miércoles, 7 de junio de 2006

Día P

Esta liturgia laica del día del periodista me catapultó a dos reflexiones.

Leí por allí que un irlandés Gavin O'Reilly al frente de una enorme WAN (Asociación Mundial de Periódicos, in english, una entidad que agrupa a muchísimos periodistas y directivos de medios gráficos) le dijo -retándolo- a Vladimir Putin en Rusia que:
La experiencia nos enseña que el periodismo independiente y fuerte es uno de los prerrequisitos para lograr una economía sustentable y un progreso social y político realista.
Dicen a su vez que Putin le contestó:
Todos tenemos derecho a preguntarnos no sólo de quién es un periódico sino también para qué sirve, cuál es su intención. Siempre está el peligro de que por evitar la injerencia y hasta la dictadura del estado en los medios lleguemos al extremo de caer en la dictadura del capital oligarca.

No tengo la más mínima idea de la situación de eso que llaman con cierta unción religiosa 'la prensa libre' en la Rusia del postcomunismo. Y estoy seguro de que cualquiera tiene suficiente imaginación, a esta altura de la historia, para hacerse una idea de qué puede querer decir que haya o no haya prensa libre. Pero también estoy seguro de que es completamente irrelevante el detalle y los pormenores, y esto porque me parece que, el que se exhiba el poder con estilo brutal o sofisticado, no hace diferencia respecto de la naturaleza del asunto.

En toda esta cuestión siempre se ha dicho que la democracia -y la promoción de un 'estilo de vida libre democrático', sea lo que fuere eso- es esencial al periodismo, tal como se entiende y ejerce o debería entenderse y ejercerse, salvo que uno fuera, o se candidateara para, heterodoxo de 'esa' democracia o cosas peores.

Bien.

Eso quiere decir que, en ese sentido, el periodismo interesa nada de nada. O dicho de otro modo, es la parte poco seria de un asunto más serio.

Porque lo que se está diciendo quiere decir que el periodismo es la maestra normal del estilo de vida democrático. De modo que hay que pasarle el peine fino al cacareado estilo de vida ése y después caerle a su profeta.

Por otra parte, y con absoluta arbitrariedad, pensaba hoy (mientras oía a un gurú engolado de la ética periodística vernácula deshacerse en elogios a la tarea del periodismo como una especie de faro insobornable de la sociedad), que periodismo y misterio finalmente son irreconciliables.

Luego, concluyo (siempre arbitrariamente), el periodismo no aspira a la sabiduría.

Entonces, siendo como es un modo de conocer y hacer conocer que no aspira a la sabiduría, me da lo mismo al final que sea libre o libertador, democrático y democratizador o promotor de una economía sustentable y un progreso social y político realista (¡uy! en lugar de ese lenguaje espantoso y filantrópico, tiene que haber una forma completamente impúdica de decir semejante guasada...)

Tal vez tendría que ampliar. Veré qué hago. Porque hablar de periodismo es relativamente fácil y horroroso, a la vez.