viernes, 18 de septiembre de 2009

La calandria gallarda y el zorzal de Monteverdi

No tengo modo fácil y perito de explicar exactamente lo que oigo en los cantos de la calandria y del zorzal.

Por eso.

Que la música hable de la música.

Allá por 1624, parece que Claudio Monteverdi tomó un bellísimo madrigal de Carlo Milanuzzi y le puso música. Milanuzzi, hay que decirlo, era compositor, poeta y pretre, a la vez.

Si dolce è 'l tormento, primer verso y título del madrigal, son palabras que no le vienen mal a un zorzal, creería yo.

Hay varias versiones de esta obra. A mí, me gusta una imperfecta, según se mire. Porque hay quienes dicen que el tenor Marco Beasley no sigue cánones para cantarla como se debería.

Yo -que de música ni pío...- digo que lo más probale es que la sangre materna napolitana de Beasley (no la paterna inglesa, claro...) entienda mejor la obra que cualquiera que siga a pie juntillas el reglamento.

El caso es que lo que oigo en este madrigal, creo que es lo mismo que oigo en el aire del trino del zorzal.





Más o menos para los mismos años, un compositor alemán, Samuel Scheidt, compone una tal Gagliarda Battaglia, pieza para cinco bronces, inspirada en músicas militares de la época, que combina las fanfarrias al uso con una suerte de arte aparte que por entonces había.

Guardianes de las torres fortificadas solían comunicarse entre sí a través de sonidos diversos que combinaban. Y tan bien parece que lo hacían, que algunos compositores tomaron inspiración de ellos para componer. Scheidt es uno de esos compositores.

Y esa característica es en parte lo que hace que asocie esa Gagliarda con la calandria. Pero no menos el tono mismo: vibrante, sí, pero oyendo a la vez que, a su vivacidad y variación, se le cuela una nota leve, tal vez en la sonoridad misma de las trompetas, tan gagliardas ellas.