miércoles, 12 de julio de 2006

Breve entremés

Para festejar su cumpleaños 32, en 386, el 13 de noviembre, San Agustín escribió un breve diálogo De Beata Vita, preguntándose acerca de la vida feliz. Entre los dialogantes estaba su madre. Era el año de su conversión. El diálogo transcribe una conversación entre varios amigos y parientes, en la casa de campo donde Agustín estaba por entonces.

Volví a leer el diálogo por la razón más trivial: me habían pedido un escrito de filosofía medieval -¡breve, por favor!- para un examen.

(¡Pobre! Si supiera lo mal que le va a ir con esta brevísima obreja. Los años que va a tardar en sacársela de encima.)


En el capítulo dos, y a propósito de una feliz intervención de su madre, su hijo cita el diálogo Hortensius, obra perdida de Cicerón que dedica a la defensa y alabanza de la filosofía, y que devino famosísimo por haber sido el que movió a San Agustín a dar la vuelta.
He aquí que, no los auténticos filósofos, sino los siempre propicios a la discusión, afirman que son felices todos aquellos que viven como les place. ¡Falso, en verdad! Desear lo que no conviene es la suma desdicha. No lograr lo que se apetece, menor desgracia es que conseguir lo que no conviene. La voluntad depravada acarrea más males, que bienes la fortuna.
Asunto éste, entiendo, complementario de aquel capítulo de la Regla de Monjes, que anoté ayer.