lunes, 28 de enero de 2008

Es tan alta la luz

Alta es la cuesta. Empina
y, más que el pie, remonta la mirada
la fronda y el sendero
sin que hiera el guijarro.

Y es tan alta la luz,
de tan hondo y tan alto baja, y sube,
que ciega el corazón, apaga el ojo,
ardiendo mansamente.

Alta es sin sombra: al alto roble herido
da el destello y la brisa.
Luminosa, a su antojo, va callada.
La tarde va. Y remota,
tan libre y suspendida va la tarde.

Alta en su domo azul,
alta como la cuesta,
alta y densa del oro de este día,
alta y potente, en todo inalcanzable.

Así, como un augurio,
así me lo dijeron:

Alta será, invisible para todos.
Como la senda irá sobre la fronda,
sobre el páramo irá, sobre las sierras
tramará sus alturas.

Y al seguirla, verás.


De toda cosa que anda por el mundo,

es la altura de luz
que viene desde el día hasta el ocaso
lo que arderá venteando, sin medida,
en silencio fulgente.

Y en la tarde del mundo,

y en las costas del tiempo,
vuelve la luz, juiciosa enardecida,
a tasar de frescura
a sentenciar el fuego,
a bruñir con el agua,
a esplender las raíces,
y a renacer de cielo cada cosa.

jueves, 24 de enero de 2008

Años

Un sueño de tu noche es la primera
noche de sueño, en años como vientos
que rozan los cardales polvorientos,
en tropel de nostalgias y de espera.
Temblantes, mis palabras. Con acentos
del agua de un torrente, reverbera
tu risa que madura en mi solera.
Habrás querido andar por estos lentos
y silentes caudales. Tu figura
tan tímida refulge, amaina el paso,
y de mi mano vas y todavía
te llevo de la mano y no es oscura
la noche de tus sueños y al ocaso
ríe esta soledad, despierta el día.

miércoles, 23 de enero de 2008

Intermezzo: Io mi senti svegliar dentro a lo core

Io mi senti' svegliar dentro a lo core
un spirito amoroso che dormia:
e poi vidi venir da lungi Amore
allegro sì, che appena il conoscia,
dicendo: "Or pensa pur di farmi onore";
e 'n ciascuna parola sua ridia.
E poco stando meco il mio segnore,
guardando in quella parte onde venia,
io vidi monna Vanna e monna Bice
venire inver lo loco là 'v'io era,
l'una appresso de l'altra maraviglia;
e sì come la mente mi ridice,
Amor mi disse: "Quell'è Primavera,
e quell'ha nome Amor, sì mi somiglia".
Es una de las 31 Rime que Dante Alighieri incluyó en su Vita Nuova. Más exactamente está en el Capítulo XXIV del libello y pasa por ser una de las más famosas de la literatura italiana (aunque, dicho sea de paso, no la que más me gusta del florentino...)

Hay en toda esta obra muchas cosas de valor, claro. Otras extrañas y algo oscuras. Muchas que se refieren a la vida del autor, bromas ocultas a amigos y adversarios, disputas con poetas, teorías, postulados e innumerables matices culturales: desde la teología hasta la política.

Sin embargo, este sonetto importa ahora por el modo en el que Dante desarrolla el asunto y casi por el asunto mismo, al menos en un sentido. Hasta parecería que se le fue la mano.

Es una visión de Amor, ciertamente, identificado allí con la inefable Beatrice de su obra.

En el texto, en particular, brilla la asimilación de la dama Portinari nada menos que a la figura de Cristo, dato corroborado por el mismo poeta al poner a la par de Monna Bice a Monna Vanna, dama de los amores de su amigo Guido Cavalcanti.

Dante ve venir a ambas juntas y Amor le explica el significado de lo que está viendo.

Las declaraciones que contienen este soneto, en este capítulo XXIV, son explícitas al asociar a Giovanna (Monna Vanna), con la figura homónima del Bautista, con lo cual aparece como predecesora, en esta visión de Amor, de la propia Beatrice (Monna Bice), figura entonces de Cristo.

Primavera se la llama a Vanna, y Dante aduce una etimología dictada por el propio Amor que le dice que el apelativo significa en realidad prima verrà, es decir, la que precede, la que va delante, la precursora. Como se dice allí, su propio nombre, Juana, es un destino en este sentido. Mientras tanto, el nombre dado a Beatrice es -ni más ni menos- Amor.




Hay una otra interpretación de este mismo capítulo XXIV que los críticos y comentadores suelen llamar cruel o perversa, por el contenido y la intención: en la figura de Beatrice se esconde Dante mismo y su sentido de lo poético y su escuela poética; en la figura de Giovanna se oculta el nombre de su enamorado, Guido Cavalcanti, amigo de Dante, con la misma simbología joánico-crística de precursor y redentor, ahora en sentido 'profesional' poético. Aunque relevante en otro aspecto, y corriendo paralela a la anterior, no interesa mayormente el dato al propósito que ahora me lleva a incluir el texto aquí.

lunes, 21 de enero de 2008

Signos de la Venida (II): No lo conocía

Vuelvo a san Juan, el bautista.

