martes, 16 de octubre de 2007

Leprosos en el aprisco

Serena, sencilla, certeramente. Inusual, sí. No en él, en los curas. Así predicó este domingo el cura de la misa.

No basta, claro. Porque siempre uno se distrae, se va por algún asunto lateral, aun en esta ocasión.

¿Lateral? Eso me preguntaba, precisamente.

Hasta cierto punto, es curioso que me distraiga con números. No tengo afición ni habilidad ninguna, ya se sabe. Soy, por decirlo así, un cero a la izquierda en esa materia. Admiración lejana, acaso. Ni siquiera. Extrañeza, en realidad. Los números me causan extrañeza. Y desconfianza, para qué negarlo. Son, siempre me pareció, una tentación de automatismos y de mecánica racional. Y hasta de magia, en el fondo, y no muy blanca en general. Digan lo que quisieren de las 'naturaleza' numérica de la música y hasta dizque de la propia poesía. Y de todas las cosas, en hipérbole. Y que no me oigan los pitagóricos, guemátricos y otros tales, matemáticos incluidos. Nada personal y sin desmerecer. Solamente digo que el de los números es un mundo intrínsecamente simbólico de toda suerte de cosas (desde naturaleza de cosas hasta de las relaciones entre cosas) y está bien. Es un mundo limpio y hasta cierto punto cómodo (no digo fácil) y de allí le viene algún peligro grande, que no el único. Porque el principal le viene de su cualidad simbólica.

En fin. Tal vez sea verdad que los números trabajan solos en su mágica cuasiautonomía y por eso empujan con su virtualidad para que uno se distraiga en misa con estas relaciones y proporciones.

El asunto es que en cuanto la cuestión de los leprosos rozó el mundo numérico, la cabeza (¿sólo la cabeza?), sin que sepa por qué, arrancó para cuantificados barrios vecinos. Como tomado de una liana viniendo de otra, del mundo de los leprosos pasé al mundo ovino. Tal vez la relación, digo ahora y habiendo visto un poco el asunto, fue que estaba la cuestión de que la unidad se separa de la perfección del 10. Y del 100, en la 'segunda liana' a la que fui a parar.

La cuestión se me presentó como la relación entre el sentido de los números en dos pasajes de los Evangelios. En realidad, no así. Lo que me dije fue bastante menos 'elegante', en términos matemáticos.

"Esto es como lo de las 100 ovejas y una de ellas perdida y las 99, no..."

Y listo.

Porque para no seguir en la línea de las divagaciones, dejé para después ver si el ‘contador’ podría solventar semejante relación.

Por una parte, la lectura del evangelio de este domingo 28º habla de 10 leprosos curados por Jesús. Uno de ellos, extranjero, un samaritano, vuelve sobre sus pasos para agradecerle, los restantes 9, propios, judíos, no.

Por otra parte, de 100 ovejas del rebaño una se pierde y 99 no. O, tal vez, una es infiel y 99 no.

Vayamos por partes.

En ambos casos, en principio, la unidad completa un número perfecto, tanto 10 como 100 (que son 10 décadas). Sin esa unidad, el número no está completo. Y la unidad en ambos casos aparece separada del resto, además.

Pero resulta que, en el episodio de los leprosos, el uno completa en razón de su virtud y los otros 9 están y permanecen incompletos por su ingratitud. Mientras tanto, las 99 ovejas no se han perdido y están a salvo (¿y salvas?); y la que falta, precisamente, se ha perdido, falta, debe ser rescatada porque está en falta y hasta que no vuelva o no sea rescatada no habrá número perfecto.

Allí, entre las ovejas, parece que la relación de calidades entre perdido-encontrado (y fiel e infiel), se invierte con respecto al episodio de los 10 leprosos en cuanto a sano-enfermo (y fiel e infiel), en lo que hace al carácter y valor de ese uno curado pero con fe y gratitud y a la oveja una perdida, por su parte; creo, con todo, que también hay algo que decir respecto del carácter de los otros 9 leprosos sanados, pero ingratos, en relación con las 99 ovejas no perdidas y no necesitadas de salud.

¿Sí? ¿Es así enteramente? ¿Si fuera así no sería que no tendría demasiado que ver una cosa con la otra, salvo la casualidad 'distractiva' de uno sobre 10, de una sobre 100?

Tal vez para justificarme, pero fue precisamente la impresión de que no solamente las relaciones no eran casuales o tópicas sino que había hasta cierto mensaje en ellas mismas por su parecido, lo que creo que finalmente me llevó a estas páginas.

Con esto en el magín, voy a por ello.