sábado, 12 de agosto de 2006

El verdadero secreto



En un suplemento mistongo que apareció para el 9 de julio pasado, había un fragmento de una carta inglesa de 1816.
El siguiente texto fue tomado de una carta del jefe de la flota inglesa en el Río de la Plata, William Bowles, al rey de Inglaterra, fechada en Buenos Aires, agosto de 1816.

"Será quizá sorprendente para Su Excelencia el hecho de que el Gobierno existente (...) haya elegido este momento preciso para declarar su independencia, no solamente de España, sino de toda otra potencia. Pero pienso que esto puede fácilmente explicarse por el hecho de que eso fue necesario para aplacar el entusiasmo revolucionario de aquellos que constituían un peligro, a quienes de ningún modo podía confiarse el verdadero secreto. Las ceremonias públicas fueron sin embargo postergadas hasta el 13 del corriente, cuando ya fue absolutamente necesario continuar con ellas para evitar sospechas; fue fácilmente perceptible advertir que los actores que tomaban parte en esta ceremonia sentían ciertamente muy poco interés por el papel que venían representando."

Fuente: John Street, "Gran Bretaña y la Independencia del Río de la Plata". Buenos Aires, Paidós, 1970.
...el verdadero secreto...

¿Secreto? ¿En 1816? ¿Bowles le dice al rey que es un secreto que los ingleses creían que su boca tenía el mismo tamaño que el mundo y que tenían hambre...? ¿Secreto? ¿De veras? ¿Qué pasaba? ¿No le llegaba el Times a William Bowles?

Ay, estos ingleses...

Por esas cosas que tiene la vida y la historia, aquellos planes de Pitt de ampliar el Imperio al infinito y su comercio usque ad finem, cambiaron drásticamente en parte por culpa de Napoleón pero, en muy buena medida, por el resultado desastroso de sus aventuras de 1806 y 1807 en el Río de la Plata (el bueno de Whitelocke, primero degradado, fue declarado en 1809 indigno de servir con sus armas a HMS como militar del Imperio...)

A los británicos la cuenta les daba mejor si, con planes "secretos", en vez de ampliar su Imperio a los mamporros y moviendo flotas enormes con miles de soldados, se ocupaban de deteriorar la situación de sus competidores y eventuales enemigos. Y les salió bien, vaya si no...

¿Secreto? Humor inglés de William Bowles, me imagino.

Dos cosas más.

Por un lado, me alegra saber que Manuel Belgrano fue uno de los pocos criollos que se negaron a jurar en 1806 lealtad a Jorge III, por lo que, y para no cumplir con la imposición británica, pasara a la Banda Oriental.

Por otra parte, está claro que el que una de las primeras cosas -si no la primera- que asegurara el vizconde de Beresford al entrar a Buenos Aires el 27 de julio de 1806, fuera la libertad de comercio, y la libertad de profesar la religión católica, no habla tan mal de los británicos -claro, después de todo, estamos hablando de los ingleses...-como de Buenos Aires y de su renguera burguesa.

Me dirán que soy injusto, porque las invasiones terminaron como terminaron y todo eso...

Sí. Entiendo.

Pero.

Una vez salvado lo salvable, habrá que repasar mejor las fechas y ver cuándo 'terminaron' las 'invasiones' inglesas.

Si acaso terminaron.