martes, 20 de enero de 2009

Día 20

“Día 20. No será bueno un Gobierno que no cuente con una Dirección General de Patadas en el Culo.”

Mire, don Braulio, creo que entiendo lo que quiere decir, y tiene hasta su gracia, pero (y será cuestión de gustos), lo que es a mí, los burócratas me exasperan un poco. De modo que si nos podemos ahorrar una Dirección General, le pediría que nos la ahorremos.

Al fin, un Gobierno bueno no necesitaría, por redundante, una Dirección General de Patadas en el Culo. Porque si de veras es bueno y le toca hacerlo, lo hace lo mismo y como debe, sin tener que dar la impresión de que, porque tiene una Dirección General a tal efecto, ha puesto orden en los asuntos comunes. Además, qué quiere que le diga, se me hace que en realidad son los gobiernos malos y no los buenos los que necesitan toda una estructura para dar patadas en el culo.

Los Gobiernos si son buenos terminan –o mejor, empiezan– dándole a cada cual lo suyo y encontrando un lugar para cada quien, o para los más, y haciendo que los más sean de provecho. Persuadirán a hacer lo que hay que hacer y también usarán de los medios y resortes que tengan a mano en buena ley. Y, claro, de tanto en vez habrá que afilar y lustar el puntín del zapato, cómo no. Pero si de veras salen buenos, procuran a la vez que los más –o casi todos si pueden– sean felices y acordes y conformes con lo que tienen para sí y tienen para dar a los demás en el lugar donde están. De modo que, por dos o tres gansos, no se me justifica nombran director, subdirector, jefe de departamento, jefe de área, auxiliares y toda la demás comparsa. No vaya a ser cosa que la Dirección tenga más gente empleada que los que tiene que atender.

Pero los malos, sí, fíjese. Esos sí necesitan más de semejante departamento de retaguardias. Porque son tantos los desastres que hacen, tan mal hacen las cosas, tan mal aprovechan lo que vale y a los que valen, tanto los destratan y maltratan, poniendo cara de que lo único que les interesa es el pueblo y su felicidad, que, a la postre y en defensa propia, terminan teniendo que andar a las patadas con todo el mundo. Y a las patadas en el culo también, por supuesto que sí. Con los ajenos, claro, pero con los propios, incluso, con esa pesada carga que se hacen de sus cortes de lambedores y cagatintas, de chupamedias y rastreros, a los que atemorizan o subyugan, a los que seducen o someten. Y es a todos estos a los que los gobiernos malos tienen que andar pateándoles las cachas para que se muevan en la dirección que ellos quieren y en general quieren mal y por eso son malos gobiernos.

Un Gobierno bueno tiene que dar patadas en el culo, porque no hay estado si se niega a darlas. Pero, si quiere que le diga, la repartición oficial se la dejo a los gobiernos malos que tienen clientes y esclavos, y no pueblo, ni nación, ni ná.