lunes, 4 de enero de 2010

Maoríes en la Atenas de Kernnunnos



La vela, desvela. Qué remedio.

Es como viajar, casi.

Por eso tal vez anda uno dando vueltas a sus asuntos -y con sus asuntos-, mientras las horas pasan. Y también le da vuelta a los asuntos que no son sus asuntos, admitámoslo, que eso no tiene que ver con los relojes.

Varios de los casa (y así empezó el viaje al anochecer), andan por el literalmente ancho mundo. Una de ellos, la más lejana, ha tocado Nueva Zelanda en estos días.

A ver, entonces, por dónde anda.

Recorrí las islas, miré las fotos de las espectaculares montañas Misty, recordé que Jackson buscó locaciones allí para su película sobre el libro de Tolkien..., y qué más quiere que le diga. Es una isla, después de todo.

Una vez sumergido en la mitología maorí, descubrí nada menos que a Tāne Mahuta y a Tāne, la divinidad detrás del antiquísimo árbol que lo simboliza.

Apenas viendo quién era, no había que pensar demasiado, por extraño que parezca: la historia de Tāne es en mucho similar a la de Kronos, también él hijo de la Tierra y el Cielo, de Gaea y Urano, que entre los maoríes se llaman Ranguinui y Papatuanuku. Y no sólo por eso, según se ve. Más cosas aparecen en esos relatos, pero, si alguno quiere interesarse...

Apasionante, claro. Ni los griegos son maoríes, ni viceversa. Y se las arreglan para tocar asuntos así, de modo tan similar. Veo después que el punto en parte está tratado en algunos textos de materias clásicas. Con más tiempo, puedo ver que Maui, héroe máximo de los maoríes, muestra puntos sorprendentes de contacto con otras historias y mitos, incluido el de Orfeo y hasta con Prometeo.

¿Sabrá esto Juana, la visitante de las islas maoríes en estos días? ¿Tendría que saberlo? Pero, no, hombre…, que para eso viajo yo en vela.

Llegado hasta allí, la noche sigue y se abren caminos en varias direcciones. ¿Vamos para este lado, por la senda del árbol? ¿Vamos para este otro lado, por la de los dioses? ¿Importa tanto? Tomé para el lado de los dioses, finalmente, suponiendo que tarde o temprano llegaría al árbol.

Fue así que recordé que detrás del sentido del tiempo de los celtas, y de su figuración de los ciclos del año, hay cosas similares a éstas de los tiempos del tiempo. Lo busqué y lo encontré. El relato en los libros es mejor que lo que hay dando vueltas por allí. Desmañadamente, y con retoques de madrugada, una de las versiones de la historia que puede transcribirse fácil es ésta, en la que aparecen algunas de las múltiples divinidades de estos pueblos:
El dios Esus (el señor) se une a la diosa Rigani (la reina) en primavera, y así resulta la afamada Reina de Mayo.
Rigani, dejando a Esus, se une con el dios Taranis, dios del trueno y de los cielos. Así Rigani vuelve a convertirse en reina de los cielos y esto corresponde al período llamado Lughnasad (agosto, en el norte), fiesta en la que aparece otro nombre excelso entre los celtas: Lugh (palabra que significa brillante y que está detrás de Llew hasta Lugo y Lugones, mire usted…)
Con la llegada del otoño norteño, Esus se transforma en el Dios Kernnunnos, el dios-ciervo y padre, entre otras cosas, de la naturaleza y los animales.
Con la fiesta de Shamain (una especie, simplificando, de día de muertos), en el otoño boreal, Kernnunnos baja al inframundo, a los infiernos Rigani vuelve a ser la madre-tierra al bajar ella también a las entrañas del mundo. Ahí se une a Kernnunnos en noches que llaman las noches sagradas de las madres (para la época de la Navidad en el hemisferio norte, esto es, su invierno).
Taranis enfurecido manda contra Rigani uno de sus lobos-monstruos.
Gracias a la ayuda del dios solar Belenos, Rigani mantiene a distancia al monstruo mandado por Taranis.
Ogmios (el elocuente e inventor de la escritura), con el apoyo de Teutates (el dios padre y señor, el Tutatis de Ásterix), mata al monstruo que amenaza a Rigani.
Taranis manda a otro monstruo que transforma a Rigani en una triple grulla.
Teutates reúne en contra de Taranis un ejército y esto queda representando en el ritual del caldero.
Teutates juzga a los guerreros muertos en combate. Hasta que Teutates termina siendo vencido por Taranis.
Los dioscuros celtas, Divannos y Dinomogetimaros, descubren a los toros, cuyo sacrificio más adelante permitirá a Rigani volver a su forma original.
Belenos, en su papel de dios bueno y mediador, permite que se opere la unión de los dioscuros con los dioses Ogmios y Kernnunnos.
El dios Sukelus se encarga de matar a los dragones que se encuentran en las zonas de paso hacia el inframundo.
Se realiza el sacrificio ritual del ciervo (hacia las fiestas del carnaval en el norte), que Ogmios realiza para permitir a Kernnunnos volver de las entrañas de la tierra.
Kernnunnos vuelve entonces a tomar la forma de Esus y corta el muérdago sagrado en el bosque donde se encuentra al toro sagrado y a tres grullas simbólicas.
El sacrificio del toro le permite a Rigani volver ya con su forma original y así se va cerrando el ciclo del año en esas imaginaciones celtas.
Convengamos: todo este entrelazamiento mítico de espíritus y cosas que se entrelazan en metamorfosis sucesivas, se parece bastante no sólo a las nociones de tiempo que subyacen en estas mitologías, sino a las figuras de sus guardas y símbolos… O al revés, claro.

