miércoles, 9 de agosto de 2006

Vete de mí porque fuimos...

La tarde está que ni pintada.

Gris, fría, húmeda: un bocado de cardenal para un porteño. Y con un tanguito y mate y unos Gitanes sin filtro de regalo, ni hablar...

El caso es que fue en 1945 que Homero Manzi escribió esta letra a la que le puso música José Dames.

Y salió un tangazo, nada de tanguito; y, aunque hay versiones para todos los gustos, la de Adriana Varela a mí me gusta mucho. Me lo crucé sin querer.

ver
Fuimos

Fui como una lluvia de cenizas y fatigas
en las horas resignadas de tu vida...
Gota de vinagre derramada,
fatalmente derramada, sobre todas tus heridas.
Fuiste por mi culpa golondrina entre la nieve
rosa marchitada por la nube que no llueve.
Fuimos la esperanza que no llega, que no alcanza
que no puede vislumbrar su tarde mansa.
Fuimos el viajero que no implora, que no reza,
que no llora, que se echó a morir.

¡Vete...!
¿No comprendes que te estás matando?
¿No comprendes que te estoy llamando?
¡Vete...!
No me beses que te estoy llorando
¡Y quisiera no llorarte más!
¿No ves?,
es mejor que mi dolor
quede tirado con tu amor
librado de mi amor final
¡Vete!,
¿No comprendes que te estoy salvando?
¿No comprendes que te estoy amando?
¡No me sigas, ni me llames, ni me beses
ni me llores, ni me quieras más!

Fuimos abrazados a la angustia de un presagio
por la noche de un camino sin salidas,
pálidos despojos de un naufragio
sacudidos por las olas del amor y de la vida.
Fuimos empujados en un viento desolado...
sombras de una sombra que tornaba del pasado.
Fuimos la esperanza que no llega, que no alcanza,
que no puede vislumbrar su tarde mansa.
Fuimos el viajero que no implora, que no reza,
que no llora, que se echó a morir.

En eso estaba cuando me acordé de que para el solsticio de invierno, una mano generosa me había hecho llegar dos versiones de Vete de mí.

Me picó esa tara de oficio de las literaturas comparadas y busqué y encontré ambas versiones, la de Bebo Valdés & Diego el Cigala y la de Bola de Nieve.

Ay, si no fuera por los papeles que se acumulan impiadosos y sordos al alambique porteño que destila bandoneón y melancolía (y por un insufrible tribunal de exámenes suburbano...)

Me queda para otra vez comparar las letras (salvo que alguno quiera adelantar trabajo...)