viernes, 11 de enero de 2008

Laurel de mi casa

Remedo tu verdura, tu alteza y tu quietud,
decano de la tierra del jardín de mi casa,
mudo como la sombra que se bebe a tu pies,
áspero de sabores, tan sólido, fragante.
Tu oscuridad de noche, que el viento en vano agita,
se inquina por la tarde, cuando la lluvia acendra
la lisura agrisada de tus brazos erguidos,
verticales, trenzados en ramas de plegarias.
Siempre estás a la vera cuando paso a tu lado
mirándome al soslayo en tu calma aromada,
verdinegro y ceñido, pertinaz silencioso.
Remedo la tibieza cordial de tu madera.
Remedo la firmeza de tu raíz jugosa.
Remedo tu apostura, yo sé que inútilmente.