sábado, 20 de octubre de 2007

Vale

Ésta erguida, liviana y rumorosa,
crujiente de los años, sin olvidos;
sabrosa de dolor, franca, juiciosa,
adormecida en gozos desasidos.
Ésta cortante, muda, clara, hermosa,
sola en su libertad en los vencidos
días sin sol y luna en la espaciosa
y fértil tierra, fresca de sonidos.
Ésta con gracia, ansiosa, hiriente y quieta;
roja de sangre y gris, dorada y verde
como frondas de luz en cada veta;
tan hosca de pudor y siempre ardida.
Ésta que nunca pierdo ni me pierde:
es la pena, que vale, de la vida.