas 'cosas buenas de la vida') con la libertad de expresión, por ejemplo. Y eso suponiendo, claro, que el e-mail o el SMS sean en sentido estricto, o en algún otro sentido, algo relacionado con eso que se ha dado en llamar libertad de expresión.

El liberalismo, y el capitalismo por extensión, tienen ese problema: ley vs. libertad. Y más (o menos): libertad individual vs. pagar impuestos.

¿Se paga alguna especie de impuesto a tener trabajo? El consumo de infinita cantidad de bienes y servicios -que bien podrían ser consideradas 'cosas buenas de la vida', a través de las cuales también podemos amar, decir el amor, preocuparnos y todo eso, ¿no está en absoluto gravado directa o indirectamente con impuestos? ¿Seguro?

Si hago un cartel para decir cualquier cosa (por ejemplo, que no hay que pagar impuestos si uno quiere hacer un cartel para decir cualquier cosa), pago entre otros un impuestillo que se llama IVA, por ejemplo.

Pero está, por otra parte, este párrafo...
Proponer un impuesto al mail y al SMS ponía a Lamassoure (el autor del proyecto) en el lugar del político que no tiene ni la más mínima idea de lo que le pasa a la gente, que no sabe que el mail es una de esas cosas buenas de la vida, que nos decimos el amor por SMS, que nos preocupamos por correo electrónico. Era parecido a ponerle un impuesto al abrazo o, por qué no, a la sonrisa.
y este otro...
Lo que ocurre es que el impuesto al mail lesiona una de nuestras libertades fundamentales, la de la libre expresión.

tienen un sabor extraño (a mi paladar, digo...)

Hay un aire raro en esa defensa. Algo incluso bastante peligroso.

Algo que la hace increíble. Y precisamente el hecho de que haya puesto al amor como rehén en medio del tironeo de billetes, es el faux pas, me parece, que lo pone en evidencia.

domingo, 11 de junio de 2006

El mero, sin más.

En México oí mucho esta palabra porque se usa bastante. Dicen incluso 'el mero mero', cuando quieren decir por ejemplo el 'jefe' de algo, el 'mandamás', o 'el mismísimo'.

El primer significado de la Academia es el del nombre de un pez. Pero no tiene nada que ver con lo que digo ahora (está sí el curioso hecho de que el nombre del mero puede provenir de Nero, el emperador, quizá porque se le atribuye al pez la misma crueldad que la que se le atribuye a Nerón..., según dice el diccionario en una explicación de lo más sabrosa.)

Total que hablo ahora de la segunda acepción (un adjetivo que prácticamente se anula a si mismo...):
mero, ra. (Del lat. merus).
1. adj. Puro, simple y que no tiene mezcla de otra cosa. U. en sentido moral e intelectual.
2. adj. Insignificante, sin importancia.
Lo que también tiene su jugo, bien visto: que puro y sin mezcla se asocie a insignificante no deja de despertar toda suerte de perplejidades. A mí, siquiera.

Ahora bien.

Esta cuestión de pensar -y hablar- acerca del cristianismo, me llevó esta tarde -y quizá porque estaba precisamente cansado del viaje- a un juego no sé si con algún rédito espiritual, aunque creo que sí.

No debe hacerse este experimento.

Por eso lo hago.

Pasa que, hablando en términos ligeros y simplificando -aunque más o menos, claro-, solemos hablar de cristianismos. Ya señalaron tantos que no hay más que uno, que no sé si vale la pena aclararlo. Pero los pensamos así y los decimos así.

Por caso, allí tiene C. S. Lewis su libro Mere Christianity que resulta ser para muchos una exposición útil para los no creyentes o agnósticos, en un esfuerzo por presentar lo substantivo del cristianismo.

Sin embargo, no voy exactamente en esta dirección.

Aunque por supuesto que algo de substantivo y de lo adjetivo del cristianismo es parte del asunto. Porque lo cierto es que las percepciones de lo que el cristianismo es -y de lo que el cristianismo hace y debe hacer para ser cristiano-, tienen existencia y no sólo existencia de razón.