En el caso de algunos de estos relatos celtas, que no son uniformes en todos los territorios donde poblaron y vivieron, Esus es el Señor y Rigani la reina, y ambos están en el origen de los tiempos y de los ciclos.

También ellos combaten entre sí, en estas mitologías tan lejanas de los maoríes, y lejos en parte también de los griegos, aunque no tanto; y, de sus combates y andanzas y entrecruces, también surgen los tiempos (circulares, por cierto, como en casi todas las religiones y mitologías) y los ciclos y los seres sometidos a esos ciclos, que lo son tanto de la naturaleza como de los cielos, en cuanto a las posiciones de los astros en la esfera celeste y las notas y propiedades que vieron en ello los pueblos antiguos, en relación con el hombre y el universo.

Apenas una curiosidad, pero llena de significados. El mayo de los celtas, por ejemplo, se extendió por Europa, aunque los cultos primaverales son casi universales. Y, con el tal mayo, el culto a los árboles, claro (llegamos otra vez al árbol…). Tengo entendido que un Mayo es precisamente un nombre genérico para denominar al árbol, incluso en España, o al menos en sus zonas de mayor influencia celta, trayendo el nombre de la costumbre de clavar en tierra un tronco –cuanto mayor, mejor…- frente a las casas el 1º de ese mes en épocas de primavera, para que se cumpla –siquiera ritualmente- el deseo invocado de fecundar y hacer propicia la tierra y a todo lo que ha de crecer. Ese eje, el árbol, tiene con su verticalidad perpendicular a la tierra el sentido místico también de unir, de alguna manera, lo permanente con lo mudable.

Ya que estamos en estas cosas (dicho rápido y para no hacerlo tan largo, porque amanece), Kernnunnos o Cernnunnos (o como quiera escribirlo…) está -sin saberlo, tal vez- detrás de otro árbol: el famoso Guernikako arbola de los de Vizcaya.

Por cierto que el árbol de los vascos no es exactamente el Tāne Mahuta de los maoríes y sus milenios. Sin embargo…

En lo que al vasco se refiere, de hecho y hasta donde sé, hay uno, desde 1979, que hace ahora las veces del emblemático árbol de Guernica. Es, dicen que dicen, retoño de otros, porque lo cierto es que había 3 antes que él que fueron muriendo sucesivamente. En 2004, según me entero, se murió el anterior. Él, y todos ellos, hay que creer, son hijos de un mismo bosque que supo haber en las inmediaciones, allá atrás en el tiempo.

El que murió en 2004 era un roble.
El tercero que ha presidido la Casa de Juntas de Gernika, tenía una altura de doce metros y su edad se calculaba en 146 años. El primero de ellos se le denominó «el Padre» y se plantó en el siglo XIV llegando a durar durante 450 años, mientras que el segundo conocido como «el viejo», cuyo fósil se conserva en los jardines de la Casa de Juntas, estuvo vivo entre 1742 y 1892. Fue el 15 de Enero de 1860, cuando el Padre de Provincia, Don Castor Allende Salazar, plantó el retoño que habría de alcanzar el siglo XXI, con él se aseguraba la sustitución del, por entonces, ya desahuciado Árbol Foral del Señorío. Fueron precisamente sus bellotas las que sirvieron para dar vida y continuidad al frondoso roble en el que en palabras de Labayru, «se hallan alegóricamente representadas las libertadas vizcaínas»
Más ciclos, y retornos de retoños.

Pero es así, parece, que lo más vasco, lo vasquérrimo, viene a juntarse con otras cosas. Miren usted por dónde. El propio nombre Guernica-Gernika, que dicen no es palabra vascuence ni se traduce en esa lengua, parece que muestra una ascendencia celtíbera, de una raíz Kern- (cuerno); de donde se estima que el lugar pudo haber llevado ese nombre por su probable dedicación, como lugar sagrado de reunión, al mismísimo Kernnunnos, el cornudo, cuya representación, ya se sabe, es un ciervo astado asaz.

En fin.

De Tāne a Kernnunnos, de paso por Kronos, es mucha distancia para una sola noche.

Viajar cansa. Y lleva tiempo. Y no es tiempo circular, precisamente.

Hay que descansar.