jueves, 23 de noviembre de 2006

Non nobis (*)

Se armó y se desarmó la tormenta, justo cuando estaba escribiendo algo relacionado con la música, la Música y -por una asociación que se ve tenía presente sin saber- con el Ainulindalë, de Tolkien.

Los chicos, que andaban en esto y aquello por todo el jardín, dejaron corridas y manchas, guitarras y cantos, y se fueron a la parte abierta, a ver cómo caía el arco iris por detrás del ciprés calvo de la gloria y la gran madre que lo parió...

Había que salir y mirar. Y ver. Y oír al arco iris y al ciprés y a los chicos -y no tanto-, la vista arriba al noreste y la boca entreabierta, exaltados y alegres...

Hijos de Eru. Seres de la Cuarta Edad, medio hombres, medio hobbits. Ajenos a la Música, tal vez, pero disfrutándola.

Volvieron a los juegos y a los cantos con guitarra. Y yo a lo mío (previa fotografía, es verdad...)

Tiempo atrás, me acordé al volver, había mirado el Anulindalë con la misma mirada que ahora pero aplicada a cuestiones más inmediatas.

Y ahora, básicamente, lo que veía era que la Música del Comienzo, la que comenzó en el Comienzo, es la Música del Fin.

La misma, pero distinta. Donde Fin significa lo que Ilúvatar quiso que fuera desde el Comienzo y lo que llegará a ser al Fin.

Puede haber otras interpretaciones del sentido del cristianismo, eso cualquiera lo sabe.

Pero no lo desmerece en absoluto el que se lo considere como un inmenso -y divino- intento por hacer que la creación entone la partitura original, terriblemente mejorada.

La Música del Comienzo, pero infinitamente mejor, al Fin.

Así, lateralmente, llegué a tener, con sorpresa y felicidad, este simpático pasaje a mano (porque en cualquier parte hay cualquier cosa...):
After a time of Music, Ilúvatar proposes a first 'great' design/theme/plan to all the Ainur at once: a symphony for His pleasure. He then charges them with the collective elaboration of this great design/plan/theme. They are to play themselves at composition.

While it is true that the Ainur are Ilúvatar's thoughts embodied, they each have a life of their own, and are expected to utilize their 'freedom' by cultivating the grand theme. Only in the future, at the 'end of days', will all the created beings of Ilúvatar fully understand not only the divinely provided concepts and themes they each personally embody, but how each relates to all the others and fits (as per Ilúvatar's intentions) in the entire greater scheme.
Esto no es el Agincourt de William Shakespeare pero, como Henry dijo entonces, cuando la jornada ya era suya, habrá que decir: que se cante un Non nobis y un Te Deum.

Sobre todo un Non nobis, diría.

Por el día de hoy. Y por el día del Fin.


(*) El Salmo 115, dice, precisamente en la Vulgata (113B):
Non nobis, Domine, non nobis;
Sed nomini tuo da gloriam.