lunes, 7 de mayo de 2007

Tiempos modernos (II)

Como alguno se interesó por el Índice, lo voy a copiar.

Es verdad que el libro de Guyau refleja una línea de pensamiento, bastante típica a fines del XIX, que representa una especie de revolución -o provocación- frente al romanticismo y a ciertas formas de idealismo, como frente a distintos modos de racionalismo. El autor tiene bastante información sin duda acerca de la filosofía clásica y más moderna inmediata a su tiempo; bastante menos parece saber de los medievales, al menos casi nada los nombra.

Para los términos de 1886, que es cuando el libro se publicó, era una obra actual y de actualidad, con todo el entusiasmo y el desdén de la actualidad cuando se tiene como bandera.

Sin embargo, lo que se nota claramente al leerlo es que algo sembrado en tiempos anteriores fructificó más de 100 años después. Con un poco de imaginación respecto de lo que corría por aquellos años, Guyau resulta un divulgador entusiasta de un espíritu que recién cobra fuerza después de la II Guerra y que hoy es moneda corriente, más allá de que la dicción atrasa un poco.

Es, como si dijera, el optimismo del desencanto, pero con insolencia e iconoclasia sofisticada. Ningún brulote, nada de salidas de tono, muy civilizado e interesante.

Más allá de su vitalismo, más allá de su filiación nietzscheana (sazonada, no cruda, eso sí), el libro es un buen resumen. No lo sabía Guyau, probablemente -aunque es optimista por sistema-, pero el suyo es el gesto de uno que se dispone a pegar un salto, o a lanzarse a la carrera. El salto al avenir, la carrera para alcanzar el porvenir. Y, bien visto, tiene algo de anticipatorio. En algo el salto llegó al otro lado. A nuestros días.

Con su carga apologética (tan simétrica a las apologéticas adversas de esos mismos tiempos y antes y después), el libro se ocupa de establecer (y hasta de profetizar) las bases de lo que se viene en materia religiosa. Si hubiera un enemigo, en todo caso, no parece ser el cristianismo, lato sensu. Guyau no querría desaprovechar nada. Con todo y eso, a mi juicio, la síntesis que pretende Guyau es kantiana.

El desencanto es lo mismo que no querer o no poder resignar la inmanencia. Dios, al fin de cuentas, tiene que ser algo del mundo, algo nuestro. No puede ser distinto de nosotros, ni nosotros de eso. No hay otro modo de resolver la ansiedad de totalidad. Las religiones, en general -y el cristianismo europeo en cierto particular-, no son la respuesta. No tienen que serlo. Los sistemas -en cuanto sistemas, y entonces dogmáticos-, tampoco.

El optimismo de ese desencanto es prácticamente lo mismo que Kant postula para el fin de todas las cosas, para la futura religión de la paz universal, para el gobierno científico de todas las cosas que es lo mismo que no necesitar gobierno, en ese lenguaje. Lo que en Kant se da al final de sus días (y por lo mismo, tal vez, aparece irónico, perplejo o paradojal con su sistema) , en Guyau aparece en una edad joven y más entusiasta. Tal vez por eso mismo, sin embargo, con un esfuerzo muy notable, el autor parece que no quiere ni bordear los utopismos (no importa si el sabor de lo que dice, bajo el tono de vislumbre, muestra la misma cara útopica de una República feliz...)

En un registro similar, si se quiere, dos libros de por ejemplo Chesterton podrían ser como una respuesta a éste de Guyau: El hombre eterno y Lo que está mal en el mundo. En todo caso, Chesterton tuvo que enfrentarse a la versión dura de parte de lo que Guyau postula. Claro, pienso: Guyau no es inglés. Tal vez por lo mismo, resulta más fría e impresionante la bondad de Guyau...

En fin.

Otro día.

Ahora el famoso Índice de estas casi 500 páginas.
Primera parte
1. la física religiosa; 2. la metafísica religiosa; 3. la moral religiosa.

Segunda parte

1. La fe dogmática; 2. la fe simbólica y moral; 3. disolución de la moral religiosa; 4. la religión y la irreligión en el pueblo; 5. la religión y la irreligión en el niño; 6. la religión y la irreligión en la mujer; la religión y la irreligión en su relación con la fecundidad y el porvenir de las razas.

Tercera parte

1. el individualismo religioso; 2. la asociación - lo que subsistirá de las religiones en la vida social; 3. principales hipótesis metafísicas que reemplazarán a los dogmas: el teísmo; 4. principales hipótesis metafísicas que reemplazarán a los dogmas (continuación): el panteísmo, optimista y pesimista; 5. principales hipótesis metafísicas que reemplazarán a los dogmas (continuación): naturalismo idealista, materialista y monista.