jueves, 21 de septiembre de 2006

Nada

Cuando estaba chico (diría un mexicano), supongamos a los ocho años, el tango para mí tenía dos nombres: Nada y Julio Sosa. Había otras cosas, que no eran 'mías', como hubo otras 'mías' que vinieron después. Pero aquella sí que era una elección curiosa y vaya a saberse por cuáles vericuetos del alma -y del oído- me aficioné a este tema. De hecho, en casa no era 'favorito', pero por alguna razón había un disco simple de 33 rpm, que tenía de un lado Nada y del otro El Firulete, cantados por Sosa. Estoy seguro de que la 'poesía' de ese tango es buena y me gusta la música.

El autor de la letra es Horacio Sanguinetti -Basterra, en realidad- de quien buscando cosas encontré una rareza temática: Tristeza marina (es de 1943, mientras que Nada es del año siguiente); y no es que el tango cómo género no hable de mar, y mucho más habla de tristeza. Parece un fado, qué puedo decir. Claro que si uno deja de lado el sedimento inmigrante en letras y tonalidades, que es fundamental en el tango, resulta extraña esta letra. Seguro, por lo pronto, que no hay mucho Buenos Aires en estas líneas.
Tú quieres más el mar,
me dijo con dolor
y el cristal de su voz se quebró.
Recuerdo su mirar
con luz de anochecer
y esta frase como una obsesión:
"Tienes que elegir entre tu mar y mi amor".

Yo le dije "no"
y ella dijo "adiós"...
Su nombre era Margó,
llevaba boina azul
y en su pecho colgaba una cruz...

Mar...
Mar, hermano mío.
Mar...
En tu inmensidad
hundo con mi barco carbonero
mi destino prisionero
y mi triste soledad.
Mar...
Yo no tengo a nadie.
Mar, ya ni tengo amor.
Sé que cuando al puerto llegue un día
esperando no estará Margó.

Mi pena es tempestad
que azota el corazón
con el viento feroz del dolor.
Jamás la olvidaré
y siempre escucharé
sus palabras como una obsesión:
"Tienes que elegir entre tu mar y mi amor".
Triste, dije "no"
y escuché su adiós...
Su nombre era Margó,
llevaba boina azul
y en su pecho colgaba una cruz.
Qué se puede hacer. No es gran cosa. Y fue grabada por grandes cantores y buenas orquestas. Ojalá que sea una historia real, algo que le haya pasado al autor, ni siquiera algo que le hayan contado.

En fin.

Es verdad: no siempre hay mucho Buenos Aires en el clima tanguero.

Con sus nieves inexistentes y sus primaveras en abril, el tango nos dice, por lo menos, que embarcamos en algún lugar pero no necesariamente desembarcamos del todo aquí.