No voy a meterme en demasiadas complicaciones porque se trata de un simple experimento.

Cualquiera que sepa sabe que hay cristianismos. Progresistas, tradicionalistas, de derecha, de izquierda.

También es claro que los acentos son diferentes. Para poner ejemplos sencillos, si un cristiano tradicionalista clásico y básico tuviere una vocación especial por los pobres, tal vez sentiría cierto rumor de desconfianza a su alrededor. Rumores que podría sentir también a su alrededor un cristiano progresista si mostrara una particular preocupación por los dogmas.

Hay grados en esto, claro. Pero estoy simplificando, como se hace cada vez que se habla de 'colectivos'.

De modo que hay varias clases en esta enumeración simplificada -y militante, eso sí, porque no estoy contando a aquellos que ni se plantean la cuestión en estos términos ni siquiera para pensarla, aunque fuere por tibieza espiritual o intelectual- y esas clases de cristianos son tres (y no dos):
Los cristianos tradicionalistas o o más bien de derecha
Los cristianos progresistas o más bien de izquierda
Los cristianos que creen que no debe haber ni derecha ni izquierda, ni tradicionalismo ni progresismo, porque sólo hay mero cristianisimo, sin más.
Siempre simplificando, me parece claro que las dos primeras clases son evidentemente falsas.

Como me parece igualmente claro que la tercera clase es la que corre el mayor riesgo de ser peligrosamente falluta. Porque es la que tiene razón.

Creo que es groseramente identificable el tradicionalismo del cristiano tradicionalista, como es transparente el progresismo de un cristiano progresista.

Creo que son dos peligros, dos riesgos y, finalmente, con o sin intención perversa, dos abusos del cristianismo.

Pero creo también que no son los peores abusos del cristianismo, ni los peores fantasmas que un cristiano podría tener. Y no lo son por lo mismo que son tan groseramente erróneos en cuanto posiciones tensas y polares.

Es tan evidente que se equivoca el que dice que siempre hará frío, como es evidente que se equivoca el que dice que siempre hará calor. Y es más evidente aún cuando ambos se empeñan en decir que lo que dicen es el clima mismo.

De modo que ambas posiciones -más allá del riesgo intrínseco que tengan- son un blanco fácil para la crítica y la demolición y siempre será posible con ellos la crítica y la demolición. En el sentido en el que lo estoy exponiendo, creo que 'pegarle' al progresismo es pegarle a un chico, como es pegarle a un chico pegarle al tradicionalismo. Especialmente, midiendo la estatura y la robustez de ambas posiciones dialécticas enfrentadas al 'mero' cristiansimo.

Por eso estoy seguro de que el blanco difícil es el tercer tipo de cristianismo. Y no cuando se equivoca en su postulado, porque siempre será verdad que el cristianismo es siempre 'mero' cristianismo, sin más, sino que es un blanco difícil cuando precisamente y porque no se equivoca en su postulado.

Ya lo he dicho alguna vez: creo que quien corre más peligro de fariseísmo es quien se ubica o está ubicado en esta tercera posición, en esta tercera clase de cristianismo, la que tiene en su postulado por completo la razón a su favor. En su momento llamé a este riesgo 'el fariseísmo del publicano'.

Por mucho que unos u otros lo quisieran, Cristo no era tradicionalista ni progresista. Y tal vez -y sin tal vez- Cristo era un tipo de cristiano del que ambas posiciones, llevadas por su propia dinámica, sospecharían por un motivo u otro. Y no sólo sospecharían...

Dejo aquí esta cuestión.

Se me ocurre, entonces, tratar de hacer un boceto, un identikit del mero cristiano.

Para que el experimento dé algún rédito, estoy seguro de que es imprescindible escaparle a los atajos tramposos y dialécticos. Como, por ejemplo, decir que el mero cristiano tiene que 'tener caridad', o profesar 'el amor a Cristo' o buscar imitarlo. Y cosas así que, no solamente a los efectos de este experimento, son equívocas en este tema. Tampoco vale a los efectos de este 'juego' tomar una figura -Cristo mismo o cualquier otro, como un santo por ejemplo- y pretender calcar de allí las notas del mero cristiano.

