sábado, 15 de julio de 2006

De lo diario permanente

Tiene su gracia. Porque si no fuera ingenua la proposición, tendría que tomarla como una provocación. Una de las provocaciones intelectuales -o espirituales- tan típicas de una forma de pensar y de concebir la existencia misma. Ahora bien, si no se puede discutir acerca de la forma de concebir la existencia misma, como fundamento de los que después diremos de las cosas, entonces no se puede discutir de nada que no sea sino apenas más durable que la noticia de los diarios.

Unos fragmentos del comienzo del artículo, tal vez marquen el territorio:
Los límites tienen una cuota de monstruosidad. Fronteras, muros (y murallas), medianeras, alambrados, sucesión de puntos, trazos marcados con el dedo índice en la arena dividen y separan mundos, gustos, culturas, esto de aquello. Y también despiertan vértigo; no aquel que brota cuando uno se enfrenta al precipicio o al desafío geográfico de la altura, sino el que asalta al advertir la prohibición, la transgresión de la norma. Por algo el límite es inconcebible sin el azote virtual de la amenaza: el "no pasar" (o en su versión bíblica, "no pasarás"), aquel reto a priori que además de prenunciar una sanción, separa de antemano a aquellos que pertenecen ("los nuestros") de aquellos que no (el extranjero, "los otros", "ellos").
Finalmente, una parte de la idea de fondo:
Fácil sería la vida si los límites fueran solamente de piedra, plausibles de ser tumbados con la misma velocidad de hormiga con la que se levantaron. Hay límites más persistentes que no sólo detienen y constriñen; también hacen de faro indicando un punto a temer pero también a superar: son las fronteras biológicas, físicas, químicas, astronómicas, éticas cuya perenne persistencia las confunde una y otra vez con constantes inmodificables y eternas, que anteceden y sobrevivirán a la especie humana como las columnas atómicas que sostienen al universo.
El artículo parece hablar del futuro y más específicamente de esa cosa que se llama el avance de la ciencia y allí está la correspondiente pregunta programática acerca de la noción de límite.

No es verdad, creo.

Creo que el autor está amañando la conclusión -y la conclusión está al principio, como corresponde a una hipótesis-, y amañando la argumentación, con el simple expediente de confundir lo que sabemos de algo, lo que podríamos saber de algo, con lo que algo es.

Que el artículo aparezca en Página 12 puede decirse que es consistente, si acaso Página 12 representa algo de izquierda. Y si es que izquierda significa algo, además.

Pero no alcanza. Hay un asunto allí que trasciende la pequeñez de zurdos o fachos, de bolches o derechosos.

La ciencia, entendida tal y como la postula el autor, resulta de izquierda. Y no sé si no tiene toda la razón.

Pero el asunto en esa afirmación no es tanto qué es -o que se entiende por- ciencia -y en parte lo es-, sino que el asunto es qué es -o que se entiende por- izquierda.

Y me acordé al leer la nota de un bastante criticado desarrollo acerca de la naturaleza de la izquierda que apareció por aquí en el paleolítico de esta bitácora. Y esto que leo ahora me pareció -a mi modo de verlo- un ejemplo de aquello que había dicho, en más de un aspecto.

Lamento citar lo propio, pero me refiero a esto y a esto.