Hay que mirarlo con atención, insisto, pues creo que en él se cifran asuntos cruciales -valga el adjetivo- del tiempo de la promesa prometida que es el de Antigua Alianza con Abraham e Israel, del tiempo de la promesa cumplida que es el de la Encarnación del Verbo de la que Juan fue contemporáneo en un sentido y del tiempo de lo que ha de venir, porque, entre otras cosas, su figura es asimilada por Jesús mismo a la del profeta Elías, emblema mesiánico a la vez que escatológico.

Ayer, domingo, san Juan, el Amado (Jn. 1, 29-34), trae unas palabras del Bautista que parecen aumentar la tensión y el misterio acerca de la relación entre los primos, Juan y Jesús.
Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: "He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es por quien yo dije:
Detrás de mí viene un hombre,
que se ha puesto delante de mí,
porque existía antes que yo.
Y yo no lo conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel." Y Juan dio testimonio diciendo: "He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él. Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: 'Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo.' Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios."
El texto de san Juan continúa así (35-39):
Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: "He ahí el Cordero de Dios." Los dos discípulos lo oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que lo seguían les dice: "¿Qué buscáis?." Ellos le respondieron: "Rabí -que quiere decir 'Maestro'- ¿Dónde vives?" Les respondió: "Venid y lo veréis." Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día. Era más o menos la hora décima.
Como se ve, dos veces dice aquí 'yo no lo conocía'. Pero también, al decir de Juan evangelista, dos veces en dos días sucesivos dice que Jesús es el Cordero de Dios. Y la primera vez que lo ve pasar, en vez de 'el Elegido', según una variante del versículo 34 que comentan los Padres, dice más: éste es el Hijo de Dios.

San Juan, en este capítulo primero, incluyendo el Prólogo en el que aparece en dos oportunidades, nombra varias veces a su homónimo y con él comienza su relato evangélico. Se dice que fue su discípulo hasta que siguió a Jesús, por indicación de Juan, como aquí se ve. Probablemente, en la segunda proclamación de que Jesús es el Cordero de Dios, uno de los dos discípulos de Juan es el propio Juan evangelista; el otro, con certeza (v. 40), es el hermano de Simón Pedro, Andrés. En el Prólogo, de hecho, sólo se nombra por su nombre a tres 'hombres': Juan, Moisés y Jesucristo.

Así las cosas, la voz que clama en el desierto tiene en los Evangelios una presencia que a mí, al menos, me resulta por demás sugestiva. Según lo que suele verse y decirse de él, su aparición resulta para muchos más espectacular que significativa, rodeado como está de circunstancias extremas, o por su propia figura, vestimenta, voz, su vida 'extravagante' y su muerte trágica. Sin duda que está asociado de principio a fin con la persona de Jesús, como ningún otro lo está, salvo la Virgen. Sin embargo, parecería que su figura pasa inadvertida en algunos aspectos simbólicos muy importantes, que, al mismo tiempo, los Evangelios no dejan de hacer notar, siquiera por supuestas contradicciones y claras obscuridades.

Llegados a este punto, y antes de avanzar, tal vez convenga hacer una enumeración y breve relación de los episodios en los que aparece.

viernes, 11 de enero de 2008

Laurel de mi casa

Remedo tu verdura, tu alteza y tu quietud,
decano de la tierra del jardín de mi casa,
mudo como la sombra que se bebe a tu pies,
áspero de sabores, tan sólido, fragante.
Tu oscuridad de noche, que el viento en vano agita,
se inquina por la tarde, cuando la lluvia acendra
la lisura agrisada de tus brazos erguidos,
verticales, trenzados en ramas de plegarias.
Siempre estás a la vera cuando paso a tu lado
mirándome al soslayo en tu calma aromada,
verdinegro y ceñido, pertinaz silencioso.
Remedo la tibieza cordial de tu madera.
Remedo la firmeza de tu raíz jugosa.
Remedo tu apostura, yo sé que inútilmente.

lunes, 7 de enero de 2008

Cuenta

Si una historia de amor va a campo abierto
se dice junto al fuego, bajo un árbol,
se canta como un agua del arroyo;
despeñada en tomillo por el aire,
floreciente en las faldas de la sierra,
se trama como nube en cerros grises;
y se madura en trojes de silencio.
Así tiene que ser para que cuente.
Pero una historia así es una historia:
no es la vida de amor que surca mares
ni es el cosmos de amor que abrasa cielos.
Porque el amor que cuenta, no se cuenta.
Él es el fuego, el campo, el cerro, el río,
y el tomillo y el aire y el silencio.