Tengo la firme impresión de que el ejercicio no sirve si uno no es capaz de armar una figura completamente nueva e inédita, una personalidad que corresponda a una persona completamente inexistente que, al final -y solamente al final- resultaría identificable con el propio Cristo. Pero para ello es fundamental no hacer trampas.

De modo que en este experimento hay que evitar la inducción. Y en particular cuando la inducción parte de uno mismo, claro.

¿Cómo es -cómo sería- el mero cristiano? ¿Qué pensaría? ¿En qué creería? ¿De qué modo creería en lo que cree, de qué modo pensaría en lo que piensa? ¿Pensaría? ¿Qué haría? ¿De qué hablaría? ¿Cómo hablaría? ¿Qué haría además de creer, pensar, hablar? ¿Cómo lo haría?

Y cosas así.

Ahora que lo pienso de nuevo, veo que es bastante difícil. Pero tal vez el experimento pueda hacerse y tal vez podría dar algún resultado provechoso.

Sobre todo frente al peligro de justificar la forma de ser cristiano que uno finalmente ha adoptado, elegido o preferido, nada más que porque es la forma que uno ha adoptado, elegido o preferido y en ese caso no importa cuál de las tres, al fin y al cabo.

Prueben, si quieren. Yo voy a hacer un intento y veré qué resulta.

Bitacoreando (propio, propio...)

Un viaje largo en poco tiempo. Merece algunos comentarios, creo.

Para los que esperaban esta noticia, les digo que el partido lo vi en Luis Beltrán, no en Choele Choel. Tal vez merecería otro comentario. Preferiría, sin embargo, comentar algunos mensajes que hablaban de los deportólogos locales, llenos de interesantes reflexiones de nova et vetera. No ahora, claro. Tengo que recuperarme del viaje.

¿Si falta algún 'capítulo' de la serie Sobre la causa 'cristiana' del Anticristo?

Sí, creo que falta uno, según mi cuenta.

Pero, ¿qué apuro hay? Yo no tengo ninguno.

Porque puedo decir que efectivamente hay todo el tiempo del mundo para pensar esas cuestiones.

Como puedo decir que no hay modo de evitar pensar en estas cuestiones. Por lo menos para los que tienen (tenemos) cierta inclinación a pensar en ciertas cosas, como pensar en el cristianismo, por ejemplo; y, claro, cierta inclinación a mostrar que piensan (pensamos) -en el cristianismo, por ejemplo-; que para eso -entre otros motivos- no pocos tienen (tenemos) un blog, si no me equivoco de más.

jueves, 8 de junio de 2006

Sorteo

Me voy ahora unos días al sur. Al Valle Medio, en Río Negro.

Linda zona. Chacarera, productiva, y creo que sin las ínfulas del Alto Valle.

Espero que haga frío.

¿El partido del sábado vs. Costa de Marfil? Si llego, lo veo en Choele-Choel.

Y después veremos.

Pero.

Hay un premio especial entre los primeros 100 lectores que puedan detallar lujosamente las ricas conversaciones al aire de los deportólogos locales, desde donde quiera que estén: Herzogenaurach o Berazategui.

Porque, y hablando del apostolado periodístico: ¿cuánto les costarán a Fox Sport, TN, TyC (más los enviados especiales de radios y más radios...) los infinitos minutos de horas de días de semanas que trajinan los impresentables contando innúmeras e importantísimas pavadas, como las trágicas discrepancias entre el cafetero y la mesera en un bar muniquense, la zaga del callo de Ronaldo, o las cumbias de 'Carlito', o los 'qué te pasa cuando ves un partido de la selección' o los diagramas hablados de a tres o cuatro sobre ilusorios y peritísmos dibujos tácticos?

Y más y más y más y más y más y más y más y más y más...

Insufribles.

Sin embargo, lo que es yo: me inoculo el veneno, fondo blanco, como el infectólogo prueba sus vacunas. No saben cuánto se aprende de todas las cosas de este mundo...

Y lo digo en serio.

