lunes, 12 de junio de 2006

Re/Coincidencia

Reincidí. Y coincidió.

Está eso que dicen: una vez es casualidad, dos es coincidencia, pero tres es conspiración.

Fui a la Flecha de Plata. Pero ahora fui, no caí en ella. Habrá que ver la tercera vez.

Pero hay cosas que ya vi. Como, por ejemplo, que la hora verdadera de este Retiro-Hurlingham, rápido Chacarita-Caseros, es 18:27.

Da lo mismo: igual salió a las 18:40.

Esta vez me senté. Y vi que el interior de mis queridos vagones portugueses es como el pecado: no es tan cómodo ni tan satisfactorio como parece desde afuera o desde lejos.

Lo demás, todo más o menos igual. Salió tarde, cargó con todos los que cupieron o algunos menos, con lo que, en Chacarita, el clima social tenía ahora el aspecto y la fluidez del magma ardiente.

Se entiende, creo: la torpeza mágica de los horarios descordinados de la primera semana, perdió la magia; y quedó no más que en torpeza con -argentina- sospecha de mala intención, además del clamor creciente de estúpida mala praxis. Y el rumor interior de la propia estupidez por confiar en las cosas de este mundo...

En Hurlingham, el desencanto era el mismo. La imposibilidad de seguir viaje, era la misma. Pero todo más tarde aún, porque en el medio del viaje 'rápido' la Flecha de Plata se paró varias veces, en medio de la nada.

Eso sí: sentado, leyendo, alguna que otra vez miré si se movía, porque su suavidad era casi absoluta.

Entonces.

En Hurlingham, ya con el frío de la noche a pleno, una buena luna, y en medio de gentes perdidas en los andenes y las vías, almas en pena, desazones: pensé que esto era más o menos parecido a tantas otras cosas de este mundo.

Resulta que me lleva a un lugar al que no voy, porque mi lugar es otro y tengo que ir más allá; resulta que va de un modo engañoso a un lugar al que no voy; y me deja en cualquier lugar; y me hace perder tiempo: un tiempo que además promete que me hará ganar.

Pero resulta que su suavidad es casi absoluta; su andar es suave, ligero, la sensación de bienestar parece inmejorable.

Sí: como tantas cosas en este mundo. Como tantas cosas 'razonables' de este mundo.