sábado, 11 de septiembre de 2010

Καθαρή Δευτέρα

Katharé Deutéra dicen, y es algo así como Lunes puro o Lunes limpio.

En la ortodoxia y en las iglesias orientales, la primera semana de Cuaresma, que se llama también Semana Limpia, comienza precisamente un lunes, al que se llama así: lunes de ceniza, lunes verde, o lunes de pureza o puro.

Es una semana especialmente penitencial en medio de un tiempo penitencial. Se dice que su nombre está tomado de un texto del profeta Isaías (1, 18):
Aunque sus pecados sean como la escarlata,
se volverán blancos como la nieve;
aunque sean rojos como la púrpura,
serán como la lana.
Entre los judíos hay algo parecido.

En la preparación para la Pascua, durante ocho días, no sólo tienen mandado comer panes ázimos e interdictos los panes con levadura, sino que tienen mandado buscar y revolver por la casa entera hasta dar con cualquier migaja de levadura, según un texto del libro del Éxodo (12, 15):
Durante siete días comeréis ázimos; ya desde el primer día quitaréis de vuestras casas la levadura.

Pero muy lejos en el tiempo también hay rastros de cosas semejantes.

Entre los antiguos persas, por ejemplo, Nowruz era una fiesta mayor que se consideraba establecida por el propio Zoroastro. Y era el último de siete grandes festivales, en torno al equinoccio de primavera; con esa festividad, además, empezaba el año persa, símbolo del comienzo de todas las cosas. También entre ellos, como entre los indopersas y otros pueblos del Asia y hasta del este europeo que festejan lo mismo a lo largo de los milenios y por una razón u otra, con idéntico origen o diverso, se usa la purificación asociada a la preparación para llegada de la primavera y de un tiempo nuevo.

Las Pascuas de cristianos y judíos –en el norte del planeta, que es donde la historia ha transcurrido- caen, como se entiende bien, en tiempos de primavera y por eso mismo alrededor de los meses de marzo y abril.

Por supuesto que la asociación de la primavera con la llegada del Mesías, con su Muerte y Resurrección, es la asociación de un tiempo del año con el nacimiento de una Primavera epónima, una novedad de savia, flor y fruto completamente nuevos y superabundantes. La Cuaresma, decía, es ese tiempo que prepara la llegada de la Primavera y que sirve para dejar atrás el invierno.

Entre muchos pueblos del norte de Europa -no sólo entre ellos, pero es razonable que así sea entre ellos-, un invierno crudo mantiene a las gentes en sus casas. Los primeros aires bonancibles, los primeros vientos templados, algo de sol, permiten airear las estancias, abrir ventanas, deshacerse del entumecimiento invernal, que se pega a las paredes como al alma. Olores rancios, mugres varias y enconadas, aires con sus vicios.

En inglés hay una expresión para esto: Spring Cleaning. Una limpieza de primavera. En distintas lenguas hay expresiones así y se refieren siempre a la limpieza de la casa (a veces, se usa también ‘dar vuelta la casa’, con el mismo sentido.)

Por cierto que todo esto está asociado a los ciclos de la naturaleza y a la llegada de una floración nueva, a una vida pujante, a nuevos aromas y frutos, que requieren y harán nuevas cortezas, savias que despiertan, colores nuevos y frescos, vigores nuevos para una vida que nace.

Bien podría entenderse que los ciclos naturales son la materia de otros signos con significados mayores.

Y así, como decía, la Pascua es la Primavera por antonomasia. Y la Cuaresma es una especie de Spring Cleaning del corazón del hombre, no menos que del cosmos.

Así es.


Pues bien.

Estamos ahora y aquí en tiempos cercanos a nuestra primavera sureña, que no es marzo, ni abril, sino septiembre.

Pero también estamos en un año, que no es el año de días sino un año de años; y así resulta que estamos en tiempos de preparación para la llegada de primaveras. Y de una Primavera.

¿Buscaremos por toda la casa del alma -y de la historia, por qué no...- las migajas de levadura que nos andan levando más de una cosa que no deberían? ¿No será buen tiempo para un Spring Cleaning del corazón y de la mente y del espíritu? ¿Podremos en estos días, un katharé deutéra de estos días, empezar una ‘semana limpia’ de preparación para una primavera que puede llegarnos en cualquier momento? ¿Nos animaríamos a ‘dar vuelta la casa’?

Y usted cree que estoy hablando sólo de religión...

Y se equivoca, mire.

Porque hay tanto que preparar antes de que llegue la primavera...

Tanto...

Entre los ortodoxos y orientales, por ejemplo, la liturgia de ese lunes de pureza, empieza al atardecer del primer día de la semana, del domingo. Y empieza con cenizas. Cenizas de penitente contrito. Se lo llama entre ellos ‘domingo del perdón’, que es como uno se prepara para prepararse. Es un reconocimiento, al menos.

Se empieza así o es muy difícil empezar: ¿cómo saber qué hay que purificar? ¿Cómo saber qué hay que limpiar? ¿Cómo saber qué de la casa hay que ‘dar vuelta’?


Por eso digo.

Es cosa de ir viendo.

Llega la primavera.

Algún día de estos días, mientras espera uno, con el atardecer a la vista de un domingo de perdón con el que empieza la semana, tendrá que ser el Καθαρή Δευτέρα.