En fin, señores: el que gane, puede elegir el premio entre las siguientes opciones, a saber:
Diarios de viajes y cartas personales del general Justo José de Urquiza.
La colección completa de Aforismos de José Narosky.
Obras completas (en francés, edición crítica) del falso Voltaire.
Tomos sueltos (no a elección) de la obra de Bartolomé Mitre.
Discursos de León Trostky (en ruso, pero sin las cartas desde México, eso sí...)
Insisto: solamente entre los 100 primeros. Y no hay tu tía: el 101 se queda afuera del sorteo.


Más no puedo hacer.

miércoles, 7 de junio de 2006

Día P

Esta liturgia laica del día del periodista me catapultó a dos reflexiones.

Leí por allí que un irlandés Gavin O'Reilly al frente de una enorme WAN (Asociación Mundial de Periódicos, in english, una entidad que agrupa a muchísimos periodistas y directivos de medios gráficos) le dijo -retándolo- a Vladimir Putin en Rusia que:
La experiencia nos enseña que el periodismo independiente y fuerte es uno de los prerrequisitos para lograr una economía sustentable y un progreso social y político realista.
Dicen a su vez que Putin le contestó:
Todos tenemos derecho a preguntarnos no sólo de quién es un periódico sino también para qué sirve, cuál es su intención. Siempre está el peligro de que por evitar la injerencia y hasta la dictadura del estado en los medios lleguemos al extremo de caer en la dictadura del capital oligarca.

No tengo la más mínima idea de la situación de eso que llaman con cierta unción religiosa 'la prensa libre' en la Rusia del postcomunismo. Y estoy seguro de que cualquiera tiene suficiente imaginación, a esta altura de la historia, para hacerse una idea de qué puede querer decir que haya o no haya prensa libre. Pero también estoy seguro de que es completamente irrelevante el detalle y los pormenores, y esto porque me parece que, el que se exhiba el poder con estilo brutal o sofisticado, no hace diferencia respecto de la naturaleza del asunto.

En toda esta cuestión siempre se ha dicho que la democracia -y la promoción de un 'estilo de vida libre democrático', sea lo que fuere eso- es esencial al periodismo, tal como se entiende y ejerce o debería entenderse y ejercerse, salvo que uno fuera, o se candidateara para, heterodoxo de 'esa' democracia o cosas peores.

Bien.

Eso quiere decir que, en ese sentido, el periodismo interesa nada de nada. O dicho de otro modo, es la parte poco seria de un asunto más serio.

Porque lo que se está diciendo quiere decir que el periodismo es la maestra normal del estilo de vida democrático. De modo que hay que pasarle el peine fino al cacareado estilo de vida ése y después caerle a su profeta.

Por otra parte, y con absoluta arbitrariedad, pensaba hoy (mientras oía a un gurú engolado de la ética periodística vernácula deshacerse en elogios a la tarea del periodismo como una especie de faro insobornable de la sociedad), que periodismo y misterio finalmente son irreconciliables.

Luego, concluyo (siempre arbitrariamente), el periodismo no aspira a la sabiduría.

Entonces, siendo como es un modo de conocer y hacer conocer que no aspira a la sabiduría, me da lo mismo al final que sea libre o libertador, democrático y democratizador o promotor de una economía sustentable y un progreso social y político realista (¡uy! en lugar de ese lenguaje espantoso y filantrópico, tiene que haber una forma completamente impúdica de decir semejante guasada...)

Tal vez tendría que ampliar. Veré qué hago. Porque hablar de periodismo es relativamente fácil y horroroso, a la vez.

martes, 6 de junio de 2006

Fado enfado

Cuando uno cree que ya está, que ha vivido suficiente de una cosa: la sorpresa.

Basta que te confíes, basta que la consuetudo te gane todo el tiempo y el espacio. Y ahí es cuándo.

Hace bastante, vi en la estación terminal unos lustrosos y acerados vagones portugueses, que por su origen ya tenían toda mi simpatía. Antes, como al pasar, el año pasado, había leído que los importaban -unos 160 creo- con algunas locomotoras. Llegaban en barco, leí.

