miércoles, 22 de noviembre de 2006

La Música que suena

Creo que si en la fiesta de santa Cecilia uno presta atención al Salmo 150 (1-6)
¡Aleluya! Alabad a Dios en su santuario, alabadle en el firmamento de su fuerza,
alabadle por sus grandes hazañas, alabadle por su inmensa grandeza.
Alabadle con clangor de cuerno, alabadle con arpa y con cítara,
alabadle con tamboril y danza, alabadle con laúd y flauta,
alabadle con címbalos sonoros, alabadle con címbalos de aclamación.
¡Todo cuanto respira alabe a Yahveh! ¡Aleluya!
puede pensar que es muy a propósito para la fiesta de la patrona de la música (no, lástima: el patrón de la música no es Telerman, como cualquiera sabe...)

Pero.

Si al rato nomás oye el fragmento de san Lucas (19, 11-28) (*)
Estando la gente escuchando estas cosas, añadió una parábola, pues estaba él cerca de Jerusalén, y creían ellos que el Reino de Dios aparecería de un momento a otro.
Dijo pues: "Un hombre noble marchó a un país lejano, para recibir la investidura real y volverse.
Habiendo llamado a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo: "Negociad hasta que vuelva."
"Pero sus ciudadanos le odiaban y enviaron detrás de él una embajada que dijese: "No queremos que ése reine sobre nosotros."
Y sucedió que, cuando regresó, después de recibir la investidura real, mandó llamar a aquellos siervos suyos, a los que había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno.
Se presentó el primero y dijo: "Señor, tu mina ha producido diez minas."
Le respondió: "¡Muy bien, siervo bueno!; ya que has sido fiel en lo mínimo, toma el gobierno de diez ciudades."
Vino el segundo y dijo: "Tu mina, Señor, ha producido cinco minas."
Dijo a éste: "Ponte tú también al mando de cinco ciudades."
"Vino el otro y dijo: "Señor, aquí tienes tu mina, que he tenido guardada en un lienzo;
pues tenía miedo de ti, que eres un hombre severo; que tomas lo que no pusiste, y cosechas lo que no sembraste."
Dícele: "Por tu propia boca te juzgo, siervo malo; sabías que yo soy un hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré;
pues ¿por qué no colocaste mi dinero en el banco? Y así, al volver yo, lo habría cobrado con los intereses."
Y dijo a los presentes: "Quitadle la mina y dádsela al que tiene las diez minas."
Dijéronle: "Señor, tiene ya diez minas."
-"Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará."
""Pero a aquellos enemigos míos, los que no quisieron que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí."

Y habiendo dicho esto, marchaba por delante subiendo a Jerusalén.
puede llegar a pensar que no pega mucho con el Salmo, ni con la celebración de santa Cecilia y la música; aunque podría parecerle que sí pega con la lectura del Apocalipsis (4, 1-11), que oyó al principio:
Después tuve una visión. He aquí que una puerta estaba abierta en el cielo, y aquella voz que había oído antes, como voz de trompeta que hablara conmigo, me decía: "Sube acá, que te voy a enseñar lo que ha de suceder después".
Al instante caí en éxtasis. Vi que un trono estaba erigido en el cielo, y Uno sentado en el trono.
El que estaba sentado era de aspecto semejante al jaspe y a la cornalina; y un arcoiris alrededor del trono, de aspecto semejante a la esmeralda.
Vi veinticuatro tronos alrededor del trono, y sentados en los tronos, a veinticuatro Ancianos con vestiduras blancas y coronas de oro sobre sus cabezas.
Del trono salen relámpagos y fragor y truenos; delante del trono arden siete antorchas de fuego, que son los siete Espíritus de Dios.
Delante del trono como un mar transparente semejante al cristal. En medio del trono, y en torno al trono, cuatro Vivientes llenos de ojos por delante y por detrás.
El primer Viviente, como un león; el segundo Viviente, como un novillo; el tercer Viviente tiene un rostro como de hombre; el cuarto viviente es como un águila en vuelo.
Los cuatro Vivientes tienen cada uno seis alas, están llenos de ojos todo alrededor y por dentro, y repiten sin descanso día y noche: "Santo, Santo, Santo, Señor, Dios Todopoderoso, "Aquel que era, que es y que va a venir"."
Y cada vez que los Vivientes dan gloria, honor y acción de gracias al que está sentado en el trono y vive por los siglos de los siglos,
los veinticuatro Ancianos se postran ante el que está sentado en el trono y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y arrojan sus coronas delante del trono diciendo:
"Eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; por tu voluntad, no existía y fue creado."

Y a mí me parece que sí. Que es más o menos evidente que todo pega. Y no menos, sino más, con santa Cecilia. Y con la música entonces.

Porque hay músicas y músicas...

Y hay una Música. Y un día sonará de veras.


(Y uno espera que, cuando suene la Música, Al que suena la Música nuestro nombre le suene y no nos hagan sonar...)




(*)
La edición de la Biblia de Jerusalén, por ejemplo, dice al respecto:
Considerables divergencias separan la parábola de las minas de la de los talentos, Mt 25 14-30. Parece además que se deben distinguir en Lucas dos parábolas fundidas en una sola, la de las minas, vv. 12-13, 15-26, y la del pretendiente a la realeza, vv. 12, 14, 17, 19, 27.