martes, 4 de julio de 2006

Evidencias invisibles

Discutíamos con unas gentes sobre 'mensajes' en general y rápidamente se derivó en erotismos, pornografía y exhibiciones obscenas en películas para chicos -o no- o en televisión en general. La cuestión fue tomando rumbos ásperos. Particularmente, porque sostenía yo que había un expediente rápido y cómodo que permitía calmar preocupaciones, y que está escondido detrás de una frase que llega a exasperarme: "sí, la/lo pueden ver: no tiene nada...", donde 'nada' significa exactamente desnudos parciales, totales, actos sexuales y así.

Me dirán que, no teniendo eso, ya es bastante. Pero de lo que me quejo es de que suele parecer que no teniendo eso es 'suficiente'.

En otros renglones, ocurre lo mismo con las ideologías, y el asunto también salió al ruedo. Para la totalidad de los contertulios lo peligroso era el marxismo y las 'ideologías totalitarias' en general. Tampoco estaban de acuerdo con que hubiera otras tan o más perversas, y menos definibles con un rótulo consagrado. Como tampoco acordaban con que eso -el ámbito de la ideología o de las ideas, en general- podía ser tan 'peligroso' como el sexo.

Y aunque no me sorprende, me sorprende. Y ya diré por qué, en todo caso.

Pero hay algo también notable en esas conversaciones: cuando se hace el esfuerzo por ver cómo son las cosas en realidad (oigan: no vayan tan lejos en su 'libertad de espíritu' como para terminar sosteniendo que no son de ningún modo..., o, lo que es peor, que nadie tiene derecho a decirlo), la mayoría -después de poner una cara de razonable angustia, que hace sentir culpable a cualquiera- se lanza a preguntas tales como: "y entonces, ¿qué hay que hacer?", "pero, ¿cómo te das cuenta de lo que está bien o está mal?"; o se zambulle en desesperación y escepticismos: "entonces estamos fritos, no podemos 'defendernos' de todo...", o "yo no puedo darme cuenta de 'esas' cosas..."

De todas, desde cierto punto de vista, la que me parece peor es ese "¿qué hay que hacer?", porque me parece que está en la misma línea que "no tiene 'nada'..."

Una receta, al fin de cuentas. Una receta casi mágica, segura. Sobre todo segura: porque un trasero es inequívoco. No requiere mayores distinciones ni dudas, ni angustias morales o intelectuales: está ahí. Es sensiblemente inocultable en su desnudez o sugerencia. Y al menos nadie discute que allí está; si acaso, discutirán si tiene que estar allí.

Pero las cosas que no tienen esa rotunda presencia exigen un poco más. Y el esfuerzo que requieren de nuestra parte supone ver incluso a veces lo que no se ve.