Toda la cuestión se me nimbaba de aventura, de inmigrancia, de bodegas veleras, vaya a saber yo por qué tanta historia. Era el negocio de alguien, seguramente.

Pero la épica, amigos, ah..., eso sí que no se lo quitaba el peculado vil.

Después vino la noticia desencantadora: que no eran para este ramal, que los usaban para larga distancia, que había tres clases a cual más lujosa y que ninguna estaba a la indigna altura de nuestros rieles del noroeste. En fin, cosas de la cenicienta de los trenes nuestros...

Hasta que el viernes pasado publicaron por allí que salían al ruedo.

Inauguraban un servicio local semirápido y allí estaban los vagoncillos (clase 3, supongo) y una misteriosa English que los arrastraría.

La cosa era novelesca. Por días, nadie en las ventanillas de boletos daba muestras de saber horarios, frecuencias. Conspiración envidiosa, indiferencia. Parece que, dicen, creo que... y así nos (me) tenían.

Hasta ayer nochecita.

Llegué al Retiro y vi unas desconocidas luces coloradas en la parte de atrás de unos vagones estacionados en el Andén 2, emocionado miré como por reflejo la tabla de los relojes y las partidas y allí estaba la indicación de que el servicio de la Vía 2 de las 18:22 era el semirápido.

Como si estuviera en Samarkanda, hice preguntas tontas: ¿el rápido cuesta lo mismo? El morochito me miró con cara aburrida y ni me contestó, le había pagado los noventa centavos usuales con una moneda de un peso y me devolvió por toda respuesta a mi estupidez, obviamente, diez centavos.

En el reloj mayor, la sentencia parecía inapelable: 18:25. Sin embargo, claro, el tren no se había movido.

Apuré el paso, con unos bizcochitos en ristre que esperaban acompañar la lectura de Marianillo de Birlibirloque sentado con suerte en los asientos de lata del 'parando en todas'. Lectura que no fue, claro, en medio de la excitación del viaje.

La gente estaba inquieta, no sabía si podía o debía subir o no, si podía entrar al interior de los vagones o no. En los asientos, lujosos para nuestro 'standard', se envaraban caras europeas y poses globalizadas de los suburbios nuestros, santiagueños de Andorra, paraguayos de Irlanda, italianos de Muñiz, ingleses de El Palomar y otros pedigrees de esa laya.

La escena era simpática y me sumé sin esfuerzo a la agitación y a la conversación de circunstancias. Las puertas, los vidrios, los pasillos angostos, los asientos amplios, la abovedada catedral de los techos.

Eran las 18:31 -'ah... eso quiere decir semirápido', pensé de buen humor- y partió con empaque la formación plateada.

La gente empezaba a apiñarse en el descanso entre vagones y había miradas y silencios de estreno. Los ruidos, lo primero que advertí, no eran los habituales. Sobre todo porque apenas había ruidos. Pero algunos había y eran ambivalentes y las señoras se inquietaban, mudas. Más todavía cuando el tren empezó a tomar velocidad, apenas salimos.

Habían vociferado en la inauguración que con el servicios se ahorraban 8 de los 42 minutos que duraba el viaje entre Retiro y Hurlingham.

El tren paraba en Palermo y Chacarita, cargaba todo lo que podía, apiñando a la argentina en espacios a la europea, lo que daba un desatre ecológico.

Pero la emoción del estreno todavía es antídoto. Todavía, pero creo que no por mucho tiempo.

La Paternal, Villa del Parque, Devoto, Sáenz Peña y Santos Lugares, fueron pasando a la velocidad del rayo, sin movimientos, sin barquinazos. La máquina pitaba un extraño e infrecuente bufido, al que habrá que acostumbrarse si uno es peatón, porque no es el habitual, de modo que podría ser lo último en oír el inadvertido.

A Caseros, la primera parada, llegamos con un aterrizaje suave y armonioso.

La gente bajó con cara de europea. En el trayecto veníamos analizando el 'rendimiento' de la formación con un simpático camarada de viaje, que bajó satisfecho en la siguiente, El Palomar.

