lunes, 17 de mayo de 2010

Napule e'

Nápoles es tan antigua. Tantas cosas son napolitanas. Desde la Sibila de Cumas (había nacido en Grecia, en realidad, aunque eligió la costa de la Campania para vivir) hasta san Genaro o la camorra.

Casi todo el mundo sabe, por otra parte, lo que se dice de la porteña milanesa a la napolitana: plato inexistente en cualquier carta itálica, elaborado con ingenio digno de napolitanos, aunque nacido a orillas del coliseo del box, en Buenos Aires.

Creo, sin embargo, que lo que más me gusta de la dizque más antigua colonia griega en Europa, es la música que hacen. Y aquí mismo es donde los tanófobos deben cambiar presto de ocupación y rumbear para otra bitácora.

Dos ejemplos, cada uno con su miga.

Pongamos por caso la canción de guerra de los Sanfedisti. Un ejército de campesinos pobres antirrepublicanos de los tiempos de la invasión de los revolucionarios franceses y Napoleón a Italia. Parecido a La Vendée, con sus más y sus menos. Nacidos en el sur con epicentro en el reino de Nápoles, claro. Comandados por un cardenal de familia noble y calabrés, todavía hoy discutido con pasión como el mismo movimiento, combatieron en casi toda Italia contra los franceses y sus aliados locales entre 1799 y 1806, aunque después siguieron contra la masonería y los carbonarios, unos 30 años más adelante. Nápoles, dicen, era también el foco de irradiación de la masonería en Italia. Se los llamaba sanfedisti, con el apócope de Esercito della Santa Fede in Nostro Signore Gesù Cristo. La historia de estos hombres es poco conocida por aquí, aunque merecen algo de atención, en varios sentidos: historia magistra vitae, dijera Marco Tulio. Combatían tanto por la fe católica y el papa, como por la restitución del reino borbón. Todo contra los giacubbini, como los llaman. Cosas de Nápoles, vea usted. Curioso y entreverado.

Doscientos años pasaron, y algunas cosas pasaron, otras siguen pasando y otras no han pasado aún…


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Canto dei Sanfedisti

A lu suono de grancascia
viva lu popolo vascio
A lu suono de tamburrielli
so' risurti li puverielli
A lu suono de campane
viva viva li pupulani
A lu suono de viulini
morte a lli Giacubbini.

Sona sona
sona Carmagnola
sona li cunzigli
viva o rre cu la Famiglia.

A sant'Eremo tanta forte
l'hanno fatto comme a ricotta
A stu curnuto sbrevognato
l'hanno miso a mitria 'ncapo
Maistà chi t'ha traduto
chistu stommaco chi ha avuto
'e signure 'e cavaliere
te vulevano priggiuniere.

A lli tridece de giugno
sant'Antonio gluriuso
'E signure sti birbanti
e facettero o mazzo tanto
So' vvenute li Francisi
auti ttasse n'ce hanno miso
Liberté... Egalité...
io arruobbo a tte
tu arruobbi a mme.

Li francisi so' arrivati
ce hanno bbuono carusati
E vualà e vualà
caveci nculo alla libbertà
A lu ponte a Maddalena
'onna Luisa è asciuta prena
e tre miedece che banno
nun la ponno fa' sgravà

A lu muolo senza guerra
se tiraie l'albero nterra
afferraino 'e giacubbini
'e facettero 'na mappina.
E' fernuta l'uguaglianza
è fernuta la libertà
pe vuie so' duluri 'e panza
signò iateve a cuccà

Passaie lu mese chiuvuso
lu ventuso e l'addiruso
a lu mese ca se mete
hanno avuto l'aglio arreto
Viva tata maccarone
ca rispetta la religgione
Giacubbini iate a mmare
che v'abbrucia lu panare.

Vayamos un poco más atrás. Época de oro de los Habsburgo, por el siglo XVI, con un consecuente despliegue de artes en Nápoles, que, hay que decirlo, podía sacar arte de lugares que los Habsburgo, con todo y su grandeza, no vieron nacer porque no habían nacido a la vida civil cuando los napolitanos ya sabían tocar la guitarra o gobernar imperios. El caso es que, entre otras cosas, se impuso por entonces una moda de canzone villanesca alla napolitana, con versiones para todos los gustos, incluso gustos más zafios, que no es el caso que aquí traigo, no vaya a pensar mal…

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Madonna tu mi fai lo scorrucciato

Madonna tu mi fai lo scorrucciato,
che t'aggio fatto che 'ngrifi la cera...
Anema mia, chesta n'è via
de contentar 'st'affannato core.

Me par che m'habbi in tutto abbandunato
ca non t'affacci all'ora della sera...
Anema mia, chesta n'è via
de contentar 'st'affannato core.

Va' figlia mia, che ci aggio 'ndivinato
ca saccio con chi giochi a covallera....
Anema mia, chesta n'è via
de contentar 'st'affannato core.

Donna, caro mio ben, dolce signora,
habbi pietà d'un chi te solo adora...
Anema mia, chesta n'è via
de contentar 'st'affannato core.





(Encontré dos versiones de esto y pongo ambas, pues, además de otras diferencias que tienen su gracia, en una se canta una estrofa más que en la otra. Los versos son de Juan de Colonia y dicen que del 1537. El enamorado se queja –inútilmente, diría yo, según se deja ver- porque la dama ya no se interesa por él y tiene con quien jugar sus juegos… El estribillo repite algo así como: Alma mía, que este no es modo de contentar a este corazón tan dedicado…, que si no fuera galante sería irónico, o quizá sea ambas cosas.)

De las dos canciones, el Canto dei Sanfedisti y ésta última, tan diversas, me llama la atención la sutil y tan napolitana comisura entre la alegría y el dolor, entre el coraje y la fiesta. Tomarse las tristezas del amor y la furia de la guerra con cierta alegría, les parecerá a los más ceñudos falta de seriedad. Podría ser, aunque no me parece

Claro que entiendo de todos modos.

Es verdad: no todos son napolitanos.

Y no todos son tan antiguos.