jueves, 11 de septiembre de 2008

Miscelánea de días (XIII)

Le decía hoy a un par de amigos que no tiene mucha gracia un experimento que me diga cómo fueron las cosas durante o una mil millonésima parte de segundo después del famoso big bang.

Lo que me gustaría ver es el experimento del antes, si es que antes a esas alturas es un adverbio posible. Para la física, por lo pronto, aunque no solamente para ella.

Mientras eso no pase, y esperando que los chicos del CERN no metan los dedos en el enchufe, releo mi opúsculo 'cuántico' preferido, que trata entre otras cosas sobre la física de partículas: De Ente et Essentia, de santo Tomás de Aquino, que para haber sido compuesto a los 29 ó 30 años no está nada mal.

Es un notable trabajucho escolar del fraile dominicano, de su época parisina, que estoy seguro hará las delicias de más de un aplicado estudioso sutil -cosa que no soy- y al que inútilmente le impresionará mi entusiasmo por recomendárselo pues lo habrá leido seguramente en su primera infancia.

Lo encontré en una versión muy trabajada, con su hipertexto y todo, que para quien no lo necesite no servirá de mucho; pero lucir, luce.

La parte que viene a cuento -diría yo- a estas enormidades subatómicas, en su salsa de espuma cuántica, es aquella que dice lo que aquí transcribo, y que aparece al final del capítulo V, y que según una traducción peruana reza así:
Y por esto, después de esta forma que es el alma, se encuentran otras formas que tienen más de potencia y son más vecinas a la materia en tanto que el ser de ellas no puede ser sin materia. En las cuales también hay un orden y grado hasta las formas primeras de los elementos que son muy próximas a la materia. Por esto es que no tienen operación alguna sino es según las exigencias de las cualidades activas y pasivas y de las demás que dispone la materia a la forma.

Y que se lee, según una traducción española, de esta otra suerte:
Y así, tras esta forma que es el alma, se encuentran otras formas que tienen más potencia y que están más próximas a la materia en tanto que su ser no se da sin materia. En las cuales se encuentra también orden y grado hasta las primeras formas de los elementos que son las más próximas a la materia. Por lo cual, no tienen ninguna operación, a no ser según la exigencia de las cualidades activas y pasivas y otras por medio de las cuales la materia se dispone hacia la forma.

Lo que, a su vez, en el latín de santo Tomas de Aquino, se dice de este modo (ahora en el capítulo III, según la división de la obra que adopta una versión canónica):
Et ideo post istam formam, quae est anima, inveniuntur aliae formae plus de potentia habentes et magis propinquae materiae in tantum quod esse earum sine materia non est. In quibus etiam invenitur ordo et gradus usque ad primas formas elementorum, quae sunt propinquissimae materiae. Unde nec aliquam operationem habent nisi secundum exigentiam qualitatum activarum et passivarum et aliarum, quibus materia ad formam disponitur.

Todo lo cual le costó al de Aquino, bastante menos que 4.000 millones de euros.

Claro que no llega exactamente a los mismos resultados, ni tampoco parte de los mismos principios.

Ni por las mismas razones.

Ya lo sé, ya lo sé...: a más de un amigo científico este razonamiento le pondrá los pelos de punta.

Pero, como no fui yo el que llamó "la partícula de Dios" al bosón de Higgs, ni la "máquina de Dios" al colisionador de hadrones, me quedo irresponsablemente bastante más tranquilo.