jueves, 11 de junio de 2009

Primer fuego

La barba sobre el pecho, somnoliento y alerta,
miro el fuego. Unas brasas de pino y de laurel,
las hojas de unos robles que bailan, se levantan
en cenizas de cobre. Y trozos de papel
que humean tintas nobles que no sabré qué dicen,
y que habrán dicho tanto quién sabe para quién.

Un aguardiente enciende los ojos entornados.
Un tocón por asiento, y en las manos el cruel
punzón de las heladas escasas de estos días
que intimidan la hierba, sin hacer mal. Ni bien.

Siento el aire que esquiva el frío de la tierra,
y hecho calor reseco sube y ronda mi sien.
Oigo crujir las ramas, las cortezas dormidas
que las llamas trituran. Silba lejos un tren.
La luna hiela sombras. El mundo sueña quieto.
La noche pasa. Y todo. Menos el fuego fiel.