Hasta que, con un salto grácil, el plateado llegó a Hurlingham. Y ya no siguió. Había terminado su demostración. Dio media vuelta y con cierto donaire fue a parar a una oscura vía muerta, más allá de la estación.

Una marea humana se bajó algo perpleja y con gusto a poco a las 19:05 en el andén de Hurlingham. La performance había sido más que buena. Uno se había ahorrado sus minutillos montado en el extratiempo portugués. Pero pronto las cosas cambiarían, Ovidio mediante. Porque los europeos transitorios no estaban para bajar en medio de nada y estaban para seguir viaje, con lo que habrían de metamorfosearse bruscamente, hasta entrar de pronto en sus viejas pieles de vecinos corrientes de José C. Paz, de Morris, de Mariló.

Sin embargo, ahora, eran sólo abandonados y anhelantes, en un andén desconocido de un lugar no hollado por sus pies, sin lugar adonde ir ni en qué ir.

El caso es que al rato llegó el 'parando en todas', el mismo que había partido de Retiro minutos antes que el portugués, con andar cansino y traqueteante, pero ya a esta altura ahito de nativos, desbordante.

Claro que la tropa europeizante trató con empeño de asaltar el habitual 'parando en todas', como hijos pródigos que imploran la misericordia de su padre.

Pero, nada. Desde los pescantes abarrotados de espaldas indiferentes, voces mudas e inmóviles les susurraban con tonadas aborígenes: No os conozco.

Y así, los minutos ganados con la Flecha de Plata se escurrían entre los dedos como arena. Y la humillación que ya era grande se volvía inmensa. Y apenas quedaban migajas de aquel contento y placer de haber llegado hasta allí en alas de un Pegaso ahora esfumado y socarrón.

Apenas el siguiente tren fue potable.

Hice las dos estaciones que me separaban de mis lares con una sonrisa que no se me borraba de la cara desde que al bajar en Hurlingham me di cuenta del gazapo fenomenal de los aprendices de brujos que maniobraban la velocidad como quien busca la piedra filosofal (sin ser Harry Potter, claro...)

De espléndido humor, en silencio, embutiéndome en la oscuridad que florece apenas se sale de William Morris, en ramalazos como de profecía me desfilaron por el magín los Dones del Espíritu Santo como base para un programa de gobierno, algunos versos, las infinitas cantidades de boberas pías e impías que se empezaban a oír sobre el seis de junio del 2006, y más ideas acerca de la dificultad práctica aparente -que no teórica- de enroscar una tuerca en un tornillo, y
cosas así.

A las 19:36, hacía pie en el pueblo.

Había viajado en dos trenes y había viajado a la vez por varios tiempos, por varias situaciones y por varias dimensiones.

Tiempo no gané.

Pero la jornada, a pura ganacia, era mía.

sábado, 3 de junio de 2006

Pot-pourri IV (y basta por ahora...)

Habrá quien pueda decir: no entiendo por qué la noticia -y el título es buena parte de la noticia- es el 'pololeo' a escondidas de estos chicos.

Pero el asunto es que el periodismo tiene una necesidad tal que se fagocita todo, todo lo traga y hace como si lo digiriera.

No importa si es periodismo de derecha hablando de los revolucionarios de izquierda.

Después, acaso, vendrá la película, algún premio en el festival de cine de tal y cual, el debate. Acaso. Pero no sería extraño.

Es parte del protocolo y no es difícil de entender, en realidad.

Casi diría que una cosa deja realmente de existir cuando aparece en los medios de comunicación.

Tal vez no sea intencional, tal vez sea una virtud del sistema mediático, inconsciente. Difícil que sea, pero posible, al menos.

Estos chicos tal vez han comenzado a no existir y no lo saben. La política, los medios, el espectáculo parece que hacen eso.

De ellos quedará lo que ellos decían que profesaban. No así nomás: debidamente adobado para consumo revolucionario o masivo. Es la forma en que nos enteramos de lo que las cosas son en un mundo mediatizado.

Trivializar es el verbo que se me ocurre. Es lo que pasa, es lo que se hace.

