miércoles, 13 de abril de 2011

Ex libris (II)




Señora
Sentado en la ribera se recogió el sayal.
Hundidos en el agua los pies en balanceo
del preste de La Rioja, Gonzalo de Berceo,
descansan del camino (descansan poco y mal...)
Las manos son callosas y a pulso firme y duro
se aplican a ternuras sobre la Madre Santa
(su prado bien
sençido enamora y encanta,
y arroba y emociona al devoto inseguro).
Casi pierde el Oficio por hallar la preciosa
imagen hecha verso y hecha rezo, también.
Dejó el arroyo claro, camino del convento,
cantando tantas veces como amó a la Gloriosa.

Por eso te pedimos que al preste grave y lento
lo tengas en tus prados, entre gozos. Amén.



Égloga

Ya lejos de la tierra y de su bruma,
yo no sé, Galatea, si supiste
que al empíreo del tiempo te subiste
por fuerza de la sangre de una pluma.
Si a algún amor, Elisa, te rindieras
en vida, nuevamente cortejada
con esa devoción que dio su espada
por ti al siglo y su fama, ¿qué no hicieras?
Y si al prado que vieron confidente
volviesen por un cauce rumoroso,
¿no verían acaso, entre la quieta
espesura del bosque, a mi poeta
ensayando a Salicio, su doliente,
y en lágrimas bañando a Nemoroso?