jueves, 6 de diciembre de 2007

Ceniza de este suelo

Al caer de la tarde, una ceniza
de un fuego de hojas mustias, mientras vuela,
urde una sombra y sube al aire arriba
y flota en oro rojo. Acaso sueña
que es tizne de madero, brasa ardida,
fulgor entre los fríos. Si pudiera,
tal vez en llamas se convertiría
para encender la noche que le llega.
La miro derivar, liviana, errante,
paloma de humo, pétalo agrisado,
planeando su orfandad, su hoguera lejos.
Marinera y perdida de su nave,
naufraga en otro ardor, en otro vasto
mar en incendio silencioso: el cielo.