lunes, 10 de julio de 2006

Omni Gallia pacata

Veo que algunos han estado festejando (cada quien lo suyo...) y han demorado la entrega de las traducciones y tal y tal... En fin, seré tolerante.

En cuanto a las guerras religiosas en torno a este asunto capital, algunas cosas puedo decir.

Ya sé que esta Francia no es la de san Hilario o santa Juana de Arco. Ni menos todavía, a fortiori, la de Vercingetórix o Panorámix o Louis Pasteur. Como esta Italia no es la de Horacio y Cayo Julio, ni la de san Francisco de Asís o el napolitano-normando santo Tomás de Aquino o Dante.

Ya lo sé, estimadísimos obvios...

Ya lo sabía.

Tal vez por eso me alegré finalmente de que la entera Europa pudiera observar su pequeño show exclusivo y comunitario, con la presencia molesta e intrusa de cinco argentinos: tres árbitros y uno por bando en cada equipo. Más aún cuando uno de ellos marró su penal.

Al menos, tendrán a quien echarle la culpa de sus avatares (a favor y en contra...)

Desde Beckenbauer a Domenech.


Nota: Me dicen que el allenatore francese armaba sus equipos con ayuda astrológica. No quiero creer que eso sea verdad. Con los resultados a la vista, además, no ha de ser verdad...

PS: Parece que los tres mejores goles (una tontera, tratándose de fútbol, convengamos...) fueron los de Maxi Rodríguez, Cambiasso y Tévez, en ese orden. Ninguno usó la cabeza, eso sí. No le hace. Con limpidez ginebrina, la FIFA tiene otro premio para esos casos...