Lo que está en juego -bueno, malo, mejor, peor, saludable, nocivo- siempre puede transformarse en algo que se pueda consumir. La izquierda lo sabe, lo usa y no le importa. El capitalismo cree en eso firmemente, así que no tiene que disimular.

El resto -no sé bien quiénes son el resto- estamos fritos.

Pot-pourri III (mais non assez...)

El asunto sirve para una interesante cantidad de cosas.

Por ejemplo, para aprender a hablar en inglés británico. Delicious.

Breve: A alguien se le ocurrió montar unas exposiciones sobre los '60 en el Victoria & Albert Museum. En el medio hay además una muestra sobre el Che Guevara.

Viene la inauguración. El museo debe aprobar la lista de invitados que le presentan los curadores de las muestras superpuestas. La que presenta la del Che invita a un amiguito: Gerry Adams (Sinn Féin, IRA, y todo eso, o más o menos todo eso...) Pero la invitación fue rechazada. La razón so british es que Adams, entre tanto glamour y excentricidad iba a resultar irrelevante y no apropiado
except Gerry Adams, who is not relevant or appropriate
(ay, qué lindo poder hablar así y sin que se te mueva un solo músculo de la cara...)

Entonces, Damien Whithmore, digamos el encargado de relaciones públicas del museo, le explica a la curadora de la muestra sobre el Che, que esa noche había dos muestras más sobre los '60, que iban a venir modelos de aquella época y fashion press y esas cosas, y que él se encontraba en dificultades y en una situación delicada (Oh, my dear...!):
My difficulty is that the evening will attract a fashion crowd ... My sense is that having Gerry Adams there may not be appropriate because of this joint event ... I am sure you will understand our reasons for not inviting him.
Que tiene barba, que se viste aburrido, que 'nada que ver' con la gente que va a venir...

La doña se puso loca, claro. Además, el museo había quitado o cambiado frases que acompañaban las fotos y que eran de lo más revolucionarias; y, pa' pior, habían armado un festival de merchandising:
Ms Ziff -Trisha Ziff es la curadora del Che- remains dismayed. "It's extraordinary," she said. "The V&A have tried to turn it all [the Guevara exhibition] into just a design image and remove the resonance from it all.

"But you can't just turn Che Guevara into a commodity. The photo of Che by Alfredo Korda is the most reproduced image in history but it still has power. You can call it a storm in a teacup but it is really insidious. And on top of all that, the V&A shop is selling all these images of Che - there is even a Che lip balm.I'm amazed at the mindset."

Among items for sale during the exhibition will be a Che finger puppet, Che chocolate cigar, Che doll and Che cigar box as well as T-shirts, stickers, neon signs and badges.

Todo es un bonito disparate, de lo más ilustrativo.

Claro que uno podría decir: Eso te pasa por armar una exposición sobre el Che, te pasa por invitar a Gerry Adams, te pasa por exponer en el V&A...

Pero, más allá de todo, es un ejemplo de algunos espíritus que se agitan en este tiempo del mundo. Parece una lucha ideológica y parece que esa izquierda encarnara al valiente antagonista que se indigna por la malversación de su mensaje y sus arquetipos.

Nada de eso, digo.

Hay una cosa que está detrás de este asunto, me parece.

Le toca circunstancialmente a la izquierda, en este caso (y me importa nada que sea sobre el ícono del Che, que la misma izquierda lo ha 'comercializado' hasta el infinito). Hay un mensaje claro, pero ni siquiera creo que ella sea la destinataria: te sumas o desapareces, my dear...

Y te sumas como te decimos que te sumes o desapareces.

Y la izquierda, al final, lo que quiere es sumarse. Quiere un lugar en ese mundo. Quiere estar allí, porque de hecho va y está. Claro, ella quiere ir con boina, barba rala y vestida de combate. Y con Gerry Adams. Pero quiere ir. Quiere estar.

El asunto es un lugar en este mundo.

Porque el asunto es estar o no estar. Y más: el asunto es querer estar o no querer estar (o querer no estar, que es casi lo mismo, aunque no es lo mismo...)